Los peritos marcarán la segunda semana del juicio de Altsasu
La declaración de quince peritos entre este lunes y martes será lo más destacado de la segunda semana de sesiones del juicio de Altsasu, que se retoma mañana a las diez de la mañana. Está previsto que el juicio concluya el viernes con la lectura del último informe.
En este caso, los peritos adquieren una importancia fundamental. Los informes que ha elaborado la Guardia Civil son la base de la justificación de que el juicio de Altsasu se esté celebrando en la sede de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares y no en la Audiencia de Iruñea, como hubiera correspondido a cualquier otra pelea de bar.
La clave es que estos hechos –la trifulca en el interior y el exterior del bar Koxka, de madrugada y en un entorno festivo– se han calificado de «terrorismo». Para dar este salto, difícilmente explicable, se ha recurrido a una supuesta organización o estructura denominada Alde Hemendik, que tendría como objetivo lograr que la Guardia Civil se marche de Euskal Herria. Su versión local de Altsasu sería Ospa, que organiza Ospa Eguna. La actividad de Ospa o Alde Hemendik consistiría en realizar actos de hostigamiento a los agentes de la Guardia Civil y sus familias para hacerles insostenible su presencia en Euskal Herria. Todo ello coincidiría con los objetivos de ETA, según se señala en los informes, elaborados por la propia Guardia Civil, basándose en documentos incautados hace años. Estos jóvenes habrían actuado coordinadamente en base a esa estrategia de Alde Hemendik u Ospa. Por eso es «terrorismo»-
Históricamente, este tipo de informes no resistiría un análisis mínimante riguroso de un observador imparcial. Pero no hay que olvidar que se trata de un juicio en la Audiencia Nacional española y que, lamentablemente, documentos de este cariz han sido la base de condenas con anterioridad.
Los testimonios no se sostienen
Estos informes cobran una especial relevancia para las acusaciones porque el resto de su argumentación está en el aire, según lo visto en la sala esta última semana. Las identificaciones de los acusados, por ejemplo, no se realizaron con el mínimo rigor exigible. Las ruedas de reconocimiento que se practicaron en sede judicial se llevaron a cabo con ciudadanos de origen latinoamericano, con caracterísiticas físicas muy marcadas, rodeando a los vecinos de Altsasu. Los combos fotográficos que les entregaron en el cuartel de la Guardia Civil de Altsasu al sargento y a las dos novias son similares: cinco fotos de personas que no viven en Sakana con marcadas diferencias físicas y una del sospechoso que hoy se siente en el banquillo. Por cierto, la sesión confirmó que existe un seguimiento ideológico de jóvenes de Sakana por parte de la Guardia Civil.
Diversos testimonios que se escucharon durante el juicio arrojan sombras sobre la versión que defienden las acusaciones, que solo se basa en la declaración de las víctimas. No hay que olvidar que para cuando llegaron los forales al Koxka todo había terminado. Es decir, no hay agente policial que viera los hechos.
De hecho, no existe ningún testigo que haya declarado que alguno de los acusados realizase una agresión. Solo está la declaración de los dos guardias y de sus dos novias. Dos de ellos, recién llegados a Altsasu, pero que no tuvieron problemas para llevar a cabo las identificaciones. La fragilidad de estos testiminios se acrecienta si se tiene en cuenta que la primera versión que dan ante la Policía Foral es mucho menos grave que la que realizan a posteriori ante sus compañeros del instituto armado. La novia del teniente manifiesta espontáneamente ante los forales que fue «zarandeada». En posteriores versiones, la bola crece hasta relatar a un grupo iracundo de más de 50 personas que realizaron un pasillo para darles patadas y golpes hasta el punto de que temieron por su vida.
En la versión de los testigos de la defensa, Adur Ramírez de Alda no estaba en el Koxka, Oihan Arranz se encontraba en la parte contraria del establecimiento bailando, nadie vio a Jokin Unamuno pegar a nadie tras quejarse de que le ponían multas estando borracho, nadie presenció a Iñaki Abad golpeando a nadie ni a Ainara Urkijo amenazando a la novia del sargento...
El bombero que atendió al teniente señaló que la herida en el labio era superficial y que le colocó dos gasas. Frente a ello, la versión de las acusaciones es que manaba abundante sangre. Una mujer que acudió a la misa del 12 de octubre en la iglesia de Capuchinos no vio a ningún joven protestando ni amenazando a los asistentes, pero el teniente identificó allí a Unanumo y Ramírez de Alda.
Los propios testiminios de los guardias y sus novias, única prueba real de cargo, evidenciaron incongruencias a preguntas de la defensa. «No recuerdo», fue la frase más repetida por el teniente.
En cualquier caso, pese a la endeblez de las pruebas no hay que olvidar que el caso se juzga en la Audiencia Nacional, un tribunal especialmente sensible a las presiones políticas.