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Primer choque a la vista: Torra intentará restituir el Govern cesado

Dos reuniones celebradas ayer –la de Torra y Puigdemont en Berlín, por un lado, y la de Rajoy y Sánchez en Madrid, por otro– evidenciaron que la investidura del primero de ellos difícilmente abrirá una nueva etapa entre Barcelona y Madrid. Pese a ello, habrá un intento: Rajoy aceptó por la tarde reunirse próximamente con el nuevo president.


El foco de la sala de prensa de Berlín, caprichosamente enfocado, solo iluminaba a quien se situase en primer plano, tras los micrófonos. Primero lo ocupó el president electo, Quim Torra. Después el president en el exilio, Carles Puigdemont. Al acabar, ambos se abrazaron dando un paso atrás, mientras el responsable de prensa abría el turno de preguntas. Mientras el periodista tomaba la palabra, Puigdemont dio un paso al frente; al ver que Torra quedaba en la penumbra, lo cogió del brazo y tiró de él hasta ponerlo a su altura. «¿Quién tomará las decisiones?», la pregunta del periodista retumbó en la sala. El electo miró al legítimo, que dio el paso al frente: «El president Torra tomará, bajo su responsabilidad, todas las decisiones que atañen al Govern que él presidirá. Sin ninguna duda. Todos esperan que sea así, y yo el primero». La cadena de mando de la Generalitat es una de las incógnitas de la legislatura que, a trancas y barrancas, empieza a caminar en Catalunya.

Poner a competir a Torra y Puigdemont será uno de los deportes más recurrentes de los contrarios a la independencia, aunque no lo tendrán fácil. Ayer Torra y Puigdemont mostraron una absoluta sintonía en una rueda de prensa en la que coincidieron en resaltar la necesidad urgente de que el Gobierno español levante tanto el 155 como la intervención de las cuentas públicas catalanas. «Si no se tiene el control sobre el sistema financiero no se tiene autonomía», resumió Torra.

No parece que vaya ocurrir. Pese a ello, los dos presidents reiteraron en más de una ocasión la invitación de diálogo a Moncloa: «President Rajoy, por favor, marque lugar, día y hora», le pidió directamente Torra. Por la tarde, el presidente del Gobierno español avanzaba que sí, que habrá reunión.

La composición del Govern

A pesar de la expectación creada por la comparecencia en Berlín, lo cierto es que, desde el punto de vista informativo, resultó más fructífera la entrevista que la periodista Mònica Terribas realizó a Torra a primera hora de la mañana, ya que en ella dejó entrever el que será el primer choque inmediato con las autoridades estatales: la formación del Govern. «El principio de restitución es la base de este Govern, queremos restituir a todos», aseguró Torra.

El president explicó que ofrecerá a todos los consellers cesados ser nombrados de nuevo. La iniciativa se enfrenta a dos escollos. El primero, interno, tiene que ver con el hecho de que muchos de los consellers, desde Carles Mundó (ERC) a Meritxell Borràs (PDeCAT), han renunciado ya a su carrera política. El segundo, dando por hecho que algunos de los consellers aceptarán ser restituidos, tiene que ver con la oposición frontal que dicha restitución genera en los estamentos españoles, que ya han anunciado su rechazo a que dirigentes en el exilio o en la cárcel asuman responsabilidades en el nuevo Govern.

Para acabar de adobar el choque, cabe recordar que el 155 solo se levantará cuando tome posesión el nuevo Govern. De este modo, se forma un bucle que amenaza con alargar lo que no suele ser más que un trámite: el nombramiento de consellers es responsabilidad del president y, mientras el 155 permanezca vigente, las competencias del president son de Mariano Rajoy. Es decir, una lectura literal y estrecha del decreto que impuso el 155 podría dejar en manos de Moncloa el nombramiento de los consellers.

Aunque está por ver hasta dónde quiere alargar el tira y afloja Mariano Rajoy –a quien el 24 de mayo se le acaba el plazo para que el PNV le apruebe los presupuestos–, de momento Madrid y Barcelona no se ponen de acuerdo ni en el protocolario acto de toma de posesión de Torra. «El Gobierno español quiere organizar la toma de posesión, pero nosotros queremos una ceremonia íntima, discreta e incluso triste», señaló ayer Torra, que en los próximos días visitará al resto de dirigentes exiliados y encarcelados.