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Interview
FERMÍN EZKIETA
AUTOR DE “LOS FUGADOS DEL FUERTE DE EZKABA”

«Hubo otros dos intentos de fuga organizados por anarquistas»

Fermín Ezkieta Yaben, un iruindarra de 62 años, licenciado en Derecho y secretario municipal desde 1982, que lleva una década investigando a los protagonistas de la Fuga y el fruto de tanto trabajo ha desembocado en un libro que ya se ha reeditado y ampliado en tres ocasiones. La gran virtud del trabajo de Ezkieta reside en su capacidad de poner rostro, nombre y vida a los principales protagonistas.


¿Por qué comenzó a interesarse por la gran fuga de Ezkaba?

En la investigación sobre el fuerte se aúnan dos pasiones: la historia y el senderismo. Hacia 2008, después de la lectura de ‘La Gran Fuga de las cárceles franquistas’, de Félix Sierra e Iñaki Alforja, me preguntaba qué rutas hubieran debido seguir los reclusos una vez tomado el fuerte si hubiesen contado con algunos mugalaris que los acompañasen en el exterior, algo que no podía suceder, por cuanto que el plan de evasión se organizó en el interior de las celdas sin apoyo alguno desde el exterior. Esta primera cuestión sobre rutas y senderos me llevó a más preguntas acerca de quiénes eran los fugados, sus biografías, quiénes eran los organizadores, quiénes alcanzaron la muga…

¿Qué descubrió?

Casos de fugados como Mariano Herranz, un miliciano madrileño que escapó a rastras porque le faltaba una pierna; o de Amador Rodríguez, un zapatero pontevedrés que, tras escapar, se hizo un zulo en el cercano valle de Ezkabarte, a la vista del fuerte y permaneció ahí escondido durante casi tres meses, hasta que fue localizado… También llama la atención que muchos de los organizadores de la fuga se comunicaban entre sí en esperanto, lengua que  las organizaciones sindicales de la época pretendían difundir. Hablaban esperanto, pero entre los fugados también se encuentra el caso de Pedro Areta Elizburu, natural de Eibar y vecino de Zestoa, que era euskaldun monolingüe y necesitó traductor en el interrogatorio que siguió a su captura. Pedro Areta fue uno del centenar de vascos que se sumó a una evasión de 795 prisioneros, entre los que eran mayoría los castellano-leoneses (48%) y gallegos (22%). Esto explica que los tres fugados que quedaron documentados como quienes alcanzaron la libertad después de cruzar la muga fuesen un leonés (Jovino Fernández, que llegó a Urepel), un segoviano (José Marinero) y un salmantino (Valentín Lorenzo), que cruzaron por Luzaide.

¿Cuáles son las principales novedades que aporta esta tercera edición del libro?

A lo largo de estos años he ido desgranando numerosos aspectos. Por ejemplo, desmontar documentalmente que los 206 muertos de la fuga fue consecuencia de una refriega con los perseguidores, tal como mantenía la versión oficial; constatar que hubo una docena de mujeres –socialistas, anarquistas, nacionalistas– que visitaban a presos y que fueron detenidas por su presunta colaboración con los fugados desde el exterior; o que hubo dos intentos previos de evasión colectiva en 1936, organizados por los anarquistas presos en el fuerte y que se saldaron con el fusilamiento de 25 de ellos en noviembre.

Llama la atención la versión de la fuga de Ezkaba que publicó el ‘Diario de Navarra’. Este periódico afirmó que los implicados, «salvo un reo de delito político, estaban sometidos a procesos por delitos comunes de la peor especie», y los tildó de «puñado de asesinos, atracadores y ladrones».

La práctica totalidad de detenidos en el fuerte lo eran por motivos políticos, por su oposición al golpe militar. Está documentada la filiación socialista, comunista, nacionalista, anarquista… de buena parte de ellos. Una de las aportaciones de la última edición del libro es precisamente un interesante artículo de José Javier Uranga, director del ‘Diario de Navarra’ durante 26 años. En julio de 1955, con motivo del XIX aniversario del Alzamiento, relata cómo la población civil afín a los golpistas salió a la captura de los fugados de Ezkaba, cómo procuraban eludir los fusilamientos de los capturados, y que regresaron contando lo emocionante de la aventura. Esa era su valoración del asesinato de dos centenares de fugados.

Uno de los debates de los últimos años gira en torno al futuro del fuerte de Ezkaba. ¿Qué uso cree que habría que darle a esta construcción?

En las charlas que voy dando integro una reflexión a este respecto. Alguna vez habrá que plantearse su futuro. De entrada, es obligado el paso a la administración civil, de similar manera a como se hizo con la Ciudadela en la capital. Más tarde se realizaría un proceso de participación social, que más allá de su destino, sirva para airear ese siniestro pasado carcelario. Cualquier finalidad que se plantee, que según mi criterio tendría que ser más modesta que faraónica, debería servir para deslegitimar la dictadura y su sistema carcelario.