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Interview
GALINA ANTYUFEEVA Y SERGUEI A. SHIROKOV
VICEPRESIDENTA Y ASESOR DEL PRESIDENTE DEL PARLAMENTO TRANSNISTRIO

«Los separatistas no somos nosotros. La secesión la hizo Moldavia»

Galina Antyufeeva, presidenta del gobernante Renovación y vicepresidenta del Parlamento de Transnistria, y Serguei Aleksandrovich Shirokov, consejero del presidente del Parlamento en política exterior, analizan la situación actual del Estado no reconocido de Transnistria.


¿Cuál es la idea nacional de Transnistria?

Galina Antyufeeva: La de la Integración Euroasiática (proyecto de unión promovido por Rusia en el que ya participan también Bielorrusia, Kazajistán, Armenia y Kirguistán).

Serguei Shirokov: La defensa de nuestros ciudadanos, de nuestra cultura y modo de vida. Somos un Estado multinacional y multicultural, moldavos, rusos y ucranianos. Lo que hay que subrayar es que no fuimos nosotros los que nos salimos de la URSS, fue Moldavia. Los separatistas no somos nosotros. La secesión la hizo Moldavia. Nosotros intentábamos quedarnos en ese espacio. Nos sentimos parte de ese espacio que hoy se llama Rusia, el ‘mundo ruso’. Nos sentimos pertenecientes a esa civilización. Nunca hemos tenido problemas en ese aspecto. Nunca hemos buscado opciones de si vamos a Occidente u Oriente. Por desgracia, nuestros vecinos de la república moldava solo en los últimos 17 años han cambiado dos veces su curso. Primero Vladimir Voronin ganó las elecciones con la promesa de integrar el país en la unión de Rusia y Bielorrusia, diez años después Moldavia pasó a ser un estado pro-UE.

¿Cómo ha llegado Transnistria a ser un Estado no reconocido?

G.A.: Existía un país enorme que era la Unión Soviética, nadie pensaba que un país donde convivían tantos pueblos, tantas culturas y religiones se iba a desintegrar. Hubo un referéndum a favor de seguir siendo parte de la URSS. Moldavia tenía otra intención, ir hacia la UE, unirse a Rumanía, con la que mantenía una relación histórica especial. A nosotros se nos ofreció maleta-estación de tren-Rusia. Aquí vivía una población que hablaba más el ruso. La desintegración nos dividió. Tras los combates se tomó la decisión de crear nuestra República Moldava de Transnistria. Se formaron todos los órganos de Gobierno, un sistema bancario, una estructura de poder. Todos los atributos del Estado, incluida la bandera, el escudo... Y ya llevamos 27 años viviendo en condiciones de no reconocimiento. Eso no nos impide en absoluto vivir, desarrollarnos y mantener los sistemas de educación o salud.

¿Cómo se ha conseguido mantener este Estado sin conflicto?

G.A.: Tenemos tropas de paz de Rusia, las nuestras propias y Moldavia. Gracias a ello no hay conflicto armado. Además, al ser tropas con las que tenemos contacto y compartimos idioma, es más sencillo entendernos que en otros casos en los que las tropas son extranjeras y hablan, por ejemplo, en inglés.

¿Su experiencia es similar o diferente a otros conflictos del espacio postsoviético?

G.A.: Todos los países se han formado de una manera diferente, como Osetia, Abjasia o Alto Karabaj, aunque con similitudes, claro está. Y precisamente esas similitudes hay que utilizarla como mínimo común para parar el conflicto, para que no haya disparos, para que no muera gente. Nuestro Estado se diferencia ya por el hecho que todos estos años vivimos en paz con todos nuestros vecinos, y con Ucrania y con Moldavia. El caso de Osetia y Abjasia es diferente porque ellos tienen frontera con Rusia. Eso ofrece otras posibilidades de desarrollo que nosotros no tenemos. De vez en cuando sufrimos bloqueos comerciales, nuestra población sufre algunos problemas, pero siempre encontramos vías de solución. Por ejemplo, nuestros ciudadanos pueden tener una doble o triple nacionalidad permitida por ley: pueden tener pasaporte ruso, ucraniano o moldavo y viajar si lo desean. Tenemos, además, pasaporte propio de Transnistria y el pasaporte soviético es también válido.

¿Han estudiado otros casos de estados no reconocidos o territorios con problemas parecidos?

S.Sh.: Tenemos relación con Osetia del Sur y Abjasia. Existen estructuras intergubernamentales, como la Comunidad por la Democracia y los Derechos de los Pueblos, y tenemos una asamblea interparlamentaria. Desde el inicio de los años 90 hemos estudiado la experiencia de regiones como Irlanda del Norte y Gran Bretaña, Italia y Trentino; y en los últimos años hemos analizado al detalle la experiencia del norte y sur de Chipre. Cada vez más nuestro interés se centra en la experiencia de Chequia y Eslovaquia, Serbia y Montenegro.

¿Cuáles son los mayores problemas del hecho de ser un estado no reconocido?

S.Sh.: Los mayores problemas vienen del interés gubernamental de proteger los derechos y libertades de nuestros ciudadanos. Existen problemas de movilidad y reconocimiento de todo tipo de documentos, porque nuestro pasaporte no es reconocido y hay que utilizar el de otros países. Por otro lado, el no reconocimiento como Estado limita nuestra economía y debemos hacer muchos contactos económicos a través del territorio de Moldavia. Eso supone gastos adicionales y pérdidas.