«Gobernar Bélgica es estrategia de los independentistas flamencos»
Nacido en 1963, este politólogo flamenco concibió la estrategia para el diálogo intercomunitario conocida como Método Maddens, que buscaba hacer que los valones demandaran cambios sistémicos. Una idea muy presente en la política de Flandes.
Maddens es un fino analista que ha estudiado la emergencia de la cuestión nacional en Europa. «No es algo que tiene que ocurrir, sino que está más unido a las contingencias», sostiene. Invitado por EH Bildu para participar en las jornadas ‘‘Camino del Estado vasco’’, accedió a compartir con GARA sus investigaciones y reflexiones en torno a la estrategia del independentismo flamenco y el momento, no exento de peligros, que vive.
Arrancamos pidiéndole una lectura de la realidad belga, del movimiento independentista flamenco que, da la impresión, ha postergado la independencia para coger los ministerios de peso en el Gobierno federal y aplicar las políticas del N-VA para forzar a los valones a pedir soluciones confederales.
«Bélgica es una federación con ciertas características confederales –reflexiona gesticulando–. No existen partidos nacionales. Hay dos sistemas diferentes de partidos, dos democracias, dos opiniones públicas. Eso hace de Bélgica algo muy similar a un constructo confederal. A nivel federal, tenemos un Gobierno dominado por los flamencos, pero que no tiene mayoría en la zona francófona. En un sistema confederal el Gobierno debería tener la mayoría en ambas zonas, que no es el caso. Por tanto, es una mezcla, sí, un poco rara».
«La paradoja del NV-A»
El Nieuw-Vlaamse Alliantie (NV-A), partido independentista flamenco, es para Maadens una colección de paradojas: «Son la fuerza política dominante de Bélgica. Más o menos, en Flandes más 40% de los votantes apoya por opciones independentistas. No es tanto como en Catalunya, pero casi. Hay más paradojas: si miras a las encuestas, y si preguntas a la gente ‘¿estás a favor de un Flandes independiente?’, una pequeña parte de la población apoya la secesión, como máximo un 12%, y normalmente menos. Los partidos independentistas son fortísimos a nivel electoral, pero la opinión pública por la independencia es minoritaria. La gente vota por los partidos independentistas por otras razones; tiene la sensación que los independentistas tienen buenas políticas en otros temas: seguridad, inmigración, economía, presupuestos. He ahí otra paradoja, muy diferente a lo que ocurre en Catalunya o en Euskal Herria. En Flandes, los independentistas abanderan y ejecutan la política de derechas, de forma nítida. En centro de gravedad está mucho más a la derecha».
Centro-derecha, no extremista
Como ocurre ahora con los catalanes, a veces se ha acusado a los independentistas flamencos de ser supremacistas, anti-inmigrantes, islamófobos, clasistas frente a los pobres valones. Le advertimos que quizá sea una visión simplista, pero le pedimos una reflexión al respecto.
«La respuesta debe ser muy matizada. Tenemos partidos independentistas de extrema derecha, el Vlaams Belang, que es muy antimusulmán, xenófobo, con relaciones con el Frente Nacional de Marine Le Pen o el Partido por la Libertad de Geert Wilders en Holanda, pero no tiene más que el 6% de los votos, aunque a partir de la crisis de refugiados, las encuestas le dan un notable incremento. El mayor partido nacionalista flamenco, el NV-A es un partido de centro-derecha del mainstream, muy similar al partido de los cristiano-demócratas de Sebastian Kurz, el nuevo primer ministro de Austria o de la CSU de Bavaria. Es de centro-derecha, no extremista que en temas como la seguridad, la inmigración o refugiados se ha movido claramente hacia la derecha, como lo ha hecho la mayoría de los partidos en Europa, en parte por el miedo a perder votos frente al Vlaams Belang».
Peligrosa estrategia
En 2010, Bélgica batió el récord del mundo de un país sin gobierno. Hubo una espiral de ataque pasivo entre flamencos y valones que pudrió la situación, a la espera de que fuera abono para una nueva institucionalización del país. ¿Fue una estratega premeditada?
«Pero Bélgica siguió funcionando y hay quien piensa que fue mejor porque había menos gasto. No creo que fue una estrategia deliberada del NV-A. Hizo un montón de concesiones, pero faltó voluntad en la parte francófona para ir hacia una reforma sistémica del Estado. En cualquier caso, ahora todo ha cambiado. El NV-A en 2014 decidió formar el Gobierno federal sin ninguna reforma institucional, aceptó aparcar por cinco años ese tema y ahora se está incluso planteando un alargamiento de otros cinco».
Maadens no las tiene todas consigo: «Actuando así el NV-A está fortaleciendo Bélgica. Intentan convencer a los votantes de que Bélgica está gobernada de manera eficiente. Su estrategia pasa por gobernar con una política de derecha de inspiración flamenca, también sobre los valones que votan izquierda, y si sigue haciendo eso, cinco, diez o incluso más años, cree que, eventualmente, los valones pedirán reformar el Estado».
«Es algo similar –prosigue– a lo que ocurrió en Escocia. En la era de Thatcher, los conservadores no tenía apenas apoyo en Escocia; hizo una política neoliberal tan bestia que alimentó la irrupción de un nuevo independentismo. El NV-A espera algo similar en Valonia. Pero jugando así, está relegitimando Bélgica, ahora parece que el sistema funciona y el fervor patriótico belga se ha disparado con la selección en el Mundial. No es tan sencillo como parece».
Es una estrategia llamativa, pero parece peligrosa. «Para reformar el Estado se necesita la mayoría en las dos comunidades y si los valones no quieren, pueden vetar todo intento. Es una apuesta complicada la de esperar y trabajar para que los valones se echen a la calle. Es muy peligroso para un partido independentista mantener durante diez años un silencio sobre la independencia. El partido atrae ahora más políticos moderados, pero está empezando a alejar a varios parlamentarios jóvenes, radicales y muy activos con los catalanes, que dejaron el partido en 2016».
Sin copiar el escenario catalán
Por tanto, no hay a la vista una vía unilateral hacia la independencia de Flandes.
«En 2010 y en 2014, se habló mucho de eso. En 2010 las dos corrientes del nacionalismo flamenco tuvieron un buen resultado (44%, y para el Senado, un 47%). Casi alcanzaron la mayoría absoluta en Flandes, casi el mismo nivel de voto que los independentistas en Catalunya. Se hablaba de conseguir una mayoría absoluta en el Parlamento de Flandes en 2014 para proclamar la independencia. Pero eso nunca ocurrió, porque en 2014 el Vlaams Belang no obtuvo los votos suficientes y quedaron por debajo del 40%. Si esta mayoría se hubiera materializado en 2014, ¿qué hubiera hecho el N-VA? Está lejos de ser cierto que hubieran optado por el escenario catalán. Si en 2019 se consigue la mayoría absoluta en el Parlamento, preveo no pocas tensiones en el N-VA. Y luego hay otro tema, el caso catalán no es realmente un caso de éxito. Ante esa hipótesis de 2019, en Flandes se oye decir que de nada valdría una declaración unilateral de independencia si ello hace repetir el escenario catalán, que ha abierto un camino sin final que Flandes no se debería emprender».
«Crear un ‘fait accompli’, esa es la clave para la independencia»
Maddens fue observador del referéndum del 1 de octubre en Catalunya. Los flamencos siguieron aquel proceso desde la cercanía y la solidaridad. Le preguntamos cuáles han sido las lecciones que extrajo de aquella experiencia. «Si miramos a los hechos, lo que ocurre allí y en Euskal Herria, ¡es tan diferente de la realidad de Flandes! Si Flandes declarase la independencia, Bélgica dejaría de existir, porque Bélgica es un 60% Flandes. Quedaría la gran cuestión de qué ocurre con Bruselas. Sin Euskal Herria y Catalunya, España seguiría siendo un país poderoso. Es una gran diferencia a tener en cuenta».
«La lección que yo saqué de Catalunya, en general, es que lo más importante si quieres ganar la independencia de manera unilateral, sin el consentimiento del Estado central, es tener el control del territorio. Los catalanes no controlaban su territorio y para mí esa es la razón principal de que la independencia de Catalunya no se materializara. Creo que estaban demasiado obsesionadas con hacer lobby a nivel internacional, pusieron muchos esfuerzos en ello, pero era una ilusión. Creer que con reconocimiento internacional serás de facto independiente era ilusorio. Nunca ocurrió; la Unión Europea no actúo en contra de los deseos de España. Para mí, a corto no es tan importante el reconocimiento internacional, lo fundamental es crear un ‘fait accompli’, y eso significa tener control territorial, un territorio en el que tienes el monopolio de la violencia, que es la definición del Estado. España controlaba el territorio, tenía a la Guardia Civil, al Ejército, la Justicia… Creyeron que mediante la movilización de las masas conseguirían ese control del territorio, pero creo que en realidad nunca quisieron hacerlo, tenían miedo de que hubiera muertos y ni siquiera tomaron el riesgo de intentarlo».
En Catalunya, y también aquí, algunas voces hablan de un «compromis à la belge» con Madrid. De negociar dentro del marco legal español. Maddens niega con la cabeza.
«No estoy contento con la situación en Bélgica. Para mí, Bélgica es en gran medida un estado fallido. Las instituciones son tan complejas por culpa de esos ‘compromisos a la belga’ del pasado, hay tanta doble y triple burocracia... En Bélgica pagamos un montón de impuestos; es el país del mundo donde las impuestos son más altos, pero tenemos muy pocos servicios del Estado. Pagamos un montón al Estado y recibimos relativamente poco valor en retorno. Cuando hablo de estado fallido no miro a Irak o Libia, por supuesto, pero si lo comparas con los estados escandinavos, con Holanda, Alemania… no hay comparación. Por eso, no consideraría el llamado ‘arte de negociar de Bélgica’ como un modelo para vascos o catalanes».M.Z.