Doble barrera humana y diez accesos a una fiesta que desde hoy no será igual para todos
Esta mañana (10.00) Baiona dejará de ser ciudad abierta para convertirse en plaza fortificada. Un amplio perímetro clausurará el recinto festivo al que solo se podrá acceder con pulsera, y los forasteros pagando.
El Ayuntamiento de Baiona pondrá hoy en marcha su dispositivo de cierre del recinto festivo. Tras meses de encendidos debates, en los que no han faltado los desencuentros, tanto con la oposición municipal como con la agrupación de peñas, las fiestas de pago serán hoy una realidad. Por lo tanto, hoy es el día en que se podrá empezar a valorar el efecto de una medida para nada popular.
Sobre el papel, las cosas están bastante claras. Al menos en lo que al dispositivo se refiere.
Con la ayuda de esa barrera natural que da a Baiona su doble curso fluvial (Aturri-Errobi) y las murallas que la rodean, el Consistorio ha previsto un total de diez check-point.
Por aludir solo a los accesos más directos a los tres barrios históricos de la capital, al otro lado del puente, la barrera se establecerá en Saint-Esprit.
El eje de bloqueo que por sus dimensiones presenta mayor complejidad, a decir de los técnicos municipales, se situará en la avenida Paulmy, y en el acceso por Place des Basques o la rotonda de Saint-Léon hacia el área de la Catedral. El tercer punto caliente se situará en los accesos al barrio antiguo, Baiona Tipia, tanto desde Lauga como desde Mousserolles.
Uniformes varios
Desde que se comenzara a evocar el cierre de una fiesta municipal y, por lo tanto pública, una de las cuestiones que ha generado más debate ha sido la de la imagen de una ciudad rodeada de empalizadas o vallas.
El Ayuntamiento ha querido evitar, a lo que parece, esa imagen con reminiscencias, antiguas y presentes, muy poco recomendables para la imagen de la ciudad. Habla así de habilitar barreras humanas, lo que traducido quiere decir que en esos puntos de entrada y salida personal de distinta procedencia –municipales, policías, guardias privados– harán un filtrado de las personas que accedan al recinto y de sus bolsos.
Superada la barrera, los que tengan ya su pulsera roja –los baionarras han podido retirarla, sin coste alguno, en el Ayuntamiento– podrán seguir adelante, mientras que los forasteros que no hayan tenido la previsión de reservarla por internet o de adquirirla en oficinas de turismo, podrán hacerse in situ con el brazalete que da derecho a tres días de fiesta previo pago único de 8 euros. Además de los baionarras y los menores de 16 años, quienes trabajan en la ciudad o son actores activos de sus fiestas han logrado la exención en el pago, aunque en algunos casos han precisado de más de un viaje al Ayuntamiento.