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Hipotecas de los conflictos territoriales postsoviéticos

El décimo aniversario de la guerra entre Georgia y Rusia es una buena oportunidad para recordar que existen varios conflictos no resueltos en el espacio post-soviético. Todos ellos se encuentran en diferentes estados de desarrollo y distinta es su influencia a escala tanto nacional como regional.


Abjasia, Osetia del sur, Donbass, Crimea, Alto Karabaj y Transnistria: son los conflictos territoriales de las repúblicas ex-soviéticas europeas. Todos ellos influyen en el día a día y en el futuro de de los países afectados. Presentan unas características similares, pero también diferencias. Ninguno de ellos está resuelto a día de hoy y parece poco probable que la solución llegue en un futuro cercano.

La guerra de 2008 sirvió para oficializar Osetia del sur como un ente separado de Georgia. En realidad, Tbilisi no tenía control de ese territorio desde 1991, cuando se declaró en rebeldía junto a Abjasia. Algo similar ocurrió en la misma época también en Transnistria y Alto Karabaj, que declararon su independencia unilateral de Moldavia y Azerbaiyán respectivamente. El Donbass y Crimea tienen su origen en 2014, cuando el nuevo gobierno de Kiev surgido de un golpe de estado (aunque para parte de la población local y expertos fue precedido de una revolución), eligió una vía de desarrollo euroatlántica.

Entre guerra y normalización

De todos ellos el conflicto más cercano a suresolución es el de Transnistria. Entre 1988 y 1992 Moldavia intentó por la fuerza tomar el control de este territorio. La intervención de las fuerzas armadas rusas en apoyo de los rebeldes transnistrios congeló el conflicto en las fronteras actuales. Se estuvo a punto de llegar a un acuerdo definitivo en 2003, pero en el último momento, y bajo presiones occidentales, el entonces presidente moldavo Voronin dio marcha atrás.

Según él malogrado proyecto, Transnistria formaría parte de Moldavia, pero con derecho de veto a proyectos como una hipotética entrada en la UE o la OTAN. Actualmente hay libre circulación de bienes y personas entre Moldavia y Transnistria, reconocimiento parcial de documentos, aunque no de los pasaportes transnistrios.

El Alto Karabaj formaba parte de Azerbaiyán cuando se disolvió la URSS. Habitado en su mayoría por armenios, declaró su intención de integrarse en Armenia. Las fuerzas azeríes intervinieron en la región y tras varios años de guerra fueron derrotados por una mezcla de fuerzas locales, armenias y voluntarios rusos. Karabaj declaró su independencia, no reconocida por ningún estado, pero de hecho funciona como una extensión de Armenia.

La guerra acabó en 1994, pero hay combates esporádicos en la línea de contacto casi todos los años. Es el conflicto con más riesgo de reactivación y menos progresos diplomáticos. No hay relaciones ni movimiento de personas o bienes entre Armenia-Karabaj y Azerbaiyán.

Una crisis que viene de lejos

Georgia intervino a finales de los ochenta y principios de los noventa en Osetia y Abjasia, escenario esta última de los combates más duros entre fuerzas locales, voluntarios norcaucásicos y fuerzas rusas contra las fuerzas regulares e irregulares georgianas. En ambos casos estas fueron derrotadas y los conflictos congelados.

La situación de Abjasia es la más normalizada a día de hoy, con paso libre entre las dos repúblicas y contactos por mediación internacional. Entre Osetia y Georgia funciona solo un paso de frontera para los habitantes locales. Las provocaciones e incursiones son continuas, especialmente por parte de las fuerzas osetias-rusas. Dado que Rusia ha reconocido tanto a Osetia como a Abjasia como estados independientes, parece difícil que se pueda llegar a una solución diplomática. De hecho actualmente no existen iniciativas en ese sentido, Georgia no reconoce a las repúblicas y Rusia no negocia su estatus.

Los conflictos territoriales más recientes son Crimea y Donbass. La península del mar Negro fue anexionada por Rusia en 2014 un eferéndum express en el territorio. Ucrania nada pudo hacer ante la superioridad rusa sobre el terreno y la simpatía por Moscú de buena parte de la población local. Desde entonces Kiev reclama el territorio con apoyo de prácticamente todos los países occidentales, pero Rusia lo considera un asunto cerrado. Solo la minoría tártara rercuerda que la crisis sigue ahí.

El Donbass es el conflicto más activo, con cientos de muertos por año incluso a pesar de que no hay combates a gran escala desde 2015. En él se enfrentan rebeldes locales con gran apoyo de Rusia, tanto en forma de voluntarios, como de fuerzas militares regulares. Se barajan varios proyectos de resolución; federalización de Ucrania, cascos azules..., pero ninguno parece cerca de ser aceptado por las partes. Aun así, tanto las personas, como parcialmente las mercancías pueden atravesar la línea de contacto.

Todos estos conflictos generan problemas en la región, pero sobre todo hipotecan las aspiraciones futuras de Georgia, Moldavia y Ucrania. Países que deberán resolver los problemas o renunciar a estos territorios si quieren entrar a formar parte de la UE o la OTAN.

Por su parte, Armenia y Azerbaiyán crean un nudo en la región que dificulta seriamente el desarrollo mutuo.