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Georgia se acerca más a la OTAN pero sin alejarse de Rusia

Se cumplen diez años del conflicto tras el cual Georgia perdió una quinta parte de su territorio. En este decenio el país ha cambiado de gobierno, ha reafirmado su vía euroatlántica, pero la realidad política y económica del país deja un panorama contradictorio.


Georgia es uno de los países con las aspiraciones euro-atlánticas más claras. Su intención es entrar en el futuro en la UE y la OTAN. Sin embargo, al mismo tiempo su dependencia económica respecto a Rusia aumenta a cada día que pasa, al igual que se ponen de relieve las contradicciones internas entre las fuerzas más conservadoras y los que quieren modernizar el país, aunque sea rompiendo estereotipos nacionales.

En agosto de 2008 las autoridades georgianas lanzaron una operación policial, que al poco derivó en militar, para retomar el control de Osetia del sur. Osetia, junto a la vecina Abjasia, eran territorios jurídicamente georgianos, pero se encontraban en rebeldía. Desde el comienzo de los años noventa del siglo pasado Tbilisi no tenía control real alguno sobre esos territorios irredentos. La operación georgiana tuvo una contundente respuesta rusa que llevó a los dos territorios a proclamar su independencia, reconocida por Rusia y varios aliados suyos, sobre todo latinoamericanos. El más reciente ha sido el del Gobierno sirio, que está ganando la guerra gracias a la decisiva intervención del Ejército ruso.

Este suceso provocó una crisis política a fuego lento en el país, y el primer presidente reformista y abiertamente prooccidental Mijeil Saakashvili perdió el poder, primero el parlamentario en 2012 y después el presidencial en 2013. Ello no significó por contra un cambio de rumbo. Georgia seguía declarando su euroatlantismo, pero poco a poco ha ido variando el rumbo, para unos doblegándose a Moscú, para otros siguiendo una vía pragmática ante un enemigo superior en todos los sentidos.

Economía y turismo

La claves de ese nuevo hacer son la economía y el turismo. Rusia es el socio comercial número uno de Georgia en términos generales; es el lugar de procedencia número uno de turistas y el país dónde más georgianos viven con el consecuente envío de divisas, Rusia es, tras Turquía, el mayor exportador a Georgia, e importador de productos georgianos. Turquía ocupa el primer lugar en parte gracias al tránsito de mercancías desde Azerbaiyan.

En producto manufacturado Rusia es el primer importador neto, por ejemplo en vino, uno de los productos georgianos más extendidos y tradicionales. Rusia ha comprado 28,5 millones de botellas en la primera mitad de este año, los siguientes cuatro importadores juntos han comprado entre todos 12,3. De los aproximadamente 1.000 millones de euros que enviaron los georgianos que trabajan fuera a sus familiares en casa, unos 400 millones tenían procedencia rusa.

Las autoridades han intentado limitar la influencia rusa en lo económico con medidas poco efectivas como recomendar a las bodegas no exportar más del 25% de su producción a Rusia. En sentido contrario han permitido el retorno de canales de televisión rusa a las plataformas de televisión por cable y el trabajo de ONGes rusas en territorio georgiano.

Ello ha costado críticas al gobierno controlado por el oligarca Bidzina Ivanishvili. Según sus detractores está entregando el país al Kremlin creando esta dependencia económica. Por otro lado, incluso con el aumento de estos contactos económicos con Rusia, la economía georgiana sigue en mal estado. Sin esas relaciones económicas crecientes la situación sería aun peor y el gobierno o bien deberá recortar los ya de por sí escasos servicios sociales, o bien buscar nuevas inversiones en un momento en el que la economía global no goza de buena salud.

Pulsión conservadora

En paralelo a la palanca económica,, Rusia está apoyando a los movimientos más conservadores y nacionalistas georgianos. Se da la circunstancia paradójica de que los mismos movimientos nacionalistas georgianos que se levantaron contra una URSS en crisis a finales de los años ochenta encabezados por el primer presidente de la Georgia independiente, Zviad Gamsajurdia, son ahora uno de los principales activos del poder blando ruso en la república caucásica.

La reciente cumbre de la OTAN celebrada el pasado mes de julio en la capital de Bruselas apoyó firmemente las intenciones georgianas de ser miembro de la alianza, lo cual ha provocado una retórica de amenazas desde Moscú. Tras casos en otras exrepúblicas o en la propia Georgia, cuando el Kremlin no duda en utilizar la economía para presionar, la creciente dependencia económica de Rusia puede poner en serios aprietos las intenciones de Tbilisi.