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La cuesta de Zabalbide se queda «corta» para todos

Los 400 metros de la empinada cuesta de Zabalbide supieron a poco a la mayoría de los 36 participantes en la bajada de goitibeheras. Derrapes y algún pequeño choque provocaron la exclamación a coro de cientos de incondicionales que presenciaron la prueba. Muchos pidieron que se prolongue el recorrido.

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Público y pilotos plantearon al unísono que la bajada de goitibeheras amplíe su longitud más allá del Grupo Garamendi, junto al colegio Ángeles Custodios. No es una demanda nueva pero se volvió a escuchar en una mañana trepidante en la cuesta de Zabalbide. La prueba, una de las nueve de la Euskal Liga de deportes de inercia, reunió a pilotos como los hermanos Julen y Gorka Markez, que compiten en la categoría de Neumática GX, y econocieron que aunque descender por pronunciadas pendientes les resulta muy atractivo, también lo es construirse su propio vehículo.

Los bergararras, que obtuvieron un tercer puesto en el V Open Aste Nagusia, fueron unos de los que se «quejaron» del reducido recorrido, acostumbrados a descender de 1.000 a 1.80o metros. «Tiene dos curvas rápidas –reconocieron– pero un circuito más largo da más juego».

Otro convecino suyo, Aitor Zabaleta, corroboró los comentarios de los Markez, al igual que otros de los participantes pendientes de que los vehículos de asistencia les arrastrasen desde La Ribera hasta el punto de salida. «Es corto –en referencia al descenso de Zabalbide– pero exigente. Es más una bajada pensada para el público, a la que le agrada así».

Este piloto repitió la victoria del año pasado en la categoría de driff trike. Es el tercer año en que compite con el mismo triciclo y, al igual que el resto de sus compañeros, confesó que le gusta fabricar en el taller con piezas compradas a través de Internet y otros materiales su «máquina». Zabaleta, un joven «veterano», explicó que uno de los hándicap a los que se enfrenta es que, por las característivas de su vehículo, con tubos de polietileno, tiende a derrapar, «por lo que lo tienes que evitar para ir más rápido». Así, la última curva, en la confluencia de Zabalbide con Solokoetxe, es «crucial» para obtener un buen tiempo.

Rodamientos en el taller

Ajenos al desarrollo de la bajada, con una manga de entrenamiento y dos oficiales, se encontraron los txikis que acudieron al taller para construir una goitibehera. Algunos de los pilotos, así lo confesaron, se introdujeron en los deportes de inercia con el simple divertimento de fabricarse un vehículo con cuatro maderas, clavos y tres rodamientos.

Ayer, con todo esos elementos –y la inestimable ayuda de comparseros, padres, madres y abuelos– pudieron hacerlo junto a la iglesia de San Anton. Hasta allí se acercaron a animarles montados en sus patinetes Karpatxo y Mekanitxin.

Lo cierto es que no hubo que hacer mucho esfuerzo, empeñados los txikis en poder contar con una goitibehera propia. Al ser invitados a descender por Zabalbide, los nuevos amigos de niños y niñas abandonaron apresuradamente el lugar, aprovechando un descanso en la prueba, al tiempo que exclamaron: «¡qué miedo!».

Costó, porque tal y como explicaron varias personas, las maderas eran duras para ser perforadas por los clavos, pero sí hubo goitibeheras nuevas.