La delgada línea entre el caos y la coherencia
[Crítica: 'Un día más con vida / Another Day of Life']
Caos, desorden, confusión... los primeros compases de esta sinfonía de los horrores nos ubican en esos territorios en los que el hombre deja a un lado su condición de ser humano para integrarse en una escenografía en la que impera la ley del más fuerte.
Todo ello transcurre en la convulsa Angola de los 70, cuando el país fue reconvertido en teatro de guiñol para dos grandes potencias inmersas en su Guerra Fría y en el que Cuba irrumpió para dotar a esta catársis de un sentido humano y revolucionario. En este paisaje de incertidumbre asoma la figura del reportero de guerra Ryszard Kapuscinski y con él llega la cámara animada de Raúl de la Fuente y Damian Nenow para invitar al espectador a un viaje de reminiscencias conradianas y con destino a lo más profundo del corazón de las tinieblas.
Vibrante e implacable, siendo coherente con lo que expone el argumento, este sobresaliente largometraje de animación consigue captar la tensión, la crueldad y los anhelos que asoman en cada uno de los tramos de un viaje descrito con precisión. Si bien todo en el filme orbita en torno a Kapuscinski, a quienes les corresponde recordarnos que lo que visualizamos en la pantalla fue una vez real, son los propios protagonistas que acompañaron en su ruta al protagonista. De esta forma, el largometraje de animación abre una puerta enriquecedora al formato documental por la que se cuelan las miradas y recuerdos de las personas de carne y hueso que un día sintieron cerca la coherencia profesional de Ricardo, el loco reportero polaco.
Otro elemento a tener en cuenta es la pericia que demuestran los autores a la hora de aprovechar al máximo la libertad que ofrece la animación, lo cual se traduce en secuencias en las que asoman los demonios internos, la lisergia que campa en toda guerra y, por supuesto, esa invitación al baile que debe contener toda revolución que se precie de serlo.