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Ugarteko emitía y testificó en dos frecuencias distintas

Que no se esté juzgando a todos los que participaron en la muerte de Iñigo Cabacas está distorsionando lo ocurrido allí, al parecer incluso para algunos de sus protagonistas.


En el juicio a tres mandos y tres agentes de la Ertzaintza por la muerte de Iñigo Cabacas hay un grave problema de espacio y de tiempo. Por ejemplo, los testigos describen que el ambiente en la zona de los hechos era festiva hasta que llegaron dos furgonetas de ertzainas que comenzaron a disparar pelotas de goma, y el conductor de un autobús que pasó por el lugar describe que había una especie de guerra, aunque luego dice que contabilizó media docena de golpes como de botellas de agua, y hay medios que tratan de contraponer unos testimonios con otros. Pero lo cierto es que el autobús pasa cuando las cargas están ya avanzadas, con lo que es perfectamente compatible entender que hasta que empezaron los pelotazos no había problemas y que luego hubo gente que se enfrentó a los policías.

Solo se está juzgando parte de lo ocurrido aquel 5 de abril de 2012 y únicamente a unos pocos de los implicados, porque hasta la jueza de instrucción reconoció que había más agentes que habían disparado y que los hechos solo se habían esclarecido parcialmente. Esto hace que el marco mental con el que algunas partes han preparado el juicio sea también acotado.

Resulta asombroso que Jorge Aldekoa, actual jefe de la Ertzaintza, y en 2012 máximo responsable de la Comisaría de Bilbo, declarara ayer como si en la zona solo estuvieran los seis juzgados y sus tres furgonetas. Aldekoa llegó al juicio con la misión de salvar de toda responsabilidad sobre los hechos a quien en esa jornada ocupaba el puesto de Ugarteko, jefe de operaciones, que era Iñaki Larrea, número 3316, y tratar indisimuladamente de culpar de todo al oficial 3389, Juan José de Pablo, por ser «el mando que estaba en el lugar».

Sin restar a De Pablo ni un ápice de sus responsabilidades particulares, la versión de Jorge Aldekoa parece ignorar que cuando éste llegó a las inmediaciones del callejón de María de Haro con su furgoneta y las de su sector, allí ya estaban la F1 y F6 cargando contra los presentes. Alguien tuvo que darles la orden de disparar y no pudo ser el oficial 3389, porque ni siquiera tenía conexión por radio con ellas.

Ugarteko emitía aquel día en dos frecuencias. Una para los efectivos de refuerzo destinados al partido del Athletic, al que pertenecían De Pablo y las F12, F13, F14 y F15, y otra para las unidades habituales de la Comisaría de Bilbo, como la F1 y F6, que estaban ya disparando. Es Ugarteko (3316) quien contacta con F1 y F6 sin que el oficial 3389 y los suboficiales Kepa Muriel (5351) y Tomás González (1283), que llegaron todos prácticamente a la vez, supieran siquiera de su existencia. Es también Ugarteko (Iñaki Larrea) quien, según la jueza instructora, recibe la llamada de 032 que le informa de que «está la plazoleta llena de gente, pero llena y ahí no se ve ninguna pelea». Y es también Ugarteko quien, según también la jueza, «a las 23:33:41 dio la instrucción de que las cuatro furgonetas (F1, F6, F12 y F13) entrasen en la herriko, cortasen los incidentes y se mantuvieran allí para que no hubiera más incidentes».

Es decir, es Ugarteko quien tiene toda la información de los dos canales, quien toma las decisiones y quien da instrucciones a furgonetas que están (F12-F13) y no están (F1-F6) bajo el mando teórico de Juan José de Pablo. A simple vista se ve quién manda allí, complementado con las decisiones que después se fueran tomando también sobre el terreno.

Está claro que determinados sectores tienen mucho interés en culpar solo al oficial 3389, pero paradójicamente una declaración de Ugarteko en el juzgado puede ser perjudicial para todos los acusados. Antes de que este oficial fuera imputado, el diario “Deia” publicó una página muy dura con él, con el titular «Caso Cabacas: el oficial que se inhibió», en el que recogía que «la declaración ante la jueza del agente conocido como Ugarteko pone en solfa la actuación del ertzaina con mayor rango que estuvo en el callejón de María Díaz de Haro, al asegurar que él dio órdenes porque ‘allí no había mando’».

Además de recoger que «él dio órdenes», el diario señala que Iñaki Larrea explicó a la jueza Ana Torres que su expresión «entren con todo» no significaba disparar pelotas de goma, «sino que se refería ‘a los ochenta o cien agentes que había en el lugar’, número suficiente para entrar a pie en el callejón con el objetivo de encontrar a la persona herida [Cabacas] y permitir el acceso de la ambulancia para que hiciera su trabajo».

Sin embargo, la defensa de cinco de los seis imputados se basa en gran parte en que cargar con las pelotas era la única solución en aquellas circunstancias. Según Ugarteko –aunque lo dijera para defenderse él mismo– había posibilidades menos dañinas que las aplicadas.