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Michael Higgins, reelegido como presidente de Irlanda

El recuento de las elecciones presidenciales celebradas el viernes en Irlanda ha confirmado la contundente victoria de Michael Higgins, quien ostentará durante otros siete años este cargo, principalmente de carácter representativo.


El resultado final ha otorgado al veterano dirigente laborista, de 77 años, el 55% de votos, frente al 23% del segundo, el controvertido empresario Peter Casey, cuyo estilo ha sido comparado con el del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

«El pueblo ha tomado una decisión sobre qué versión del carácter irlandés quiere que se refleje aquí en casa y en el exterior. Es la esperanza lo que desea compartir, en vez de cualquier intento por explotar la división y el miedo», ha declarado Higgins en su discurso de aceptación.

Ha prometido representar a todos sus conciudadanos, «a los que me votaron y a los que no», y a liderar un país donde «cada individuo y comunidad son tratados con respeto y dignidad».

Algo más de tres millones de irlandeses estaban llamados el viernes a las urnas para votar en las presidenciales y en un referéndum sobre la eliminación de un artículo de la Constitución que ilegaliza la blasfemia, en el que habría ganado el «sí» con cerca del 70% de los votos, según los sondeos.

Pese a que la diferencia con Higgins es aún notable, Casey, un emigrante multimillonario retornado de Estados Unidos, llegó a estar a casi 70 puntos del laborista y muy por detrás de los otros cuatro aspirantes, solo diez días antes de los comicios.

Respecto al referéndum, que saldría adelante con mayoría simple, todos los partidos políticos irlandeses, grupos sociales de diversa índole y las iglesias protestante y católica habían pedido el «sí» a la despenalización de la blasfemia.

Los dirigente religiosos sostienen que ese es un concepto «totalmente obsoleto», mientras que para el Ejecutivo de Dublín su derogación representa un «paso importante» en el camino emprendido por Irlanda para mejorar su «reputación internacional», al tiempo que «daría ejemplo» a los países donde la blasfemia conlleva «la pena de muerte».

Nadie representa mejor ese «espíritu de tolerancia y modernidad» que Higgins, académico, notable poeta y apasionado defensor de causas humanitarias, ha recordado el primer ministro irlandés, el democristiano Leo Varadkar, hijo de inmigrantes y primer jefe de Gobierno abiertamente homosexual.

El líder de la oposición, Micheál Martin, de Fianna Fáil, también ha destacado que el electorado quiere a Higgins como presidente porque «conecta con la gente en las ocasiones importantes».

Por contra, ha advertido de que el avance de Peter Casey en las urnas es «muy, muy significativo», señal, ha dicho, de que «no toda la ciudadanía» está satisfecha con «el funcionamiento del sistema».

De las tres grandes formaciones irlandesas, solo Sinn Féin ha puesto a prueba la gran popularidad de Higgins con la candidatura de su eurodiputada Liadh Ní Riada, quien podría haber logrado en torno al 7% de los votos, de acuerdo con los resultados provisionales.

«Por supuesto que estoy decepcionada con ese resultado», ha reconocido la presidenta del Sinn Féin, Mary Lou McDonald.

«No fue un error presentarnos a estos comicios. De hecho, pienso que los otros partidos se equivocan si creen que pueden desentenderse de la elección (del jefe del Estado) y convertirse en meros observadores», ha afirmado.