Indignación de los Cabacas al corroborrar la fiscal que no ve delito en la muerte de Iñigo
Con rabia e indignación han abandonado hoy Manu Cabacas y Fina Liceranzu el Palacio de Justicia de Bilbo después de que la fiscal Pilar Giménez haya corroborado su tesis de que no hubo delito en la carga de la Ertzaintza que acabó con la vida de su único hijo.
Los seis años y medio que han transcurrido desde la muerte de su hijo hasta la celebración del juicio contra seis ertzainas que participaron en la carga que la motivó no han sido fáciles para sus padres. Hoy, sin duda, el dolor ha embargado a Manu Cabacas y Fina Liceranzu después de escuchar a la fiscal Pilar Giménez que no ve delito en aquella intervención de la Ertzaintza que cambió su vida y les arrebató a Iñigo.
La representante del Ministerio Público, al igual que las defensas, han elevado a definitivas sus conclusiones de que en los hechos que acabaron con el fallecimiento de Iñigo Cabacas no se produjo un homicidio por imprudencia provisional grave, por lo que han reclamado la absolución del oficial ya jubilado Juan José de Pablo, los suboficiales Kepa Murial Cano y Tomás González Corral, así como de los agentes José Ignacio Moure, Dany Jhonny Fernández y Eduardo Guzman. La acusación particular, que ejerce la familia de la víctima, ha solicitado para cada uno de los policías autonómicos cuatro años de prisión y otros seis de inhabilitación.
Los padres de Iñigo Cabacas no han podido aguantar su indignación, sumidos en el dolor por lo visto y oido en estas once sesiones de juicio, que se suman a los años de batalla de su abogada para que el asunto, aunque parcialmente, se juzgara. En el exterior del Palacio de Justicia, arropados por aquellos familiares y amigos que les han acompañado estas jornadas, han denunciado la posición de la Fiscalía.
«Nos han humillado»
Entre lágrimas, Fina Liceranzu, todavía impactada por la posición de la fiscal Pilar Giménez, ha dicho que no entiende que la representante del Ministerio Público siga demandando la absolución de los seis ertzainas. «Nuestro hijo está en el cementerio, a nuestro hijo nos lo han matado, a nuestro hijo nos lo han denigrado, nos han humillado», ha manifestado la madre de Iñigo Cabacas, sumida en el dolor pero capaz de denunciar lo que están viviendo en este proceso judicial.
A su lado, su esposo ha tratado de calmarla. Ambos, se han apoyado en los difíciles momentos que han pasado durante el juicio. Ayer mismo fue muy duro para ellos escuchar las comunicaciones de SOS Deiak y Ertzaintza que se referían a su hijo muerto. Manu Cabacas ha confesado que están «muy dolidos» al ver que se pretende amparar aquella intervención negligente de la Ertzaintza.
Ha dicho que, desde el principio, se han enfrentado a obstáculos y a una posición pasiva por parte de la fiscal, de quien ha dicho que ha defendido a los acusados. Ha comentado que mantenía una pequeña esperanza de que el Ministerio Público cambiase su posición al verse cómo las tesis de la defensa se iban desmontando. «Pensábamos que esta señora iba a cambiar de actitud», ha añadido.
Hoy, ese deseo se ha esfumado tras elevar la fiscal sus conclusiones, pidiendo la absolución. Lo ha calificado de «increíble», «vergonzoso», una actitud que no olvidarán.
Un primer informe
Durante la penúltima sesión del juicio que se celebra en la Sección Primera de la Audiencia de Bizkaia han declarado los agentes de la Policía española que, por encargo de la jueza instructora, realizaron el informe de balística en base al análisis de 12 escopetas, 12 bocachas y 60 pelotas de caucho remitidas por la Ertzaintza. A preguntas de la defensa del oficial Juan José de Pablo, los policías han admitido que nunca antes habían efectuado un informe balístico sobre ese tipo de material.
Concluyen que es "compatible" las lesiones que presentaba Iñigo Cabacas con un disparo directo o de rebote. Al no ser preciso el proyectil, dicen que no se puede hacer un "tiro preciso". Apuntan a que la víctima estaba probablemente a 25 metros.
— agustin goikoetxea (@goikodeustu) November 7, 2018
Dos de ellos han afirmado que las lesiones que presentaba el aficionado del Athletic y el impacto perpendicular en el lado derecho de la cabeza que recibió eran «compatibles» tanto con un disparo directo de pelota de goma como con el rebote, y han señalado que no se puede determinar de qué forma se efectuó.
En todo caso, han precisado que la utilización del material antidisturbios no persigue «el impacto directo» sobre un individuo determinado, sino que la misión es «antitumultuaria».
En sus explicaciones de índole técnico, han añadido que la energía que desarrollan estos proyectiles, que se puede regular con la bocacha, puede alcanzar entre los 204 y los 347 julios «en tiro directo» y entre 105 y 109 julios «con rebote», cuando el máximo que soporta la elasticidad craneal es 69.
En ese sentido, han asegurado que el profesional conoce «la peligrosidad de la escopeta». Asimismo, han situado al tirador de la pelota de goma que impactó contra Iñigo Cabacas a 28 metros de distancia «como máximo» en tiro directo, y a 25 metros con rebote.
Ha resultado ‘curioso’ que la fiscal Pilar Giménez insistiese en lograr de los peritos la opinión de que las pelotas de goma no se utilizan para matar a personas. Lo cierto es que, en este proceso judicial, se trata de dilucidar si hubo una actuación negligente al emplear el material antidisturbios, disparando a una masa que celebraba de noche la victoria del Athletic en una pequeña plaza de Indautxu. cercana a San Mamés.
A su juicio, en este caso «no es posible la voluntariedad de hacer blanco» porque este es «fortuito». «Descartamos tiro a corta distancia», han asegurado ambos agentes.
Preguntados por el funcionamiento de la escopeta y su precisión, han aclarado que la falta de precisión no descarta el «tiro directo, tiro tenso», y han señalado que el que dispara no puede controlar el objetivo del proyectil a partir de los diez metros.