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«El cambio climático va más rápido que nosotros», advierte Guterres

Frente a la sombría constatación de que el mundo sigue todavía lejos de comprometerse seriamente contra el calentamiento climático, los países particularmente amenazados por su impacto devastador apelaron ayer a los más enriquecidos a hacer más para no «traicionar a las generaciones futuras».


«Aunque somos testigos de impactos climáticos devastadores que provocan el caos en el mundo, seguimos sin hacer lo suficiente» y el cambio climático «va más rápido que nosotros», alertó el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, en la segunda jornada de la 24 Conferencia de la ONU sobre el Clima en Katowice, Polonia.

Para «mucha gente, regiones y países, es una cuestión de vida o muerte», por lo que «es difícil de entender por qué nosotros, colectivamente, avanzamos tan lentamente, e incluso en la mala dirección», señaló Guterres, quien denunció asimismo que «alrededor del 75% de la infraestructura necesaria para que en 2050 podamos tener una economía más limpia aún está por construirse».

Los países en desarrollo particularmente afectados por la multiplicación de las sequías, tempestades o por la elevación del nivel de los océanos, insistieron en que son los países enriquecidos los que tienen que hacer más para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y para ayudar a los países del Sur a prepararse ante las catástrofes.

«Por errores ajenos»

«Tenemos la sensación de que estamos siendo castigados por errores que nosotros no hemos cometido. La comunidad internacional debe garantizarnos que se hace justicia», denunció el presidente de Nepal, Bidhya Devi Bhandari, quien evocó el deshielo de los glaciares en los Himalayas.

 

«Que Dios nos perdone porque si ignoramos estas pruebas irrefutables, seremos la generación que traicionó a la humanidad», coincidió el primer ministro de Fidji, Frank Bainimarama.

«Los líderes políticos deben comenzar a poner en cuestión los intereses que perpetúan la crisis climática; si no, nuestros hijos y nuestros nietos no nos lo perdonarán nunca», urgió el presidente de Nauru, Divavesi Waqa.

«Los PMA (países menos avanzados) cuentan con 1.000 millones de personas. Son los menos responsables del cambio climático, pero los más vulnerables a sus efectos», señaló el presidente de la delegación de este grupo, el etíope Gebru Jember Endalew, para añadir que harían falta «miles de millones de dólares» para invertir en el clima.

Por de pronto, Guterres instó a los países desarrollados a movilizar los 100.000 millones de dólares anuales comprometidos para ayudar a aquellos países. El BM ha comprometido 200.000 millones de 2021 a 2025.

 

Una cumbre que arranca con muchas ausencias y un anfitrión, como poco, renuente

La Cumbre del Clima comenzó ayer en Katowice (Polonia), donde durante las próximas dos semanas se sucederán reuniones y complejas negociaciones para implementar el Acuerdo de París de 2015, que insta a frenar el calentamiento global recortando de forma drástica las emisiones contaminantes.

Se considera a la COP24, como la cumbre más importante desde la de París, aunque las ausencias de grandes líderes mundiales durante su inauguración restaron brillo a una cita que aborda amenazas planetarias que no entienden de problemas de agenda.

Se esperaba solo a una veintena de jefes de Estado o de Gobierno, la mayoría de los países más vulnerables, incluida Nigeria. El presidente español, Pedro Sánchez, fue el mandatario más relevante de la UE junto con el anfitrión polaco. El primer ministro francés, Edouard Philippe, canceló a última hora el viaje a causa de la revuelta de los «chalecos amarillos».

El presidente polaco, Andrzej Duda, abogó por luchar contra el cambio climático pero reivindicó la soberanía nacional en un país que depende del carbón para el 80% de sus necesidades energéticas. Varsovia teme el altísimo coste y las protestas sociales si acomete un proceso de descarbonificación. Los expertos advierten de que a largo plazo no luchar contra el cambio climático será mucho más caro. Que se lo digan a los «chalecos amarillos». GARA