Los minutos de la basura
Faltan unas pocas horas para que termine el ultimátum que el Gobierno de Urkullu le ha dado a EH Bildu. Quiere que firme el acuerdo o prorrogará los presupuestos que acordó para 2018 con el PP. Extraña forma de presión por parte de quien tiene la responsabilidad y la necesidad de sacar adelante las cuentas públicas.
En esta fase este juego político se asemeja a un sprint. Uno es un especialista y tiene mucha fuerza, pero el otro siempre es peligroso. Lanzarte antes puede ofrecerte ventaja o desgastarte antes de llegar a meta. Acercar la meta es señal de que no estás tan fuerte.
Son horas de tensión, también en la redacción. Entre otras cosas, porque llegan noticias que no terminan de serlo. Fuentes cercanas a la negociación dicen que Lakua da por cerrada la vía con EH Bildu, antes incluso de la hora que ellos mismos se autoimpusieron. Oficialmente, sin embargo, unos y otros siguen diciendo que no se levantan de la mesa. Pero los mensajes que se han cruzado entre ellos empiezan a pasarlos a través de los medios. O eso intentan.
La competencia titula «El Gobierno vasco y EH Bildu tensan al máximo la negociación sobre el Presupuesto» (‘El Correo’). Nos dicen que tienen la confirmación de que el Gobierno ha asumido que prorrogará las cuentas, pero no la publican. Nosotros estamos igual.
Llega la noticia de que mañana Andoni Ortuzar estará a las 9 de la mañana en Radio Euskadi. El ciclo informativo de mañana será para estudiar en las facultades. La experiencia dice que Ortuzar será el encargado de lanzar la pelota al tejado de EH Bildu. No es miembro del Gobierno pero en nuestro país «manda más que un ministro». Tiene un desparpajo que no tiene Pedro Azpiazu, aunque no la solvencia de este.
Sin embargo, esto no va de dinero, de explicar las cuentas, de dónde había que sacar esos fondos para los pensionistas y las personas más desfavorecidas. Por ofrecer alternativas, Nerea Kortajarena lo explicará en Info7 a las 9:20. Si algo ha quedado claro en la negociación es que ese dinero existe y que la propuesta del grupo liderado por Maddalen Iriarte mejoraba los presupuestos. De hecho, los jeltzales han dicho que aunque no haya un pacto van a implementar los puntos que habían acordado. Si esto es así, firmar el acuerdo sin que te den lo que pides sería un ejercicio banal. Sería un regalo de EH Bildu al PNV, algo incomprensible.
Lakua tenía mucho interés porque va a tener problemas con la prórroga. Necesitaban el acuerdo por muchas razones, algunas tácticas o electorales ligadas al punto en el que se encuentra la legislatura y a la inestabilidad política. Otras, muchas, económicas, que tienen relación con el gasto y la gestión. Su obsesión con la izquierda abertzale les altera los cálculos más evidentes.
Termine como termine la noche y empiece como empiece la mañana, estas semanas ha quedado claro que cuando los soberanistas de izquierda entran al juego político lo alteran, tanto a nivel de nervios como de lógica. Entre otras cosas porque demuestran que la primera versión oficial –en este caso, que no hay dinero– nunca es verdad y presentan alternativas que no tienen un sesgo exclusivamente partidario. Es otra forma de hacer política y eso quiebra el «business as usual».