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Dimite el influyente cardenal Barbarin, condenado por encubrir casos de abusos

El cardenal y arzobispo francés Philippe Barbarin, una de las principales figuras de la Iglesia católica francesa, presentará su dimisión al papa tras ser condenado a seis meses de cárcel con suspensión de pena por no haber denunciado los abusos cometidos por un cura de su diócesis contra niños entre 1980 y 1991.


El cardenal francés Philippe Barbarin, uno de los prelados con más poder y adalid de las tesis más conservadoras en el seno de la Iglesia católica, dimitió ayer tras ser condenado en Francia por haber ocultado durante 25 años casos de pederastia cometidos en su diócesis de Lyon.

Sentenciado a seis meses de cárcel exentos de cumplimiento y a pagar un euro simbólico a las víctimas, el cardenal anunció que en los próximos días presentará su renuncia al papa Francisco. Los jueces consideraron probado que el cardenal conocía los abusos denunciados por numerosas víctimas del padre Bernard Preynat, capellán de campamentos de «scouts» en los años 70 y 80.

«Al querer evitar el escándalo (...), el cardenal prefirió tomar el riesgo de impedir el descubrimiento por la Justicia de numerosas víctimas de abusos sexuales e impedir la expresión de su dolor», sostiene el fallo, una victoria para la asociación. «La palabra liberada», que durante años reunió los diferentes testimonios y peleó para obtener una sentencia contra el silencio de la Iglesia. En su veredicto, los jueces reprochan al prelado haber «decidido en conciencia» no decir nada a la las autoridades judiciales «para preservar la institución a la que pertenece». «La obligación de denunciar se imponía», afirmaron. Barbarin no estuvo presente en el tribunal para escuchar su sentencia.

La acusación había pedido la comparecencia en el proceso del cardenal español Luis Ladaria Ferrer, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, al que Barbarin consultó cuando se dirigió al Vaticano, pero la Santa Sede lo rechazó alegando inmunidad diplomática.

Con solo 52 años fue aupado por Juan Pablo II a uno de los arzobispados más tradicionales de Francia. Contrario al matrimonio homosexual, al preservativo o al aborto, representa al sector más conservador de la Iglesia. Eso le valió relevancia mediática, pero también cierto distanciamiento de sus compañeros en la Conferencia Episcopal, que le reprocharon sus salidas de tono, como cuando, en plena batalla contra el matrimonio igualitario, dijo: «Luego pedirán matrimonios de tres o cuatro. Quizá caiga la prohibición del incesto».