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«¡No nos rendiremos!», el grito de guerra unionista ante el Brexit

«¡No nos rendiremos!» es el famoso grito de guerra con el que el difunto reverendo protestante Ian Paisley, fundador del DUP, plantó cara a los católicos republicanos durante el pasado conflicto en el norte de Irlanda. El Brexit ha vuelto a ponerlo en boca de los unionistas norirlandeses.


Pese a su enorme carga simbólica, pues también es utilizado por paramilitares protestantes, Ian Pasley hijo volvió a entonar el «No Surrender!» (¡No nos rendiremos!) el pasado año en el Parlamento de Londres para exigir a sus socios del Gobierno británico que no se dejaran «intimidar» y «chantajear» por los «burócratas» de Bruselas en sus negociaciones sobre el Brexit. Su intervención confirmó que el DUP, partidario del divorcio, había activado de nuevo el «modo trinchera» en su férrea oposición al plan de Theresa May, quien depende de sus diez diputados para gobernar, según explica Cathal McCall, profesor de Política en la Queen's University de Belfast.

La premier podría tener los días contados al frente del Ejecutivo tras anunciar que dejará el puesto si los Comunes ratifican el acuerdo que pactó con la UE en noviembre, para lo que sigue necesitando el apoyo de los unionistas y del ala más euroescéptica de su partido.

Su oferta ha sido bien recibida por algunos de los tories más eurófobos, pues temen que la parálisis actual provoque el descarrilamiento del Brexit, mientras que el DUP ha reiterado que votará en contra del pacto.

Los unionistas le recuerdan a May que no se han modificado los términos de la polémica salvaguarda para evitar una frontera dura en la isla de Irlanda, mecanismo clave para proteger sus economías y el proceso de paz que, no obstante, repudian porque creen que puede dejar al norte de Irlanda «atrapado» en las estructuras comunitarias del mercado único y la unión aduanera indefinidamente.

Asimismo, el DUP teme que la norte de Irlanda pierda sus vínculos con Reino Unido al obtener un estatus diferente al de Gran Bretaña: «La cuestión identitaria es para ellos más importante que cualquier beneficio económico», señala McCall.

La realidad es que el norte de Irlanda «ya es diferente» al resto, dice. Hay, por ejemplo, controles sobre el ganado que se transporta entre Gran Bretaña y la isla de Irlanda. Y el aborto y el matrimonio gay son ilegales, fruto de la política ultraconservadora del DUP, mayoritario entre la comunidad protestante.

«Les gusta cultivar la imagen de defensores de la Unión, de los que no ceden ‘ni una pulgada’», añade McCall, citando otra expresión del reverendo Paisley.

Otro problema, sostiene, es que el Ejecutivo compartido entre DUP y Sinn Féin, primera fuerza entre los nacionalistas, está suspendido desde hace más de dos años. En consecuencia, el equilibrio de fuerzas en el DUP se ha movido de Belfast a Londres, donde su facción de diputados en Westminster, «marginada durante mucho tiempo», ha cobrado «un protagonismo y poder inesperados», expone.

En el complejo tablero político norirlandés también entra en juego Sinn Féin, coincide Andrew Gilmore, del Instituto de Asuntos Europeos e Internacionales de Dublín (IIEA).

Los republicanos rechazan el Brexit porque, como los unionistas, no «quieren verse separados de su patria ancestral», por lo que ven en este divorcio una oportunidad para relanzar el objetivo histórico de reunificación de Irlanda.

Gilmore opina que la salvaguarda no cambiaría demasiado el régimen de controles, casi invisibles, que ya se realizan, pero admite que el restablecimiento de otras barreras físicas afectaría a las «emociones».

La UE ha advertido de que un Brexit sin acuerdo ni salvaguarda podría obligar al bloque a cerrar la frontera para proteger el mercado interior comunitario.

«La vuelta de una barrera dura sería un desastre. Un terrible retroceso, después de más de 20 años de relativa paz y tranquilidad. El simbolismo y los aspectos prácticos de tener una frontera abierta no deben subesti- marse. Ha ayudado al proceso de reconciliación y pacificación en la isla», destaca McCall.

Por suerte, concluye Gilmore, el DUP no ha abandonado su diálogo con May y ésta le podría «ofrecer algo aceptable» a cambio de su apoyo al acuerdo.

Al fin y al cabo, Paisley también pasó del «No Surrender!» a codirigir durante un año el Gobierno norirlandés con el republicano Martin McGuinness.