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La extrema derecha resurge en Finlandia

Verdaderos Finlandeses acarició el triunfo en los comicios del domingo tras la fractura que sufrió en 2017 a causa del extremismo de sunuevo líder, Jussi Halla-aho, que ocasionó la ruptura de la coalición que gobernaba el país. El famoso cordón sanitario no se aplica en un país descontento por las medidas de austeridad. El líder socialdemócrata Antti Rinne será el encargado de formar gobierno tras ganar por tan solo dos puntos.

El líder de extrema derecha Jussi Halla-aho junto al socialdemócrata Antti Rinne. (Martti KAINULAINEN/AFP)

Más de 4,2 millones de finlandeses estaban llamados a votar el pasado domingo después de que el primer ministro Juha Sipilä disolviera el Gobierno debido al fracaso de la coalición –Centro, Verdaderos Finlandeses y Coalición Nacional–  en su intento de reformar el sistema de seguridad social y salud, que buscaba una mayor privatización.

El fallido intento y las políticas de austeridad han pasado factura a Sipilä. El primer ministro en funciones ha presentado hoy su dimisión como presidente del Partido de Centro tras los peores resultados de su historia; obtuvo el 13,8% de los votos y 31 diputados, 18 menos que en las elecciones de 2015.

Sin embargo, la deriva de la formación centrista parece que no ha hecho mella a su exsocio ultraderechista Verdaderos Finlandeses. La formación acarició el triunfo el domingo, quedándose a solo dos décimas, con un 17,5%, de los socialdemócratas del SDP, que lograron el triunfo después de dos décadas.

Escrutado el 100% de los votos, Verdaderos Finlandeses se quedó solamente 6.812 votos del SDP, que logró 545.544. El tercer puesto quedó en manos del partido conservador Coalición Nacional (17%), seguido por Centro. El quinto puesto es para los Verdes (11,5%) y el sexto para Izquierda (8,2%).

Finlandia es una república parlamentaria y los 200 miembros del Eduskunta se eligen cada cuatro años, en un sistema proporcional repartido en 13 circunscripciones y que otorga los escaños mediante el método D´Hont. La propia organización del Parlamento finés obliga a desarrollar Gobiernos de coalición, ya que ningún partido suele congregar más del 25% de los votos.

Por otro lado, cada seis años se elige al Presidente de la República, que es a su vez el Jefe de Estado del país. El conservador Sauli Niinistö ejerce este puesto desde 2012 y al menos hasta 2024.

Tradicionalmente, el SDP, el Partido de Centro y Coalición Nacional han dominado el parlamento unicameral del país nórdico, el Eduskunta. No obstante, en 2011 irrumpió en el tablero político Verdaderos Finlandeses.

Sus raíces se sitúan en el Partido Rural de Finlandia, fundado en 1959 como una escisión del Partido de Centro. Se trataba de una fuerza política minoritaria hasta los comicios de 2011, sorprendiendo al país con 39 diputados electos (en 2007 logró cinco). En una mezcla de populismo rural y un discurso antiinmigración, la formación de extrema derecha se convirtió en la segunda fuerza del Parlamento en 2015.

No obstante, en 2017 un amplio grupo de diputados abandonaron el grupo parlamentario por la elección del nuevo líder del partido, Jussi Halla-aho, considerado uno de los ideólogos de los movimientos ultraderechistas de Finlandia.

Así nació la escisión Reforma Azul, que provocó que los 38 diputados de Verdaderos Finlandeses electos pasaran a 18, provocando el colapso del Gobierno en coalición hasta que el Partido de Centro pactó con la nueva formación, dejando tocados a estos últimos.

A pesar de ello, Halla-aho rozó el pasado domingo la victoria, mientras que Reforma Azul no llegó al 1% de los votos. Líder ultra, europarlametario del grupo euroescéptico ECR y doctor en lengua eslava, Halla-aho ha hecho resurgir a su partido con un discurso todavía más xenófobo que el de su predecesor, Timo Soini. En 2012 fue condenado por el Tribunal Supremo finlandés por publicaciones xenófobas en las que vinculaba al islam con la pedofilia y a los somalíes con el robo.

El líder de extrema derecha es un firme detractor del multiculturalismo y, entre sus propuestas, aboga por cerrar las fronteras y acabar con la ayuda humanitaria a los refugiados. Sin embargo, el número de demandantes de asilo está muy lejos del de sus vecinos nórdicos. En 2015, en pleno apogeo de la crisis de refugiados, unas 32.500 personas pidieron asilo en el país. Suecia, en cambio, recibió 162.000.

A ello se suman las elecciones al Parlamento europeo que se celebran en menos de dos meses, para las que Verdaderos Finlandeses ya anunció su alianza con el partido de extrema derecha alemán Alternativa para Alemania (AfD), La Liga de Italia y el Partido Popular Danés (DPP).

Volviendo al país nórdico, parece que en este el famoso cordón sanitario no se aplica como en su vecina Suecia. En este sentido, Antti Rinne, líder socialdemócrata y llamado a ser nuevo primer ministro, descartó vetos a la hora de mantener conversaciones para formar gobierno, aunque reconoce que no comparte los valores de Halla-aho. El líder de Verdaderos Finaldeses tampoco está dispuesto a regalar el gobierno. «No participaremos en un gobierno que no tenga un compromiso de reducir la inmigración», declaró.

Por tanto, el pacto «natural» parece una coalición del SDP, Los Verdes e Izquierda, aunque la suma de sus diputados, 76, no alcanzaría la mayoría absoluta. Por lo que tendría que entrar en coalición con uno de los otros grandes partidos.

Así, el baile de negociaciones podría durar meses, teniendo en cuenta que, por ejemplo, en 2011 los conservadores necesitaron dos meses para formar gobierno. Pero lo cierto es que Finlandia es la última muestra del poder de la extrema derecha en Europa, donde frecuentan gobiernos o su apoyo es decisivo para formarlos.