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Interview
MASIS MAILYAN
MINISTRO DE EXTERIORES DE NAGORNO KARABAJ (REPÚBLICA DE ARTSAJ)

«Que el mundo nos reconozca es una cuestión de pura y dura supervivencia»

El titular de Exteriores del enclave armenio del Alto Karabaj (República de Artsaj), Masis Mailyan, exige el reconocimiento internacional a lo que ya es una independencia de facto. Precavido ante el riesgo de que las grandes potencias equiparen a la baja las reivindicaciones de todos los pueblos que luchan por la autodeterminación, insiste en que la de su pueblo está vinculada a la seguridad y a la supervivencia.

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Masis Mailyan (Stepanakert, 1967) es el ministro de Exteriores de la República de Artsaj, también conocida como Alto Karabaj, un estado no reconocido del Cáucaso Sur. Este territorio pertenece jurídicamente a Azerbaiyán, pero tras un conflicto armado a finales de los ochenta y principio de los años noventa del siglo pasado, su población étnicamente armenia, es de facto independiente.

Este año se cumplen 25 años del alto el fuego que supuso el fin de la fase activa del conflicto. ¿Cuál es la situación actual en el conflicto del Karabaj?

Sobre el aniversario del acuerdo del alto el fuego fue muy importante que el acuerdo fuera firmadp por todas las partes del conflicto : Artsaj, Armenia y Azerbaiyán. También lo firmó Rusia como mediador. La situación de los últimos 25 años la resumimos como ni paz, ni guerra. El acuerdo de alto el fuego no tiene fecha de caducidad y las partes acordaron que estará vigente hasta la firma de un acuerdo de paz definitivo..

El de Artsaj se pone como ejemplo de conflicto congelado, ¿es eso correcto?

Algunos expertos y medios de comunicación utilizan ese término, pero nosotros no somos partidarios de mantener la situación actual. Queremos una solución del conflicto, que la independencia de la República del Artsaj sea reconocida a nivel internacional. Eso nos daría la posibilidad de garantizar la seguridad de nuestro país y la estabilidad en toda la región.

Con la nueva dirección en Armenia y las reuniones del primer ministro Pashinyan con el presidente azerí Aliev, ¿ha cambiado la situación?

Los encuentros son positivos, al nivel que sean. Pero creemos que el formato está distorsionado. Estos encuentros no son negociaciones, ya que en el conflicto hay tres partes y los encuentros no pueden dar resultados tangibles si no participan todas. La nueva dirección de Armenia tiene como prioridad recuperar el formato a tres, eso es positivo, al igual que tras los encuentros ha habido un periodo de tranquilidad, hasta el 1 de junio, cuando mataron a uno de nuestros soldados en una grave violación del alto el fuego.

En los últimos tiempos el conflicto de Nagorno Karabaj ha desaparecido del orden del día de las relaciones internacionales. Venezuela, Siria o Ucrania copan el debate en las diplomacias europea, rusa o estadounidense. ¿Puede Bakú interpretar esa presunta falta de interés como una señal de que tiene vía libre?

La contención de Azerbaiyán es nuestra política principal, ya que en la región no hay nadie más que lo haga. La parte azerí no reniega de una solución militar, incluso su presidente ha declarado que no solo Karabaj, sino incluso Erevan, capital de Armenia, es su objetivo estratégico. Nosotros nos lo tomamos muy en serio y hacemos todo para que ellos no pasen de las palabras a los hechos. La guerra de abril de 2016 mostró una vez más que ellos están dispuestos en todo momento empezar una ofensiva. Nos gustaría que las relaciones entre UE, Rusia y EEUU fueran constructivas, ya que ello ayudaría al desarrollo en todo el mundo, incluido el Cáucaso Sur. Aun así, nuestro conflicto es único, y no es correcto compararlo con otros.

La república del Artsaj tiene relaciones diplomáticas con otros estados no reconocidos o parcialmente reconocidos como Osetia del sur, Abjasia o Transnistria. De momento no hay relaciones con Donetsk o Lugansk. El hecho de que sigan apareciendo situaciones conflictivas de este tipo puede ayudar a desarrollar formulas más efectivas para su resolución?

En el mundo hay conflictos más antiguos que siguen sin solución. Claro que nos gustaría que se fueran solucionando, pero son todos únicos. Hay que estudiarlos y analizar cada caso concreto, pero no creo que se puedan equiparar. En nuestro caso Azerbaiyán lleva a cabo una política destructiva y tenemos objetivos opuestos. Opinamos que es un choque de diferentes sistemas de valores; por un lado, la gente de la república de Artsaj, que ha hecho efectivo su derecho de autodeterminación, su deseo de vivir libre y en seguridad en su patria. Por otro lado, la insistencia de Azerbaiyán de no permitir eso mediante el uso de la fuerza para expulsar a los armenios de Artsaj.

En este caso no se puede esperar una resolución a corto plazo, hay que aprender a vivir con el conflicto. Este persiste y nosotros garantizamos nuestra seguridad, con nuestras fuerzas armadas y las garantías de Armenia. Además, trabajamos en el reconocimiento internacional del Artsaj, lo que nos da herramientas diplomáticas.

¿Cómo se ven desde Artsaj los últimos movimientos de autodeterminación en Europa, cocatalán o el escocés?

Tenemos una percepción dual en torno a estos procesos. Por un lado, nosotros apoyamos las reivindicaciones de autodeterminación de esos pueblos si estos procesos están bien organizados y si la gente que vive en una determinada unidad administrativa está dispuesta a dar su opinión al respecto en un referéndum.

Por otro lado. constatamos que esos procesos despiertan recelos en determinadas estructuras internacionales, lo que limita nuestras posibilidades de crelación. Respetamos la autodeterminación, pero estas tendencias limitan nuestro desarrollo. Hay veces que tenemos explicar bien las diferencias. En nuestro caso la autodeterminación tiene un gran peso en el tema de la seguridad, pedimos el reconocimiento en nombre de la salvación. Es bueno que en otros casos no exista la amenaza de la exterminación física de un pueblo que quiere autodeterminarse, pero en nuestro caso esa amenaza existe. El reconocimientode Artsaj traería la paz al Cáucaso sur.