Ante un doloroso espejo social
[Crítica: ‘Sorry We Missed You’]
Cuando se le achacá a Ken Loach que lleva haciendo la misma película buena parte de su carrera, habría que responder que, en realidad, gran parte de las películas que visionamos –sea cual sea el género– lleva siendo contada durante lustros. Tal vez la principal causa que genera dicha incomodidad se deba a que este veterano cineasta se ha convertido en constante recordador de los males que acarrea el capitalismo y los conflictos que ello genera en una sociedad a la que tan solo le queda el estímulo de evitar una tragedia mayor en su mecánica cotidiana y laboral.
Por fortuna, Loach –secundado en el guion nuevamente por Paul Laverty– sigue atrincherado en su estilo combativo y se revela como un autor siempre a tener en cuenta, sobre todo en los tiempos actuales que vuelven a inspirar un drama protagonizado por una pareja que se empleará a fondo para no ser devorados por la pobreza.
En su empeño por sobrevivir, él trabaja como repartidor y ella como cuidadora de ancianos. Para completar este retrato familiar tan reconocible, topamos con un hijo que tiende a subvertir la grisura del paiaje urbano mediante graffitis y una hija que se convierte en testigo directo del progresivo deterioro que padece su entorno.
Tenaz, maestro a la hora de captar esas emociones tan cercanas, sinceras y a la vez muy dolorosas, el autor de obras maestras como ‘Lloviendo piedras’ será recordado siempre como el cineasta que captó como nadie algo que, un día, se llamó clase obrera.