Sorpresa compartida
Sobre la proyección de ‘Joker’ en Zinemaldia, y la importancia de la exlusiva en un gran festival.
Se confirmó, por fin, la identidad de la «sesión sorpresa», uno de los grandes reclamos de la 67ª edición de Zinemaldia. Mucho se estuvo hablando, debatiendo y, por supuesto, especulando sobre el tema. Mucho estuvo subiendo el soufflé (de esto se trataba), tanto, que a algunos ilusos se nos ocurrió, muy a última hora, fantasear con nombres imposibles. Pero lo hicimos, lo juro, con la conciencia de que iba a ser muy difícil desviarnos del camino que apuntaban absolutamente todas las insinuaciones y pistas que el equipo de José Luis Rebordinos fueron dejándonos.
Unos días antes de que su certamen echara a andar, el hombre aseguró en una entrevista que la famosa sorpresa había sido cerrada antes de saberse el palmarés del último Festival de Venecia. Esto acotaba a dos el número de sospechosos. El corte final nos dejó con ‘El oficial y el espía’ de Roman Polanski (increíble Gran Premio del Jurado en la Mostra) y con el ‘Joker’ de Todd Phillips y Joaquin Phoenix, flamante León de Oro. Por si esto fuera poco, al llegar a Donostia, nos topamos con unos misteriosos carteles de fondo negro, cuya tipología y frases eran llamamientos directos al recuerdo de tan incónico villano.
Se iba confirmando la máxima candidata. Esto sí, en todos los carteles aparecía impresa una fecha que nos descolocó de nuevo: 24/09/19, o sea, cuatro días antes de la famosa proyección. Saltaba a la vista, pues, que no todo estaba resuelto. Seguían habiendo incógnitas... hasta que llegó la fecha marcada. Unos operarios retiraron la primera capa de papel de los rótulos en cuestión y voilà. Ahí estaba, el rostro de Joaquin Phoenix, exageradamente maquillado, mirándonos fijamente... luciendo esa maléfica sonrisa.
«¡Sorpresa!», podía leerse ahora, y al poco rato, la aplicación para smartphones de Zinemaldia confirmaba (por si todavía quedaba algún despistado) que el día 28 íbamos a disfrutar de la compañía de ‘Joker’. Esto, más allá de los deseos –descabellados– que yo pudiera tener, me parece una excelente decisión de programación. En el último día de festival, los asiduos acostumbramos a llegar jadeando y con la lengua fuera. A estas alturas, el cansancio ha derivado en –insostenible– agotamiento, con lo que se agradecen, y mucho, todos los “caramelos” que la organización pueda mandarnos.
‘Joker’ es exactamente esto, una película sobrada de hype, que además se ha ganado, a lo largo de las últimas semanas, una muy merecida aura de título imprescindible. O sea, que es muy poco el esfuerzo que hay que pedirle al público para que este le dé una oportunidad. Además, con dicha inclusión en la parrilla, Zinemaldia se pone a rebufo de la fórmula ganadora de Alberto Barbera y su Festival de Venecia, aquella en la que la relevancia mediática se consigue conjugando la autoría con el glamour.
Al final de la temporada de premios (es decir, cuando la Academia de Estados Unidos entregue los Oscars, que al final de esto trata esta carrera), lo más seguro es que ‘Joker’ haya obtenido una buena cosecha (ya está en ello, de hecho), y ahí es donde Zinemaldia podrá sacar pecho. El juego de los grandes certámenes, en parte, también se explica así: en poner tu sello en éxitos que, a posteriori, sean fácilmente auditables. En lucir como atalaya privilegiada; en poder decir «aquí lo vimos venir, antes que el resto del mundo pudiera siquiera olerlo». Solo que en este caso, la revelación tendrá que ser compartida.
«¡Sorpresa!», rezaban los pósters promocionales. Y sí, tocó sobresaltarse, una vez más. Al lado de la cara de Joaquin Phoenix aparecía una información con la que no contábamos: la proyección de ‘Joker’ en Donostia será simultánea a la que se celebrará en otras ciudades del estado. A la misma hora en que se esté produciendo la tan cacareada sesión sorpresa, espectadores de Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza y Sevilla van a tener la oportunidad de visionar la tan esperada película.
Daba la sensación de que el festival estaba jugando con nosotros... pero seguramente era la Warner Bros. (major detrás del título de marras) la que estaba jugando con el festival. Desveló el misterio antes de lo previsto, y además se lo llevó a otros sitios. Con ello, Zinemaldia pierde no ya la primicia, sino directamente la exclusiva en su propio territorio, elemento fundamental para existir como cita distinguida del calendario cinéfilo. Ganó el marketing (lo nuevo de Todd Phillips está, efetivamente, en boca de todo el mundo), pero perdió el prestigio del certamen. Tenía que ser con ‘Joker’, claro, una cinta que, visto lo visto, parece destinada a hacer arder nuestro mundo.