La indecisión de instituciones y partidos deja vía libre al Tsunami
Día de resaca y día de reflexión en Catalunya, con la salvedad de las cargas y los disturbios con los que acabó anoche la concentración ante la Delegación del Gobierno. Las dudas y tensiones entre partidos e instituciones dejan la vía libre a las entidades y al Tsunami Democràtic, que se erige en principal referencia para las movilizaciones futuras.
Dime dónde miras y te diré qué buscas. A falta de focos claros, como en la víspera, la resaca de la sentencia del Supremo contra los dirigentes independentistas se convirtió en un espejo de los anhelos de medios y partidos. En el Estado, el Gobierno en funciones se centró en buscar las manos que manejan los hilos de Tsunami Democràtic y enviar 1.000 nuevos agentes a Catalunya, mientras el trifachito desempolvó viejos códigos penales franquistas para asegurar que la sentencia de 100 años de cárcel ha sido pura indulgencia. En Catalunya, el Govern hizo equilibrios imposibles en la cuerda floja y los desacuerdos entre los partidos soberanistas volvieron a aflorar, mientras la gente volvió a salir a las calles, espoleada por la sentencia y por un parte de lesiones de la jornada anterior que dejó más de un centenar de heridos por la actuación de los Mossos d’Esquadra y la Policía española.
Poca broma: un joven perdió un ojo por un impacto que encaja con las características de una bala de foam o de goma, mientras que otro perdió parte del testículo por otra agresión policial. El lunes, la Policía, tenía muchas ganas. Ayer se repitieron las cargas y, en honor a la verdad, cabe decir que no eran los policías –que también– los únicos con ganas. Hacía tiempo que no se veían barricadas arder en Barcelona.
Pero ayer, ante todo, fue el día en el que centenares de personas de cierta edad para arriba descubrieron la existencia de códigos QR. Tras el éxito de la movilización del lunes en el aeropuerto, la iniciativa Tsunami Democràtic puso en marcha el lunes por la noche una aplicación para poder organizar de forma discreta movilizaciones en los próximos días y, quién sabe, semanas. Uno se descarga la aplicación, pero para ponerla en marcha necesita que una persona de confianza le pase un código QR. Una vez en la aplicación, cada uno indica su disponibilidad –en tiempo y en recursos–, y a partir de ahí, Tsunami irá convocando. Inevitable no acordarse de aquellas jornadas en las que cada vez que la Guardia Civil cerraba una web del referéndum, aparecían otras diez nuevas. Lo mismo el 1-O con el censo universal. Los conflictos serán milenarios, pero la revuelta catalana es muy del siglo XXI.
De momento, en cualquier caso, el Tsunami informó ayer que, de momento, no convocará nuevas acciones hasta que un grueso importante de gente tenga la aplicación, por lo que se entiende (o no) que, en los próximos días el protagonismo quedará en manos de las cinco Marxes per la Llibertat que salen mañana desde Girona, Berga, Vic, Tàrrega y Tarragona. Recorrerán unos 100 kilómetros hasta llegar a Barcelona el viernes, donde confluirán con la convocatoria de huelga general. El 18 de octubre se perfila así como nuevo día clave en el calendario inmediato.
Bipolaridad gubernamental
Pero ayer fue también el día que, evidentemente, iba a llegar, vistos los antecedentes; el día en el que a un Govern que quiere apoyar la movilización ciudadana le toca explicar por qué los Mossos que, oficialmente están bajo su mando, reprimen esa misma movilización. Y como era previsible, la alquimia resultó un desastre. La portavoz del ejecutivo, Meritxell Budó, aseguró que el Govern «empatiza» con las movilizaciones contra la sentencia, al tiempo que consideró adecuada una actuación policial que dejó muchas dudas. El propio departamento de Interior anunció una investigación sobre las imágenes de un furgón de los Mossos arrastrando a gente en la carretera.
Lo que se intuye, en estos momentos, es que el Govern opta, al menos de momento, por mantener un perfil discreto en la respuesta a la sentencia, con el objetivo de salvaguardar las instituciones de una intervención, vía 155 o Ley de Seguridad Nacional. El peaje a pagar es la exposición pública de la división entre lo que se quiere y lo que se considera oportuno.
Pero la actuación del Govern también puede venir explicada, en otra parte, por el eterno choque entre diferentes familias independentistas, que ayer no fueron capaces de acordar el formato con el que el Parlament debería responder a la sentencia. Está claro que Torra comparecerá ante el pleno, seguramente la semana próxima, pero sigue en disputa la posterior votación o no de alguna resolución parlamentaria. De hecho, las tensiones han saltado incluso dentro de partidos como ERC, donde el exdiputado Gerard Gómez del Moral reprochó a Rufián aprovechar la sentencia para pedir votos el 10N.
Un panorama que, visto lo visto, deja el protagonismo a Tsunami Democràtic, que el lunes ganó muchos enteros. Por cierto, QR viene de Quick Response. Respuesta rápida.
El Gobierno intenta adivinar quién organizó el colapso del Prat
Si en 2017 la pregunta que traía por el camino de la amargura a los servicios de inteligencia españoles era «¿dónde están las urnas?», desde el lunes es «¿quién está detrás de Tsunami Democràtic?». La organización de la protesta, la administración de los tiempos y la comunicación fueron el lunes impecables. La guinda llegó con el vídeo de Pep Guardiola poniendo voz al comunicado de Tsunami, y el desespero español, con la puesta en marcha de una aplicación privada para convocar nuevas movilizaciones los próximos días.
Nadie sabe hasta dónde llegará –dependerá sobre todo de la predisposición de la gente–, pero la respuesta a la sentencia está más organizada de lo que el Gobierno español se esperaba. Ayer, el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska tuvo que salir al paso de las preguntas de los periodistas: «Por supuesto que hay investigaciones, tenemos unos servicios de inteligencia eficaces y terminaremos sabiendo quién está detrás de estos movimientos del Tsunami Democràtic». Sería cruel recordar que esos mismos servicios no fueron capaces de oler ni una sola urna a lo largo de todo el año 2017.
A lo que llegaron ayer los medios madrileños es a señalar la coincidencia del arranque de la iniciativa del Tsunami con la reunión de partidos y entidades independentistas el pasado mes de setiembre en Ginebra. Tampoco fue capaz Marlaska de anticipar qué delitos cometieron los que colapsaron ayer, de forma eminentemente no-violenta, los accesos al Prat.
En cualquier caso, los aparatos del Estado tienen nuevo objetivo: Tsunami Democràtic. No serán pocos los que les jalearán ese esfuerzo, viendo la cantidad de artículos y comentarios que ayer consideraron tibia e indulgente la sentencia que condenó a 100 años de prisión a los dirigentes independentistas catalanes. Sin ir más lejos, el líder del PP, Pablo Casado lamentó que el Código Penal de 1995 –aprobado por el PSOE– eliminó el delito de «rebelión impropia», que no requería violencia. Se le olvidó decir que ese Código Penal fue redactado en 1973.B.Z.