La sobreexplotación del vertedero sin freno externo, hipótesis principal
Aunque el Colegio de Geólogos haya recomendado silencio, los expertos vascos no pierden detalle de los datos que afloran sobre las razones de la catástrofe. ¿La provocó un factor externo al vertedero, su estructura o la abusiva explotación?
La investigación técnico-judicial puede ir para largo, pero los geólogos vascos no pierden detalle de lo que se va filtrando desde la «zona cero» de la catástrofe de Zaldibar: detalles aportados por quienes han accedido a ella, imágenes de drones, testimonios de trabajadores, datos pluviométricos, modificación previa del paisaje... Y los expertos consultados por GARA, antes y después de que el Colegio de Geólogos de Euskadi «aconsejara encarecidamente» evitar declaraciones públicas sobre el tema, se decantan de modo creciente por una de las tres grandes opciones posibles: más que fallar la ladera o la estructura del vertedero, reventó la instalación por el abuso y las malas prácticas.
Para entenderlo mejor conviene empezar por explicar las hipótesis que van perdiendo fuerza: la primera, que la zona hubiera sido desestabilizada por la variante de Ermua. Esta obra se inauguró en setiembre de 2018, tras cuatro años de trabajos, y su salida desde la AP8 queda bajo la zona derrumbada, lo que hizo recelar a los geólogos desde el día 6. Pasados los días y analizados otros elementos, tanto el tiempo transcurrido desde su construcción sin «avisos» geológicos significativos como la propia ubicación del nuevo vial, al otro lado de la autopista, hacen improbable una causa-efecto directa.
Aunque es pronto para descartar totalmente cualquier hipótesis, los geólogos se decantan por que las dos vías abiertas en la zona no provocaron el derrumbe... aunque el derrumbe sí pudo ser letal para quienes circulaban por ambas o más abajo. El deslizamiento desencadenado a una cota de unos 320 metros de altitud fue frenado por una pequeña estribación, por lo que no se precipitó directamente sobre la autopista, que en ese punto discurre a 180 metros. Si todo se hubiera venido abajo de modo directo por esos 140 metros de desnivel, los dos minutos de derrumbe habrían provocado una mayor catástrofe.
La segunda gran hipótesis es que el derrumbe se debiera a errores estructurales del vertedero. Una instalación, importante recordarlo, situada en altura y con un desnivel de 205 metros desde su punto más alto al más bajo.
Las sospechas al respecto crecieron al publicarse en el Grupo Vocento que el proyecto constructivo fue cambiado «prácticamente al completo» –incluida la empresa geotécnica que lo avalaba (de LKS a Geyser)– tras recibir Verter Recycling la Autorización Ambiental en 2007.
La incipiente investigación apunta, según ha podido saber GARA, a que la estructura del vertedero no ha fallado. La Declaración de Impacto Ambiental estableció un dique de contención de más de 230 metros de longitud y 100 metros de altura. La instalación se iba llenando desde ahí hacia arriba, con obligación de ir sellando cada capa y controlando los lixiviados.
Esa estructura aguantó, pese a la probable inadecuación de la ubicación y pese a otro aspecto sin aclarar tras oír al consejero de Medio Ambiente, Iñaki Arriola, el martes en el Parlamento: ¿Por qué en «una reunión» entre el Departamento y la empresa, el 21 de enero, Verter aportó un informe que establecía ‘de forma taxativa que el vertedero es estable con la configuración actual, desde el punto de vista global, tanto frente a roturas circulares como a roturas de bloque por el plano de debilidad que constituye el conformado de la base’?. Apenas 16 días después, se vino abajo.
La tercera y más probable hipótesis en el momento actual de la investigación es que no fallaron la ladera ni el armazón, sino el propio vertedero, la capa de residuos. No se trata solo de que estuviera cargado hasta los topes (en menos de nueve años había agotado una expectativa de vida útil de 35 y según Arriola le quedaban dos-tres años para colmatarse). Se va conociendo que las proporciones de tierra para el sellado no se cumplieron pese a estar establecidas al centímetro en la Autorización Ambiental: «capa de regularización con tierras limpias de 0,50 metros de espesor», «barrera impermeable» posterior, «capa de drenaje de polipropileno 30-50 mm. y grava caliza 20-40 mm.» y «cobertura: tierras limpias (0,80 m.) y cubierta edáfica (0, 20 m.)».
Tampoco parecen haber funcionado como debían los drenajes. Y si bien estaban prohibidos en el vertedero residuos con más de 65% de humedad, trabajadores han declarado a la Ertzaintza que allí «todo se metía para adentro», incluido un camión con pescado podrido procedente del puerto, según “El Correo”. Con los residuos sin compactar debidamente y la base del vertedero anegada, y sin dejar de meter camiones y camiones, la inestabilidad crecía y el desastre estaba servido.
¿Quedan eximidos de responsabilidad los sistemas de control públicos si la calamidad fue producto del abuso y malas prácticas de Verter? También aquí dejó Iñaki Arriola una afirmación inquietante: «Quiero precisar que respecto al ritmo de llenado no existe limitación legal».