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La tensión entre el Gobierno de Kabul y los talibán lastra el acuerdo de paz con EEUU

El primer atentado mortal en Afganistán tras la firma del acuerdo de paz entre Estados Unidos y los talibán ha encendido algunas alarmas. Coincide con la negativa del Gobierno de Kabul a dejar en libertad a 5.000 guerrilleros prisioneros en el marco de un canje que forma parte del acuerdo, firmado hace dos días en Qatar.

Milicianos talibán celebran el acuerdo y su «victoria» en Lagmand, sur de Afganistán. (Noorullah SHIRZADA/AFP)

Al menos tres civiles han muerto y otros ocho han resultado heridos al estallar una bomba adosada a una motocicleta en el sureste de Afganistán, en el primer ataque de este tipo registrado en el país después de la firma hace dos días del acuerdo de paz entre EEUU y los talibán.

La explosión ha tenido lugar cerca de un campo de fútbol del distrito de Nadir Shah Kot, en la provincia de Jost (sureste).

De momento, se desconoce la autoría del ataque ya que ningún grupo lo ha reivindicado.

Horas antes, los talibán habían anunciado el final de la tregua parcial instaurada el pasado 22 de febrero y la reanudación de su ofensiva contra las Fuerzas de Seguridad del Gobierno de Kabul.

Zabihullah Mujahid, portavoz de los insurgentes afganos, matizaba que, «conforme al acuerdo (con EEUU), nuestros mujahidines no atacarán a las fuerzas extranjeras, pero continuarán nuestras operaciones contra las fuerzas del Gobierno de Kabul».

Los talibán desmienten así al presidente del Gobierno afgano, Ashraf Ghani, quien anunció el domingo la prolongación de la tregua parcial por lo menos hasta  el inicio de las discusiones interafganas, previsto para el próximo 10 de marzo.

Canje de prisioneros

Pero lo que realmente no ha gustado a los rigoristas afganos es que Ghani rechace aceptar el intercambio de  5.000 prisioneros talibán por un millar de soldados y policías afganos capturados.

El canje es uno de los principales puntos del acuerdo firmado en Doha (Qatar) por los representantes de Washington y los talibán. Su portavoz, Zabihullah Mujahid, ha advertido en que es un «requisito previo para las discusiones interafganas».

Por contra, Gahni advirtió de que «EEUU carece de autoridad para dejar en libertad a los prisioneros, es una prerrogativa que corresponde al Gobierno de Afganistán».  Insistió en que «el Gobierno afgano no ha firmado ningún compromiso» en este sentido, y lo vinculó con otras cuestiones «significativas» a tratar en el diálogo interafgano, como el cumplimiento de un alto el fuego «permanente» por parte de los talibán.

Según los términos del acuerdo, negociado por EEUU y los talibán y en el que el Gobierno de Kabul ha quedado al margen por el veto de los insurgentes rigoristas, «EEUU se compromete a trabajar con todas las partes implicadas para la liberación de los presos políticos y combatientes».

El Gobierno del presidente Gahni ha decidido hacerse valer, con la vista puesta además en su crisis de legitimidad cuando su rival, Abdullah Abdullah, rechaza su triunfo en las presidenciales del año pasado.

El problema es que, de querer hacerse valer, puede forzar la impaciencia de los talibán y poner en peligro el incipiente acuerdo. Algo que disgustaría a los EEUU de Trump, únicos valedores del Gobierno afgano.