Orkestra aboga por solucionar la crisis sanitaria aunque se agrave la crisis socioeconómica a corto plazo
María José Aranguren, directora general de Orkestra, Instituto Vasco de Competitividad, considera que ante la crisis del Covid-19 «necesitamos combinar medidas de resistencia y reconstrucción». Así lo afirma en el Observatorio de Competitividad Regional Covid-19 que han puesto en marcha.
Ante esta crisis «sin precedentes, que nos dejará profundas huellas», la directora del Instituto Vasco de Competitividad, María José Aranguren, indica que existen «dos grandes prioridades» en la fase de resistencia ante la pandemia: «Solucionar la crisis sanitaria, dedicándole todos los recursos económicos y atención que para ello sean necesarios, incluso si ello supone a corto plazo un agravamiento de la crisis socioeconómica» y, por otro lado, «tratar de que la destrucción económica, social y anímica derivada de la crisis sea la menor posible».
Por otro lado, sostiene que «dentro de un tiempo –unas semanas o meses–, nos moveremos a la segunda fase, la de reconstrucción y renovación». Bajo ese escenario, afirma que es «fundamental contemplar, medidas, tanto de resistencia ante la pandemia como de reconstrucción de nuestra economía y sociedad». Lo que permitirá «salir reforzados con un modelo socio-económico más resiliente (más capaz de adaptarse mejor a otros desafíos que tenemos como el del medio ambiente, la demografía o la digitalización), fortaleciendo nuestras instituciones y fortaleciendo nuestra sociedad».
El Observatorio de Competitividad Regional Covid-19 es un método de análisis para «ayudar a los actores clave de competitividad de Euskadi en su toma de decisiones a corto, medio y largo plazo». Tiene como objetivo, según Aranguren, «contribuir, de acuerdo con nuestra misión de mejorar la competitividad y el bienestar de todas las personas, a reducir los impactos negativos de la crisis, facilitar la salida más ágil posible y aprovechar las oportunidades que nos presenta».
La responsable de Orkestra asegura que el Covid-19 «ha provocado una situación sin precedentes a nivel global. La propagación del coronavirus por diferentes países y las tensiones que esto conlleva en los sistemas sanitarios han generado una crisis global no comparable con las anteriores crisis económico-financieras». Por ello, insiste en que «nos encontramos no solo ante una crisis de salud con gran repercusión sociosanitaria, sino ante una crisis socioeconómica. De hecho, este factor externo que es el coronavirus progresivamente da lugar a shocks económicos de oferta y de demanda que se retroalimentan entre sí. Este ciclo puede verse agravado si se acompaña por una crisis y derrumbe del sistema financiero».
Según su análisis, no todos los sectores están implicados de igual manera. «A pesar del carácter global de esta crisis, hostelería, restauración, turismo, transporte… experimentan un impacto más negativo, pero puede haber actividades cuya demanda aumenta, como grandes tecnológicas y de compras on line y de distribución, el sector de alimentación y bebidas y ocio digital, entre otras». A la vez que entiende que «algunos países, en principio, se verán afectados más negativamente que otros, en función del grado de envejecimiento de la población, tipo de sectores, temporalidad del empleo…».
Otro hecho clave que distingue la crisis actual de anteriores –según explica– es «el carácter potencialmente más temporal de la caída de la actividad». Advierte de que la actividad productiva «no quebrada» podría volver a ser operativa «una vez comience la salida de la crisis sanitaria y la recuperación de la actividad».
En este caso entiende que es fundamental que, «asegurando las medidas de seguridad para la salud, se mantenga la actividad económica en la medida de lo posible». Añade dos elementos que pueden hacer que «la economía se recupere antes que en la crisis del 2008: el grado de endeudamiento de las empresas españolas y vascas es hoy mucho menor y el sector bancario se encuentra mucho más capitalizado y saneado que en la crisis anterior».