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Hafter proclama que toma el control político de Libia

El hombre fuerte de Libia respaldado por Arabia Saudí, Rusia o el Estado francés ha dado el paso de proclamar que toma el control politico, desmontando la ficción del proceso de la ONU de 2015 y todos los episodios posteriores hasta el alto el fuego de hace cuatro meses.

El mariscal libio Jalifa Haftar, con el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu. (AFP)

El mariscal Jalifa Hafter, hace tiempo hombre fuerte del país, ha anunciado este lunes que el consejo militar que preside se dispone a asumir el control político y que por tanto se desliga definitivamente del acuerdo forzado por la ONU en 2015 en la ciudad de Skhirat, que impuso la formación del actual Gobierno de Acuerdo Nacional en Trípoli (GNA).

En un breve discurso difundido a través de la televisión, el oficial no detalla qué tipo de gobierno pretende liderar y simplemente se limita a subrayar que responde a lo que en su opinión es «la voluntad del pueblo».

«Queremos anunciar que el comando general ha escuchado el deseo del pueblo, y que pese a la enorme responsabilidad, el tamaño y las muchas obligaciones que supone, aceptaremos el deseo popular», ha dicho.

Antiguo miembro de la cúpula militar golpista que derrocó al rey Idris al final de la década de los 70, Hafter fue reclutado por CIA y trasladado a Estados Unidos a finales de la década de los 80 cuando era un alto mando del Ejercito de Muamar al Gadafi y se convirtió en uno de sus principales opositores en el exilio.

Regresó al país en marzo de 2011, apenas un mes y medio después de que estallara la rebelión popular que nueve meses después acabó con la vida y el régimen de Gadafi.

En 2014 fue nombrado jefe del Ejército regular Libio (LNA) por el Parlamento elegido ese mismo año en las urnas, que debió huir a la ciudad oriental de Tobruk después de que el gobierno en Trípoli no reconociera la la derrota electoral.

La ONU lanzó entonces un fallido proceso de paz que concluyó en diciembre de 2015 en Skhirat con un acuerdo para la formación de un gobierno en Trípoli firmado únicamente por grupos minoritarios de ambas partes, y que tanto el antiguo Ejecutivo de corte islamista como el Parlamento tutelado por Hafter, que incluye elementos salafistas, nunca aceptaron.

Desde entonces, la guerra civil y el caos dominan Libia, un conflicto que ha devenido en el último año en un conflicto multinacional sin ejércitos librado por decenas de milicias locales y de grupos de mercenarios privados vinculados tanto al Gobierno sostenido por la ONU en Trípoli (GNA) como a las fuerzas bajo el mando del mariscal.

El enfrentamiento armado se agudizó en abril del pasado año, fecha en la que Hafter -que cuenta con el apoyo del Estado francés, Jordania, Arabia Saudi, Egipto, Emiratos Árabes Unidos (EAU) o Rusia- puso cerco al gobierno en la capital, al que respaldan militarmente Italia, Catar y Turquía.

Desde entonces han muerto cerca de dos mil personas -alrededor de 350 de ellos civiles-, en torno a 20.000 han resultado heridos y más de 200.000 se han visto obligadas a abandonar sus hogares y convertirse en desplazados internos.