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Austria combina el protocolo antipiojos y la tecnología digital para mantener las escuelas abiertas

Aplicar el mismo protocolo que se usa para evitar contagios de piojos, una experimental prueba de la covid-19 mediante gárgaras y el uso masivo de nuevas tecnologías. Esos son los pilares del plan diseñado por Austria para garantizar la enseñanza en medio de la pandemia y no tener que volver a cerrar los colegios en caso de una nueva oleada.

Preparar la vuelta al colegio tras el verano requiere preparar alternativas novedosas. (Ina FASSBENDER | AFP)

El Gobierno austriaco, integrado por una coalición entre conservadores y verdes, anunció el miércoles un plan que contempla una inversión inicial de 200 millones de euros para desarrollar una plataforma educativa unificada que facilite la enseñanza digital.

Para ello, se facilitará a todos los alumnos, a partir de los diez años de edad, la adquisición de un ordenador o una tableta, con copago del 25% del precio.

Niñas y niños han vuelto a las aulas de forma gradual y en grupos reducidos desde mediados de mayo, sin que se hayan registrado apenas nuevos contagios con coronavirus hasta ahora, como relata Wanda Rudich para la agencia Efe.

Normalidad en setiembre

De cara al retorno a clase después del verano, el ministro de Educación, el conservador Heinz Fassmann, y el titular de Salud, el ecologista Rudolf Anschober, confían en haber alcanzado una situación de plena normalidad, pese a no descartar una segunda ola de la pandemia.

Hans-Peter Hutter, vicepresidente del Centro de Salud Pública de la Universidad de Medicina de Viena y asesor del Gobierno, resalta los efectos nocivos que tuvo para muchos menores y familias el cierre durante nueve semanas de guarderías y colegios.

«La principal meta es que ni las guarderías ni las escuelas tengan que cerrar. Sabemos que eso tiene grandes desventajas», añade.

Además, indica que muchos han quedado rezagados en sus estudios por la falta de clases presenciales durante las restricciones para frenar la expansión del coronavirus.

Una rutina con cierta seguridad

Por eso, con la vuelta al cole, como mucho, «se pueda quizá, puntualmente, enviar a casa a una clase entera» si resulta necesario debido a un posible brote, adelanta Hutter.

Básicamente, la idea es actuar de forma similar a cuando un escolar tiene piojos: es obligatorio informar a las autoridades sanitarias y el alumno debe ser sometido a un tratamiento y no ir a la guardería o colegio hasta que no esté libre de la plaga.

«De lo que se trata es de que exista un procedimiento ya conocido, que no requiere más explicaciones», comenta.

Según este experto, la principal diferencia entre cualquier infección futura por coronavirus y el estallido de la pandemia en marzo es el conocimiento adquirido desde entonces.

«Ahora hay que ir entrando de forma segura en una especie de rutina, con una reacción mucho más simple, pues ya no es algo completamente nuevo», y manejar la covid-19 «de la misma manera que otras enfermedades contagiosas», resume.

La clave es encontrar medidas alternativas a aquellas que resultan muy difíciles de mantener en la práctica, como el actual sistema de turnos en las clases, impuesto tras la reapertura de las escuelas el 18 de mayo para reducir a la mitad los alumnos con el fin de garantizar la distancia mínima de un metro.

Test no invasivo

Sin embargo, hay una diferencia fundamental entre el SARS-CoV-2 y otras enfermedades infecciosas, como el sarampión o la varicela, y es que la gran mayoría de los menores que se contagian no presenta síntomas.

Por ello, su detección requeriría pruebas a gran escala en los centros educativos.

En este contexto se enmarca un innovador método desarrollado por científicos austríacos que promete un nivel de seguridad similar al test PCR recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la ventaja de que es mucho menos desagradable.

En lugar de extraer las muestras de la parte posterior de la nariz, la persona debe hacer gárgaras durante un minuto. «Es un método sencillo», mientras que el PCR «es un procedimiento horrible para los niños», señala Hutter.

Un total de 3.000 menores y pedagogos participan en el proyecto piloto lanzado el pasado lunes en nueve colegios vieneses para verificar con ese nuevo método la prevalencia del virus.

No obstante, Hutter también se muestra precavido: «Desde el punto de vista de hoy, se espera y desea que el funcionamiento de las escuelas sea prácticamente normal. Pero no somos clarividentes y, por lo tanto, habrá que estar preparado a aplicar ciertas medidas de vuelta», como la obligación de llevar mascarillas en el colegio.