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Luis de Pablo: «Decían que me darían el León de Oro y no lo creí»

El compositor bilbaino Luis de Pablo (1930), autor de más de un centenar de obras, va a celebrar que la Bienal de Venecia de Música le ha concedido su León de Oro «con una siesta de ceporro»: «Me lo dijeron hace bastante tiempo, pero no lo creí y resulta que es verdad», ha bromeado.

Luis de Pablo, el año pasado, en un ensayo en el palacio Euskalduna. (Luis JAUREGIALTZO | FOKU)

El artista bilbaino, integrante, junto a Cristóbal Halffter, de la Generación del 51, está «contento» por el reconocimiento «aunque no del todo», porque aunque la situación «no es trágica» tampoco está «muy claro» qué va a pasar con «esto», es decir, la pandemia del coronavirus. Pionero en servirse para su música de los ordenadores, allá por los años 60, es uno de los autores estatales más vanguardistas y eslabón esencial en la tradición musical.

A pesar de aquel contacto con lo digital, ha renegado de esos «trastos» porque son «intermediarios» entre él y su obra y prefiere, como lo llama humorísticamente, «darle a la manivela», es decir, servirse del papel y el lápiz, a lo que dedicará la tarde después de descansar.

«Como soy más viejo que la tos, me voy a echar una siesta de ceporro, que buena falta me hace. Eso va a ser lo primero y mi idea luego es ir a recoger el premio –en octubre– con mi mujer, aunque a lo peor nos acompaña el coronavirus ese que nos está ahogando». «Hace dos o tres años entré ya en un momento muy peligroso, pero si las cosas van como tienen que ir, estaré en Venecia, aunque solo sea por cortesía con ellos», ha recalcado.

El director de la Bienal de Música, Ivan Fedele, ha destacado en la rueda de prensa en la que se ha dado a conocer el premio que De Pablo es «un grandísimo compositor con el brío de un jovenzuelo que ha cruzado las épocas más cruciales de la música contemporánea» sin ceder a las modas, con «una extraordinaria fantasía y un catálogo inmenso».

Autor de varias óperas, entre ellas la primera que se hizo en castellano (‘Kiu’, 1983), cantatas y conciertos a los que se suman las bandas sonoras de una treintena de películas, hace música serial y aleatoria, es decir, de un orden sonoro muy diferente al clásico convencional, hecha para «sentir», no para que se «entienda».

«Espero que la fecha de entrega no sea demasiado tarde. Me gustaría mucho que desde este momento hasta el de ir al avión, los días sean como las cuatro patas de mi gato, o sea, que vaya todo como tiene que ir», se ha reído de nuevo.