UP tras el 12J: obligada autocrítica y reconstrucción
La coalición Unidas Podemos sufrió un batacazo en la CAV y en Galiza, que se suma a los registrados en 2019 y que ha revivido la vieja fractura sobre cómo construir el partido. Pablo Iglesias apuesta a la consolidación mientras resuenan viejas críticas,
No es una buena racha para la alianza de Podemos e Izquierda Unida. Con respecto a sus primeros años, no para de dejarse votos en el camino. Si bien en las generales ha resistido con un 13% cuando muchos lo daban por muerto, el bajón en las autonómicas y municipales de 2019 ha sido sustancial. El 12J ha dejado otro sabor amargo, perdiendo el 45% de los votos en la CAV y desapareciendo del Parlamento en Galiza. Las viejas voces críticas volvieron a fustigar y un proceso inevitable de reflexión interna se impone. Después de la sobredosis electoral de los últimos años y estando en el Gobierno, dentro de UP se preguntan ¿ahora qué?
El primero en llamar a una «profunda autocrítica» fue el vicepresidente y líder de Podemos, Pablo Iglesias, en un tuit la noche electoral. El coordinador estatal de IU, Alberto Garzón, también llamó a la «reflexión colectiva y crítica» de lo ocurrido. En la reunión de la Ejecutiva de ayer, Podemos evitó la autocrítica y, sin rueda de prensa, se limitó a achacar estos problemas a las peleas internas.
La tendencia de los últimos años es clara: UP decrece cuando la disputa es local, muy especialmente en los territorios en que las identidades políticas se entrecruzan con la reivindicación nacional: la CAV, Nafarroa, Galiza, Catalunya, País Valenciá y Balears. En todos estos casos la diferencia de votos es sustantiva cuando se dirime el Gobierno autonómico.
La situación enciende dos viejos debates. Uno, sobre cómo una fuerza estatal de izquierdas que se dice plurinacional puede implantarse en territorios donde existen partidos de izquierdas soberanistas muy implantados. Y la segunda, y principal para la dirección de Podemos, es cómo consolidar el partido y evitar que siga perdiendo votos.
En las conclusiones de la última asamblea de Podemos (Vistalegre III), con muy poca repercusión al ocurrir en pleno estado de alarma, la dirección ya planteaba la necesidad de fortalecer la construcción de partido, aprovechando que, de no mediar ningún imprevisto, las próximas elecciones que habrá en el Estado ocurrirán dentro de casi tres años, sin contar con el inconcluso adelanto electoral catalán, cada día más postergado.
Desde el entorno de Iglesias señalan a GARA que el horizonte que se buscará es el de «consolidar» y remarcan que eso hasta ahora no se ha podido hacer porque se viene de un período de constantes elecciones y una pandemia, por lo que ahora habrá un espacio de tiempo para apostar a ello.
Las dos herramientas que la dirección morada tiene en mente para esa meta es la Secretaría de Participación y Círculos, que potenciará esos espacios de debate con intelectuales y militantes y de implantación territorial, y también con la Secretaría de España Vaciada, para mejorar el trabajo en el territorio en las provincias de la meseta castellana.
Desde el entorno más próximo a Iglesias admiten que es «difícil» construir en Galiza o Euskal Herria, incluso se sorprenden por cómo ni la popular ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, cuya carrera política se construyó en territorio gallego, ha podido traccionar votos. Sin embargo, comentan que lo que más preocupa es Catalunya: «Allí hay una fuerza nacionalista y progresista que puede aspirar muchos de los votos que hubo en las generales». Aunque recuerdan que allí quien expone más su pellejo político es la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.
La otra duda es Andalucía, en donde el partido se ha fracturado, como en Madrid. Si bien desde Podemos aseguran que buena parte de las bases se han quedado con Podemos y no se irán a la fuerza de Teresa Rodríguez, Adelante Andalucía, allí se plantea también el reto de una construcción con implantación territorial, que sí tiene Izquierda Unida. Ahora, la clave pasará por decidir si las tres fuerzas deciden una confluencia electoral o competirán a nivel autonómico. La clave de la decisión pasará por los de Garzón.
Por la reconstrucción
El profesor de la Universidad Complutense y cofundador de Podemos, Juan Carlos Monedero, fue uno de los primeros en opinar el 12-J sobre los magros resultados morados. Rogaba que la fuerza que dirige su amigo se apreste a «construir un partido». En declaraciones a GARA, Monedero explica por qué lo dijo: «Podemos nació con dos grandes propuestas, una era entrar en el Gobierno del Estado y la otra construir un movimiento sociopolítico, o partido en movimiento, que permitiera acompañar el cambio en la Europa neoliberal del siglo XXI. Para lo primero se estableció una estructura vertical muy mediática y ejecutiva para dar respuesta a los embates del bipartidismo. Pero en los Círculos y la capacidad de hacerlos un espacio de debate, se ha fracasado», asegura.
Monedero considera que Podemos «ha sido generoso para llegar al Gobierno» y que en su construcción «ha sacrificado la presencia territorial, como cuando decide no presentarse en municipios». En ese sentido, estima que «uno de los problemas que hubo en Galicia y Euskadi es que en cada municipio se presentó con nombres y gente diferente, provocando una confusión inenarrable. De hecho, en Galicia, en las últimas cuatro elecciones se presentó con cuatro nombres diferentes. Todos estos elementos son expresiones propias de la ausencia de un partido consolidado».
Sobre si podría asumirse que la construcción de una izquierda estatal plurinacional es posible en territorios donde existen partidos implantados como Esquerra Republicana, EH Bildu o BNG, Monedero dice «no aceptar» esa conclusión. «Ya tuvimos esa discusión cuando creamos Podemos y yo fui a Euskadi y Catalunya porque creía que podía haber una fuerza como la que teníamos que creciera allí. Sucede que federalismo es una palabra que hemos sacrificado porque el PSOE la convirtió en la nada. Ese espacio de las naciones diferentes de España que puedan sentirse leales a esa nación de naciones es posible».
Según el politólogo –que hoy no tiene cargo público ni orgánico en Podemos–, la formación morada tiene por delante «una tarea de reconstrucción ante todo recuperando la reflexión, que hoy Podemos no tiene. Hay que prestarle atención al partido y las conclusiones de Vistalegre III deben verse traducidas en recorrer territorios».
Sobre qué acción concreta le recomendaría a Iglesias, responde: «Que se monten en un autobús y recorra todo el Estado contando que gracias a su presencia en el Gobierno hubo ERTE, una ley de protección de infancia, incremento de becas, Ingreso Mínimo Vital y subida del SMI. Hay que recorrer los territorios y construir organización».
La cicatriz del «errejonismo»
Monedero advierte de que la cúpula morada debe «mantener esa pugna interna en lo ideológico, pero no en lo orgánico, porque acabó desangrando». Lo dice en alusión a los enfrentamientos entre las diferentes almas de Podemos, un culebrón político que es imposible obviar al analizar los resultados.
Haciendo memoria, en los primeros tiempos de Podemos hubo tres tendencias principales: la de Iglesias y varios exmilitantes del PCE, que privilegió un partido más vertical; la de los recientemente idos Anticapitalistas, que impulsaba una dirección coral de tres y dar más fuerza a las bases, y la de Iñigo Errejón, que quería no pactar con IU y montar un partido más nacional-popular que de izquierda tradicional y –según recuerdan algunos– un poco más españolista.
La eclosión se dio con la puja entre el «errejonismo» y el denominado «pablismo» sobre si pactar o no con el PSOE en 2016. El hoy diputado de Más País perdió en Vistalegre II y fue eventualmente víctima de su propia arquitectura partidaria (creada por él), más caudillista.
Tras los malos resultados en Galiza y la CAV, Errejón escribió en Twitter que Podemos «ya no existe» y que lo que existe «se llama UP y tiene los resultados de siempre de IU». Ese mismo día, el ex secretario general de Podemos Madrid, el «errejonista» Ramón Espinar, dijo que «no se puede seguir eternamente echando la culpa de los fracasos a quien se marchó o echaron. El batacazo hay que apuntárselo a la dirección de partido que ha querido controlarlo todo a costa de convertir Podemos en un solar sin nadie que les moleste» y concluyó que los malos resultados fueron por «endogamia, incapacidad de llegar a acuerdos, sectarismo, burocratización y autoritarismo».
Al respecto, Monedero señala que Errejón tiene «algo roto en su psique» y un ejemplo de ello es que «anunciara la creación de su nuevo partido el mismo día en que Podemos cumplía cinco años», en tanto que lamenta las críticas del líder de Más País porque «él, con sus enredos», evitó el crecimiento en los territorios, en los cuales construyó la organización «para su ambición personal y su lucha en esa obsesión que tenía con vencer a Iglesias. Tiene un gran problema narcisista».
«El espacio que los medios dan a Errejón tiene que ver con que ellos todavía apuestan a tumbar a Iglesias y que cuando todo se hunda, podrán volver. Su actitud es grave, porque es el responsable de perder la Alcaldía de Madrid y luego de que Carmena lo haya repudiado. Tiene la rara habilidad de maltratar a la gente que le quiere», ha subrayado.
El 12J ha hecho recordar que las heridas internas de Podemos todavía esán abiertas y sus consecuencias, visibles, y que el reto por la consolidación del partido, si no quiere caer en la irrelevancia, no es sólo necesario, sino urgente.