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Se degrada el estado de salud de Alain Cocq, en huelga de hambre y sed por una muerte digna

Aunque Facebook no le permitió difundir su final de vida, tal como habría sido sido su deseo, Alain Cocq dejó de comer y beber en la noche del viernes. Su estado se degrada rápidamente, ha informado esta mañana Sophie Medjeberg, vicepresidenta de la asociación «Handi-Mais-Pas-Que», encargada de hacer de portavoz en este «último combate» de este vecino de Dijon en favor de la muerte digna.

Alain Cocq padece desde hace 34 años una enfermedad degenerativa. (Philippe DESMAZES/AFP)

Tras ver denegada la última su demanda de sedación, que cursó él mismo al presidente francés, Emmanuel Macron, Alain Cocq, el hombre al que diagnosticaron una enfermedad rara que, tras 34 años de sufrimiento le ha dejado finalmente postrado en la cama, anunció su intención de dejarse morir y de mostrar su fin de vida vía Facebook.

La red impidió que, el viernes por la noche, el hombre, de 57 años de edad, comenzara a transmitir su muerte, en un «último gesto militante» dentro de un largo combate en favor del reconocimiento del derecho a una muerte digna.

Ante esta situación, será Sophie Medjeberg, vicepresidenta de la asociación «Handi-Mais-Pas-Que», con la que ha trabajado Cocq para mejorar la situación de las personas que viven con grandes discapacidades, la que ejerza de portavoz.

Tras dejar de ingerir comida y bebida, la situación de Alain Cocq se ha agravado rápidamente, ha señalado Medjeberg. «Tras dejar de comer, ayer (por el domingo) vomitó abundantemente y su deshidratación es importante, con lo que empieza a sufrir pérdidas momentáneas de consciencia», ha detallado hoy la portavoz.

Esa es una de las preocupaciones de Cocq y de su entorno cercano, ya que no se sabe qué disposiciones se tomarán por parte de las autoridades sanitarias y/o los jueces en el caso de que el hombre pierda definitivamente la consciencia.

A priori, la ley que regula el fin de vida en el Estado francés, y que protege al paciente de ser sometido a tratamientos para alargar de forma inútil la vida, le ampararía.

Salvo que esa ley no está prevista para regular una muerte voluntaria. De ahí que se haya privado a Alain Cocq de la posibilidad primera que contempla la norma, la sedación, ya que «esa opción está pensada para evitar el sufrimiento, no para buscar la muerte».

Una norma limitada

La ley Claeys-Moretti que rige en el Estado Francés desde 2016 contempla la sedación profunda del paciente cuando su pronóstico vital es irreversible en el corto plazo.

Ese supuesto no es aplicable en el caso de Cocq, por más que en un mensaje antes de abordar la huelga de hambre y sed el vecino de Dijon recordara que «padece una agonía desde hace 34 años», cuando se le diagnosticó la enfermedad degenerativa que afecta a sus arterias y que le provoca gran sufrimiento.

El domingo, Cocq trasladó un mensaje a su portavoz: «Hay que seguir, ocurra lo que ocurra conmigo, con el combate en favor de una muerte digna».