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El desafío de Trump pone ante una disyuntiva existencial al Partido Republicano

El presidente saliente de EEUU, Donald Trump, se mantiene atrincherado en la Casa Blanca mientras los pesos pesados del Partido Republicano, enfrentados a una compleja tesitura, guardan silencio. Entre rumores sobre desavenencias en su círculo familiar, el magnate espera aquilatar el proceso electoral amparándose en los dos meses largos hasta el relevo presidencial. Pero el tiempo corre en su contra.

Seguidores de Trump rezan de rodillas en Towanda, Pensylvania. (Catherine TRIOMPHE/AFP)

El presidente electo de EEUU, Joe Biden, no ha tardado ni un minuto en comenzar a ejercer sus funciones y creará hoy lunes una célula de crisis para afrontar la pandemia del coronavirus, el mismo día en que la cifra de infecciones en el país supera ya los diez millones y se acerca a los 240.000 muertos.

Pero 48 horas después de que el final del recuento en Pennsylvania y en Nevada permitiera a Biden superar los 270 votos electorales para lograr la victoria en las presidenciales, el presidente saliente, Donald Trump, sigue sin reconocer su derrota y ha anunciado para hoy mismo el inicio de una catarata de recursos ante los tribunales para tratar de invalidar los resultados en los estados clave.

Una situación totalmente anómala ante la que el gran interpelado, más allá de quien se vaya a sentar el 20 de enero de 2012 en el despacho oval, es el Partido Republicano.

Los pesos pesados del Old Party guardan silencio. Destaca el del líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell. Y, sobre todo, la posición ambigua del todavía vicepresidente, Mike Pence.

En Twitter, la red social preferida de Trump, el último mensaje de su segundo a bordo data del viernes 6 de noviembre, un día antes de conocerse el desenlace de las elecciones.

«Estoy con el presidente Donald Trump. Debemos contar cada voto LEGAL», escribió Pence en la red social.

No obstante, las diferencias entre ambos quedaron patentes desde la misma noche electoral. Después de que el magnate denunciara un fraude masivo y anunciara su victoria, el valedor de la derecha cristiana a la vera del presidente se limitaba a señalar, al lado de un indignado Trump, que había que esperar al final del recuento.

Mientras el diario ‘The New York Times’ informa de que Pence «pasó parte del viernes en la Oficina Oval con Trump», todo el mundo se pregunta dónde está el vicepresidente. La búsqueda incluye al fiscal general, William Barr, quien también guarda, de momento, silencio.

La cadena CNN y la publicación ‘Politico’ aseguraban ayer domingo que la familia de Trump estaría dividida sobre la aceptación de su derrota, y ubicaban a su esposa, Melania Trump, y a su yerno y asesor, Jared Kushner, entre los que le piden que claudique, mientras sus hijos mayores, Donald Jr. y Eric, insistirían en mantenerse firmes.

Por supuesto, todos los citados han desmentido estas informaciones, que citan a personas conocedoras de las conversaciones.

Alineados con Trump

Más allá de rumores, no faltan sin embargo voces en el partido republicano que avalan la estrategia de Trump de deslegitimar las elecciones. Destaca la del influyente senador republicano Lindsey Graham, quien le ha exhortado a que «no se rinda. Luche, señor presidente».

El líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, también se ha alineado con Trump.

De momento, solo dos senadores de la bancada republicana (51 asientos) han felicitado al candidato demócrata: el senador por Utah y rival de Obama en las elecciones en 2012, Mitt Romney, y la senadora por Alaska Lisa Murkowski.

Son más los legisladores republicanos que han hecho suya explícitamente la negativa del presidente saliente a reconocer su derrota. «Algunos republicanos están dispuestos a tirar la toalla y centrarse en las próximas elecciones. No hay futuro para el Partido Republicano si no nos plantamos y luchamos por Donald Trump en este momento crítico», ha advertido el miembro de la Cámara de Representantes Matt Gaetz.

El expresidente republicano George W. Bush, el mismo que logró la victoria en 2000 tras lograr que su rival, Al Gore, desistiera tras un mes de pugna en los tribunales por el ajustadísimo resultado en Florida, telefoneó el domingo para felicitar a Biden por su victoria en una elección «fundamentalmente honesta» y con un resultado «claro».

Pero el expresidente, enemigo jurado de Trump desde que se presentó en las primarias republicanas de 2016 y barrió del mapa a su hermano y favorito Jeb Bush, no está entre los destinatarios del mensaje de Gaetz. Menos cuando se da por seguro que en los comicios habría votado por Biden y el reconocimiento de su triunfo no deja de ser simbólico.

El desenlace en el Senado

Todas las miradas se dirigen a la cúpula de un partido, el republicano, que fue cooptado totalmente por Trump y que ha visto cómo el presidente saliente ha perdido las elecciones logrando 70,3 millones de votos, siete millones más que en 2016. Ahí es nada.

¿Se rebelará el Old Party contra su máximo y outsider dirigente? ¿Le dejará simplemente caer y recuperará su esencia liberal-conservadora? ¿O unirá su destino al de Trump?

Atención al desenlace final del empate entre republicanos y demócratas en el Senado. Una batalla que ha quedado solapada por el recuento de infarto entre Biden y Trump.

Pero que puede ser decisiva. Y es que el destino de Trump y, por tanto, el futuro político de la primera potencia mundial puede depender de si los republicanos mantienen o pierden la mayoría en el Senado.