La segunda ola de la pandemia golpea con fuerza en el interior de Ipar Euskal Herria
Las cifras de la pandemia siguen en aumento y la decisión del Gobierno francés de no aligerar las restricciones evidencian que los incipientes «brotes verdes» no permiten ningún relajo. La segunda ola ha sorprendido por su virulencia al personal sanitario de la comarca de Garazi-Baigorri.
El personal sanitario de la comarca bajonavarra de Garazi-Baigorri no oculta su preocupación. En todas las localidades, incluso en las que tienen un menor número de habitantes, aparecen cada día nuevos casos de covid-19.
Génèvieve Carricart, enfermera en Donibane Garazi, traslada a través de Mediabask sus inquietudes. «La transmisión es muy rápida y afecta a todas las edades», resume.
Muchos jóvenes son asintomáticos pero la enfermera confiesa que se cruza de forma habitual con casos de «pacientes en la treintena que han sufrido afecciones especialmente graves».
Una persona de mayor edad, que ha pasado por los servicios de reanimación y que, afortunadamente ha podido regresar a su domicilio, le ha relatado esa angustia de «vivir un viaje a las puertas del infierno».
La enfermera, con años de experiencia, conoce al dedillo el terreno y habla de «una transmisión en el espacio familiar debido al no respeto de los gestos barrera».
En su opinión, en localidades relativamente pequeñas, los vecinos no se esperaban la llegada de la segunda ola, máxime cuando en primavera las zonas de afección más importantes se situaban a centenares de kilómetros de Euskal Herria, en la región parisina o en la región del Gran este.
A ello hay que añadir, explica, que en las zonas rurales las casas familiares siguen albergando a personas de distintas generaciones, lo que facilita la extensión del contagio, con consecuencias particularmente graves en el caso de las personas más vulnerables.
Varios vecinos de la zona de Garazi-Baigorri han pasado por los servicios de reanimación y el cantón bajonavarro cuenta varios fallecimientos por la covid-19.
Falta de medios de diagnóstico
La enfermera no olvida señalar, cuando se trata de valorar esa mayor incidencia de la pandemia, las carencias materiales a la hora de efectuar los diagnósticos.
«Es imposible testar todos los casos directos a fin de romper la cadena de transmisión, máxime cuando la administración sanitaria no autoriza a que testemos a personas no sintomáticas», explica.
Las promesas hechas durante la primera oleada de la pandemia no se han cumplido, lo que genera «rabia e impotencia» en el equipo de seis enfermeras que compone el servicio en que trabaja Génèvieve Carricart.
Pese a todo, el personal sanitario sigue manteniendo su esfuerzo de adaptación y trabaja día a día para hacer frente a la propagación del virus.
Los test se realizan por las mañanas para evitar que coincidan personas con covid-19 y pacientes con afecciones ordinarias.
A cada consulta se repite el ritual de desinfección, lo que ha permitido que hasta la fecha no se haya producido ningún caso entre el personal sanitario y tampoco en sus familias.
Ello no obvia para que Carricart se queje de que «se nos ha mentido, porque, por más que sea comprensible que no se puedan habilitar miles de camas en hospitales en unos pocos meses se podían haber aportado los medios para responder a necesidades básicas en materia de realización de test», señala.
En la segunda semana de confinamiento, las cifras a escala departamental siguen siendo inquietantes. El jueves 12 de noviembre Pirineos Atlánticos seguía figurando en el mapa de Nueva Aquitania como el departamento con una mayor tasa de incidencia de la covid-19, con 431,4 casos por 100.000 habitantes, doblando casi la media regional (261).
El departamento que incluye a Ipar Euskal Herria figuraba ayer igualmente a la cabeza de las hospitalizaciones, con 390 personas ingresadas, 16 más que el día precedente.
Reconfinamiento adaptado pero con visos de prórroga
Esos datos muestran por sí solos que, pese a esos «brotes verdes» en forma de un reducción del 16% de los contagios a la que aludió ayer Jean Castex son todavía muy incipientes. El primer ministro francés descartó en su alocución televisiva del 12 de noviembre una apertura de comercios no esenciales antes del 1 de diciembre.
Los bares y restaurantes ni siquiera tienen fecha, y todo apunta a una extensión global, quizás con algunas excepciones, del reconfinamiento adaptado -con salidas al trabajo y a la escuela- que entró en vigor el 30 de octubre hasta vísperas de Navidad.
Todo un jarro de agua fría para los pequeños comerciantes que se movilizaron el 4 de noviembre en Baiona, y 7 de noviembre ante el Ayuntamiento de Donibane Garazi.
Tensión hospitalaria y refuerzo en Baiona
La progresión de la pandemia, que podría alcanzar su pico la semana próxima, de acuerdo a los cálculos de las autoridades sanitarias galas, tensiona los hospitales.
Así se ha puesto en evidencia esta misma semana con la llegada a Lapurdi del primer hospital móvil a escala europea, desde Tolosa (Occitania), para permitir al Hospital de Baiona dotarse de 18 camas suplementarias en urgencias, cara a evitar que los casos de covid impidan dar la atención que precisan otros enfermos graves.
Los datos de Euskal Herria siguen llegando a cuentagotas y no siempre por canales oficiales, lo que no ayuda a la labor de concienciar a la ciudadanía sobre los gestos a adoptar para detener el avance de la pandemia.
Esa situación implica un reto añadido para el personal sanitario. También para las enfermeras que como Génèvieve Carricart serpentean a diario los caminos de las localidades rurales, un servicio esencial para los vecinos de la comarca de Garazi-Baigorri.