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La Ruta Canaria acumula 1.851 víctimas en 45 naufragios, denuncia Caminando Fronteras

En lo que va de año, el colectivo Caminando Fronteras ha contabilizado 2.170 víctimas mortales en las cuatro rutas de acceso al Estado español. La Ruta Canaria concentra la gran mayoría de fallecimientos: 1.851 en 45 naufragios.

El colectivo Caminando Fronteras ha contabilizado este año 2.170 en las cuatro rutas de acceso al Estado español. (CAMINANDO FRONTERAS)

«Son los peores datos desde que Caminando Fronteras hace un monitoreo del derecho a la vida en la frontera Occidental Euroafricana. Son verdaderamente terribles». Con estas palabras ha comenzado su intervención Helena Maleno, defensora de derechos humanos y fundadora de este colectivo, en su balance anual.

En este 2020 ha contabilizado 2.170 víctimas en las cuatro rutas de acceso al Estado español: la Ruta de Argelia, la Ruta Canaria, la de Alborán y la del Estrecho. Esta cifra supone un incremento del 143% en la tasa de mortalidad con respecto a 2019, año en el que registró 893 víctimas.

La ruta hacia las Islas Canarias es la que mayor número de víctimas concentra de esas cuatro, 1.851 en 45 naufragios. Es también la que implica a más países de salida –Marruecos, Senegal, Mauritania y Gambia–, factor que, según remarca Caminando Fronteras, «hace aún más difícil la coordinación entre ellos para defender la vida. Una coordinación que ya denunciábamos deficiente cuando se planteaba a escala bilateral».

«Los trayectos son excesivamente largos en toda la ruta, por lo que se contabilizan un gran número de embarcaciones desaparecidas en pleno océano», añade.

Le sigue la Ruta Argelina con 231 víctimas en 23 naufragios; la de Alborán con 62 en 13 naufragios y la del Estrecho con 26 en 7 naufragios. Cabe destacar que en 33 embarcaciones, desaparecieron todos sus ocupantes.

Las 2.170 víctimas procedían de 15 países: Marruecos, Argelia, Mauritania, Senegal, Guinea Conakry, Guinea Bissau, Gambia, Costa de Marfil, Camerún, Nigeria, República Democrática del Congo, Islas Comores, Bangladesh, Sri Lanka y Siria.

Impacto del covid-19 y de los acuerdos de pesca

Entre los factores que han propiciado un incremento en las salidas, Maleno ha resaltado el impacto del covid-19 en los países de origen, la represión contra el movimiento Hira en Argelia, el golpe de Estado en Mali, los acuerdos de pesca con Europa que, por ejemplo, en el caso de Senegal «esquilman sus caladeros, arrebatándoles su fuente de subsistencia y expulsando a los pescadores senegaleses del territorio hacia una muerte segura».

Ha criticado que «siempre se pone el foco en el aumento de llegadas y nunca en cuánto aumenta la mortalidad y en el coste» que esta tiene para las comunidades migrantes y los familiares.

Asimismo, ha denunciado la falta de interés y de medios para recuperar los cuerpos e identificarlos, y la «estigmatización y criminalización» de las familias que buscan a sus desaparecidos. De las 2.170 víctimas, solo se han recuperado los cuerpos de 88 de ellas o, dicho de otro modo, 2.082 están desaparecidas.

«Esto es brutal, no se ha hecho un esfuerzo por parte de las administraciones públicas por identificar a las víctimas, por contrastar los datos. No se está buscando. Y las familias necesitan una respuesta de las administraciones públicas y por eso se organizan para buscar a sus seres queridos y lo hacen por todos los medios. Y en esto quería resaltar algo que nos ha llamado mucho la atención y que se ha reforzado en los últimos tiempos y es la aparición de gente que, a cambio de dinero, engañan a estas familias dándoles diciéndoles que sus familiares están vivos. A falta de informaciones oficiales, las familias están pagando por esa esperanza y eso también es una responsiblidad de las administraciones. Por eso hemos hecho un esfuerzo para que esas 33 embarcaciones desaparecidas que hemos monitoreado estén en una lista para que puedan obtener algo de respuesta a su dolor», ha subrayado Maleno.

«En los países de salida y de tránsito hay mucha más sensibilidad en cuanto a facilitar la identificación de las personas muertas y los entierros que en el Estado español. Con muchos menos medios, la actitud de las morgues en Marruecos, Argelia o Mauritania es distinta. Las comunidades se acercan a la morgue y ésta facilita todo ello, puede ser por la religión, porque para los musulmanes dejar a alguien en un frigorífico es algo horroroso, pero también porque saben qué es que alguien se te muera en el mar. La diferencia es que en Marruecos, Argelia, Senegal, Mauritania, las personas tienen familiares, comunidades o vecinos que han perdido a alguien en el mar; en el Estado español no hay esa sensibilidad porque no hay españoles que se ahoguen en el mar», ha lamentado.

Naufragios que eran evitables

En la presentación del informe, Maleno también ha denunciado el retraso de hasta siete horas en el rescate de las embarcaciones. En respuesta a NAIZ sobre los factores han propiciado «naufragios evitables», ha destacado que «el control migratorio está por encima del derecho a la vida».

«Eso supone el desmantelamiento de servicios de salvamento, retraso en la activación de alertas de búsqueda o en las salidas de una embarcación que ya estaba localizada, falta de coordinación entre los distintos países para defender la vida en las aguas que comparten, falta de información para pasarse rápidamente posiciones, falta de reparto de medios –hay países que no tienen aviones y que necesitarían que entrara en sus aguas un avión del Estado español aunque el rescate lo haga un país tercero–».

«Para nosotras lo ideal sería que se pusiesen los medios para que no hubiera tantas muertas en esas rutas, pero no va a ser así. Desde el año 2019 sabíamos que iba a haber una catástrofe como la de este año, porque estamos hablando de una catástrofe humanitaria; ¡2.170 personas es un fracaso, es horrible! Ya tuvimos la experiencia de poner barcos militares en el Mar de Alborán cuando se desplegó Frontex allí. Que hubiera una fragata allí costó nueve millones de euros y produjo más muertes evidentemente. Esa militarización tiene como consecuencia un incremento de las muertes y esconderlas. Tenemos miedo de que esas políticas sigan haciendo crecer el porcentaje de mortalidad de las rutas», ha señalado Maleno.

Estigmatización y culpabilización

«Tenemos el ejemplo de Estados Unidos, donde cada año sube el porcentaje de muertes y las rutas son cada vez más complicadas y Europa va hacia ese camino, un camino muy peligroso que no solo aumenta la mortalidad sino que se justifica y se culpabiliza a las propias personas migrantes de su propia muerte y a las que van en la embarcación. No se busca identificar a las personas que han desaparecido, no se busca localizar a las familias para explicarles lo que ha sucedido, sino que se busca culpabilizar a alguien de la embarcación de esas muertes. Es un sistema totalmente perverso», ha añadido.

La activista, que fue tuvo que hacer frente a un proceso judicial en Marruecos con peticiones de cárcel por ayudar precisamente a los migrantes que se ponen en contacto con el colectivo a través del teléfono de alerta que mantiene habilitado, ha incidido en que junto a la tasa de mortalidad ha aumentado «la estigmatización y criminalización» de las propias víctimas, de sus familiares, de las comunidades migrantes y de las organizaciones que les prestan acompañamiento.