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La UE vuelve a Moscú con Navalny en la cárcel y falta de vacunas contra el covid

El jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, llega este jueves a Moscú en plena campaña represiva contra el opositor Navalny y sus asesores pero con la ansiedad europea por poder acceder a la vacuna rusa contra el coronavirus.

El jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, llega hoy a Moscú. (John THYS/ AFP)

Organizaciones no gubernamentales de defensa de los derechos humanos y medios de comunicación no oficialistas están denunciando la amplitud de la represión contra los partidarios del ya preso y dirigente opositor Alexei Navalny, dossier que está en el centro de la visita a Moscú de Josep Borrell, primera de un Alto Representante de la Unión Europea (UE) para Política Exterior y Seguridad Común a Rusia en los últimos tres años.

ONGs y redacciones críticas con el Kremlin han publicado imágenes de la represión policial y denuncian más de 10.000 detenciones desde el primer fin de semana tras la llegada de Navalny a Moscú, a mediados de enero, hasta el pasado martes 2 de febrero, cuando fue enviado a la cárcel a cumplir los 2 años y ocho meses de una condena que fue rechazada por injusta por el Tribunal de Estrasburgo.

Sergueï Smirnov, redactor jefe de la web ‘Mediazona’ ha sido condenado a 25 días de prisión por retuitear la convocatoria de una de las manifestaciones no autorizadas. Una veintena de redacciones han exigido su puesta en libertad inmediata.

Hasta el diario ‘Kommersant’, propiedad de un magnate próximo al Kremlin, ha denunciado un uso de la fuerza «excesivo» para unas manifestaciones no autorizadas.

«En nuestro país no hay represión, lo que sí hay son medidas contra los que quebrantan las leyes en los actos no autorizados», ha argüido el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov.

Los centros moscovitas están abarrotados de condenados y acusados. A falta de espacio, Smirnov purga su pena en un centro de retención para migrantes. Testigos aseguran que los tribunales se limitan a condenar en serie a los acusados.

En esas circunstancias llega Borrell, con un original mensaje de firmeza que espera trasladar este viernes al ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov –Peskov ya ha anunciado que el presidente, Vladimir Putin, no tiene previsto recibirle–.

El jefe de la diplomacia de la UE no espera que el Kremlin vaya a responder afirmativamente a las críticas por su gestión del caso Navalny pero confía en que le den permiso para visitar al dirigente opositor.

Algunos Estados de la UE exigen nuevas sanciones, sobre todo Alemania y el tema estará en el menú de las discusiones comunitarias durante todo el mes y antes de una cumbre europea consagrada a Rusia en marzo.

Nord Stream 2

El proyecto de gasoducto submarino Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania está en el centro del debate. Pese a liderar la propuesta de más sanciones, Berlín defiende su consecución frente a otros países como el Estado francés que, con su apuesta histórica por la energía nuclear, no depende del gas. Y todos, incluso EEUU, saben que solo una decisión como la de bloquear el gasoducto sería un problema para Putin.

Pero un nuevo y decisivo elemento se ha sumado a la ecuación en la visita de Borrell, que pone fin a un parón de los contactos diplomáticos de la UE con Rusia desde 2017.

Y no se trata, que también, de los dossiers sobre Ucrania, Siria y Libia.

Putin, y Rusia, tienen una baza con la homologación científica de su defenestrada vacuna contra el coronavirus, Sputnik V, en plena disputa de la UE con las farmacéuticas europeas por incumplir las expectativas de suministro de vacunas en los próximos meses.

El viceministro de Exteriores ruso, Alexandr Grushko, ha alardeado de que Moscú está listo para el diálogo con la UE y no teme que el encarcelamiento de Navalny repercuta en la visita. «No lo tememos, estamos preparados para discutir todos los temas, incluidos los problemáticos».