Del éxito de la vacunación en residencias al olvido en las prisiones
Las residencias de Bizkaia y Gipuzkoa ya no tienen casos activos de coronavirus. En las de Araba quedan 9 y en las de Nafarroa hay 12 enfermos. Residencias y lugares donde viven personas agrupadas, como conventos y cuarteles militares, han sido priorizados para vacunar. No así en las cárceles.
Las residencias de ancianos, que han llegado a concentrar una de cada dos muertes por coronavirus, se han convertido en los primeros lugares en dejar el coronavirus atrás. O, al menos, eso se desprende del último informe de situación, donde la epidemia ya ha sido erradicada de los centros vizcainos y guipuzcoanos y, si la tendencia se mantiene, pronto quedarán libres de coronavirus las residencias alavesas y navarras.
La población residente fue la primera en inmunizarse por el hecho de vivir agrupadas en comunidades cerradas, lo que multiplicaba el riesgo y la virulencia de los brotes. En Nafarroa, donde se hizo una auditoría sobre lo sucedido durante la primera onda, se vio que cuanto más grande era el centro, más propensión a generar brotes graves de coronavirus. En La Misericordia, la mayor residencia de la Comunidad Foral (con más de 500 camas), se sucedieron varios brotes con decenas de afectados en cada uno.
Junto con los residentes y los trabajadores que trabajan en estos centros, también se vacunó en enero a congregaciones religiosas de más de 15 personas, pues eran colectivos donde la forma de vida tenía muchas similitudes con las de las residencias de ancianos.
La noticia de la vacunación de las clarisas de Agurain a mediados de enero generó bastante polémica, pero sí que es cierto que este colectivo figuraba como prioritario en los listados que elaboró el Ministerio.
Del mismo modo, la peligrosidad de los brotes en lugares donde la gente convive le sirvió al Ejército para colar a sus uniformados que viven en cuarteles y adelantar la fecha de su inmunización. Por este motivo, en muchos lugares se está vacunando a militares antes que al profesorado. La UME comenzó a vacunarse el 12 de febrero, mientras que la inmunización de profesores menores de 55 años arrancó en la CAV ayer.
Quienes por el momento se han quedado fuera de la estrategia de vacunación de grupos que viven en espacios cerrados son las personas presas, que siguen sin fecha para comenzar su inmunización.
Catalunya, la excepción
No en todas partes sucede así. Desde el pasado miércoles, en Catalunya han empezado a inmunizar a los presos menores de 55 años con la vacuna de AstraZeneca. Si bien una única dosis de este preparado no basta para alcanzar la inmunidad deseable (hacen falta dos), los últimos estudios del Sistema Sanitario Público escocés apuntan que es capaz de prevenir casos covid grave en un 94% de las ocasiones (y en Escocia se vacunó con esta marca a gente de todas las edades, no como en la UE, donde se ha restringido su uso a menores de 55).
Existe una diferencia radical entre las prisiones españolas ubicadas en Catalunya y las que se encuentran en Euskal Herria. En Catalunya, el Estado traspasó esta competencia en 1983 y, por lo tanto, proteger a los reclusos es responsabilidad suya.
La CAV está peleando por recuperar esta competencia, lo que le permitiría asumir la sanidad dentro de los centros penitenciarios. Seguirán siendo prisiones españolas y el Estado decidiría sobre si un preso va a una cárcel u otra, pero gestionadas desde Lakua. En Nafarroa, la de Prisiones es una de las competencias de las que se suele hablar sobre un eventual traspaso, pero no está entre las que centran el debate, siendo el foco de interés la concesión del Tráfico.
El plan catalán para proteger a la población reclusa es muy similar al que se sigue fuera de los muros. La vacuna de AstraZeneca se usa para menores de 55 años y las vacunas con mayor nivel de efectividad (principalmente la de Pfizer) se reserva para quienes superan esa edad. Creándose así la paradoja de que reos con una salud más delicada obtengan la protección que supone la vacuna más tarde que los menores de 55 (que solo suponen el 8% del total). Esta segunda fase de la inmunización de internos está sin definir.
Niveles de eficacia
Para poner en contexto qué supone que no existan casos activos en las residencias de Gipuzkoa, cabe recordar que, en el momento en que se comenzó a inmunizar existían 147 casos activos en un colectivo de cerca de 5.000 personas. En esas primeras semanas de enero, además, los niveles de incidencia eran superiores a los actuales.
Mayor mérito, incluso, tiene lo que se ha conseguido en Bizkaia, donde se ha llegado a los cero casos en un colectivo que supera las 10.000 personas.
De los doce positivos que hay en Nafarroa, tres personas se encuentran ingresadas en centros hospitalarios, seis permanecen en sus centros, cuatro de ellas asintomáticas, y tres cursan la enfermedad en los recursos intermedios.
La consejera navarra de Derechos Sociales, Carmen Maeztu, compareció ayer para comunicar que, dada la práctica erradicación de la epidemia en los centros de ancianos, los residentes podrán volver a hacer vida normal, es decir, equiparando las cosas que pueden o no hacer con las del resto de los ciudadanos. Podrán, por tanto, salir de la residencia como cuando no había covid, pero llevando mascarilla y ajustándose a los toques de queda, etc. que afectan a toda la población.
En cuanto a Ipar Euskal Herria, las residencias no se han podido liberar aún del covid. Esto se debe, únicamente, a que el proceso de vacunación empezó allá más lentamente y luego no ha podido recortar la distancia con el Estado español. A 16 de febrero, según los datos de la Agencia Regional de Salud (ARS) en el departamento de Pirineos Atlánticos, habían recibido al menos una dosis de la vacuna Pfizer un 87,7% de residentes en centros para mayores o personas con discapacidades graves. Solo un 43,5% había completado las dos dosis. El 36,4% del personal sociosanitario (datos a escala regional) había recibido al menos una dosis y solo un 16% los dos pinchazos.