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Aprender


Los procesos vitales se componen de pequeños pasos. Nuestra madurez está moldeada en función de los aprendizajes que nos aportan las diferentes situaciones a las que nos enfrentamos. Como seres relacionales que somos, necesitamos en nuestro crecimiento la presencia de un otro. La cuestión colectiva en todas sus maneras. Desde lo familiar hasta lo afectivo, pasando por todos aquellos diferentes modos de habitar el mundo. La cultura marca esos espacios comunes en los que nos reconocemos y compartimos los relatos. Lugares que pertenecen a un proyecto común de sociedad y que reflejan la diversidad de nuestra vida. Es por eso que a la vez son punto de encuentro y de conflicto, pues solo desde ahí puede romperse cualquier hegemonía que anule los márgenes más débiles e invisibles. Es a través de la reivindicación de la pluralidad desde donde conseguimos que las pequeñas subjetividades encuentren también su lugar de representación y asuman el protagonismo que les corresponde.

El arte es capaz de presentarnos escenarios y caminos que inciden en todas estas cuestiones. Es al mismo tiempo acompañamiento y enfrentamiento. Es una posibilidad de disputa y también de refugio. Y sobre todo, es una oportunidad para cuestionar constantemente la óptica que condiciona nuestra mirada, en ocasiones adormecida por el ritmo del estímulo constante.

En el año 2011 el Museo Chillida Leku de Hernani cerró sus puertas. Tras ocho años de ausencia, en 2019 el acuerdo entre la familia y una galería suiza propició su reapertura resurgiendo como un destino clave en el circuito cultural del territorio. La exposición permanente de esculturas situadas al aire libre es, sin duda alguna, el mayor de los atractivos del lugar. Esta condición adquiere aún más relevancia en la época de las distancias y los aforos reducidos. Dentro del terreno que conforma el entorno del museo, encontramos el caserío Zabalaga construido en el S.XV y adquirido por el escultor donostiarra en los años 80. En todo el recorrido del centro supone el único espacio cerrado. Sus paredes albergan desde el pasado enero ‘Leges naturae’ y será el 10 de junio el día que marque el cierre de esta muestra que se acerca a una faceta del propio Eduardo Chillida (Donostia, 1924-2002) a menudo desconocida para el gran público. En total 21 dibujos y dos esculturas que responden al interés de Chillida por la naturaleza. Si bien el mundo natural así como la fuerza del paisaje son un elemento clave en su escultura, no es habitual poder contemplar obra gráfica realizada desde una intención casi científica. A modo de apuntes encontramos trabajos sobre animales, plantas, piedras o paisajes acompañados por manuscritos, anotaciones y fósiles. Una cara íntima del artista a la que nos podemos acercar para entender algunos de los procesos creativos paralelos a sus piezas más relevantes.

El Museo Guggenheim de Bilbo sigue con su programación dedicada de manera más específica a la creación videográfica y la instalación audiovisual que toma forma en la Sala Film & Vídeo. Es la artista Alex Reynolds (Bilbo, 1978) la encargada de inaugurar la primera exposición del programa en este 2021. Para ello nos propone un título bajo el que se presentan tres piezas. ‘Hay una ley, una mano y una canción’ se inauguró el pasado febrero y podrá visitarse hasta el próximo 13 de junio. ‘La mano que canta’ es el trabajo más reciente y se proyecta en la pantalla principal del espacio. Una pieza en la que los cuerpos, el paisaje y la cámara conviven y se relacionan. En la antesala encontramos ‘Palais’ una película rodada en Bruselas que nos lleva a recorrer en silencio la arquitectura del Palacio de Justicia. Acompañando en la entrada y casi como un gesto escultórico delicado está ‘Justine’, un diapasón metálico que solo vibra según la frecuencia emitida por la voz de una persona concreta cuyo nombre da título a la obra.