JxCat enfría la formación de un gobierno de unidad independentista
El acuerdo entre ERC y la CUP resultará insuficiente para que hoy viernes Pere Aragonés sea proclamado nuevo presidente de la Generalitat de Catalunya. Las anunciadas diferencias harán que el partido de Puigdemont se abstenga y la investidura se traslade a una segunda vuelta.
Habrá que esperar hasta el domingo –o quizá el martes– para que Pere Aragonès sea elegido como nuevo president de la Generalitat. Se especulaba con que, una vez cerrado el acuerdo entre ERC y la CUP de cara a la investidura en el pleno que se celebra hoy en el Parlament, JxCat cedería en sus pretensiones y auparía al líder republicano con el fin de articular un gobierno de unidad independentista. Pero las reticencias se han mantenido desde las elecciones del 14 de febrero, lo que llevará el partido del expresidente Carles Puigdemont a abstenerse y alargar su decisión hasta una segunda vuelta, en la que Aragonès podría ser investido ya con mayoría simple.
En la última conferencia de prensa, la portavoz de JxCat, Elsa Artadi, dejaba esta posibilidad sobre la mesa. Pese a manifestar que el nuevo ejecutivo tiene que estar presidido por el candidato de ERC, advirtió de que las diferencias entre ambos partidos en cuanto a la estrategia para resolver el conflicto dificultaban el voto favorable en la investidura. Para Artadi, de repetirse estos desencuentros dentro de un futuro ejecutivo, el independentismo incurriría en los despropósitos y la parálisis política que ha caracterizado la última legislatura, presidida por Quim Torra. «Y la Generalitat no puede ser ni un Dragon Khan ni un Vietnam», sentenció la dirigente de JxCat.
Actores en disputa
Hasta ayer a la tarde, el ambiente en la sede de ERC era de cierta euforia, pues con el apoyo de la CUP a la investidura de Aragonès, el histórico pressing sobre los anticapitalistas había cambiado de bando y se trasladaba a JxCat, que en pocas horas debía anunciar una posición en firme.
Pero ni los tímidos acercamientos entre ambas fuerzas, ni la buena sintonía que estas semanas han exhibido en el seno del ejecutivo en funciones, han sido suficientes para encauzar el acuerdo de investidura. No solo por razones de carácter estratégico, pues mientras ERC se inclina por defender la Mesa de diálogo con Madrid, JxCat insiste por activa y por pasiva en que esta mesa no tiene recorrido alguno, vista la dinámica represiva que siguen aplicando el PSOE y los apartados judiciales del Estado. También en términos de confianza, las relaciones están muy maltrechas entre las respectivas cúpulas y será complicado coser un marco de distensión que lime asperezas.
Más allá de estas desconfianzas, el nudo gordiano que impide un acuerdo sólido a estas horas radica en qué instrumento tiene que articular la unidad de acción. Así lo dejó entrever Jordi Sànchez, secretario general de JxCat, que en una reciente conferencia recalcó la necesidad de que la hoja de ruta se acuerde dentro del Consell per la República, el órgano creado por Puigdemont y el resto de exiliados en Waterloo. «Creemos que, mediante una dirección compartida, el Consell es el espacio en el que podemos diseñar el nuevo embate democrático con el Estado y los caminos que hay que transitar para lograr la independencia», reivindicó Sànchez.
Por el contrario, para ERC y la CUP, el Consell de la República no es la herramienta más adecuada para este fin. Ya sea porque está presidida por Puigdemont y los exconsejeros Toni Comín y Lluís Puig, hoy en la órbita de JxCat, como porque su dinámica apenas ha arrastrado a cien mil inscritos –hablamos de la escala catalana–. Ante ello, los republicanos entienden que es el ejecutivo catalán –en coordinación con otras instituciones de autogobierno y las entidades sociales– el actor legitimado para debatir y preparar los futuros escenarios de negociación y acción política.
Acuerdo o nuevos comicios
El Consell per la República ha irrumpido como el principal escollo que ERC y JxCat han encontrado para lograr un acuerdo que permita la investidura de Aragonès en el pleno de hoy. Pero es notorio que, en el trasfondo, subyacen las discrepancias que genera la Mesa de diálogo con el ejecutivo español y otras cuestiones relativas a la agenda de prioridades que figuran en el acuerdo suscrito entre los republicanos y la CUP, más allá de la agenda independentista, ya sea el plan de rescate social para hacer frente a la actual emergencia sanitaria, como el control público de empresas y servicios estratégicos. Aspectos que están fuera de los ejes programáticos que planteaba la formación de Puigdemont.
Todo ello, pero especialmente la voluntad de ambos partidos de marcar el rumbo del independentismo, impedirán hoy viernes la investidura de Pere Aragonès. A partir de aquí, quedarán pocos días para resolver este desencaje o una nueva convocatoria electoral emergerá en el calendario político.