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Las fuerzas de seguridad de Marruecos han cerrado el paso fronterizo de Tarajal

La Policía marroquí ha sellado este miércoles por la mañana el paso fronterizo de Tarajal, sin declaraciones oficiales y después de que 8.000 migrantes entraran a Ceuta en apenas 24 horas.

Migrantes evitan a la Policía marroquí mientras intentan llegar a Ceuta. (Fadel SENNA/AFP)

La Policía marroquí ha sellado este miércoles por la mañana el paso fronterizo de Tarajal, sin declaraciones oficiales y después de que 8.000 migrantes entraran a Ceuta en apenas 24 horas, según ha informado la agencia Efe.

Los centenares de personas que durante todo este martes estuvieron concentrados frente al paso de Tarajal, esperando para intentar cruzar la frontera, están emprendiendo ahora el camino inverso, hacia el sur, tras haberse convencido de que los accesos están cerrados.

Según ha confirmado Efe, en el último espigón que separa entre la colonia española de Ceuta y Fenideq (por el que cruzaron miles de personas los pasados días) está vacío, mientras que el Gobierno español ha devuelto a 4.800 personas a Marruecos, aproximadamente la mitad de las que entraron entre el domingo y el martes.

Las fuerzas de seguridad marroquíes no han permitido a nadie que se acerque al espigón pese a los intentos ocasionales de grupos de personas de avanzar.

La intervención policial marroquí empezó anoche, lo que provocó algunos momentos de choque entre las fuerzas antidisturbios y los emigrantes, según han explicado a Efe varios testigos oculares.

«Las autoridades nos avisaron anoche de que nos van a desalojar, esperaron un momento y empezó la intervención policial, pero las cosas degeneraron y se lanzaron piedras de diferentes tamaños de todas partes», ha explicado Yunes, un emigrante de 35 años procedente de Kenitra (a más de 200 kilómetros al sur de Castillejos) que decidió volver a su ciudad tras perder la esperanza de poder pasar al lado español.

Aún eran visibles esta mañana cascotes encontrados en la carretera, además de botellas, zapatillas, trapos quemados y hasta un biberón tirados en el suelo, pero las autoridades intervinieron horas después para limpiar y desalojar la carretera.

Tanto Yunes como otros emigrantes consultados por Efe han asegurado haber perdido toda esperanza de poder pasar a Ceuta y han empezado a emprender el camino de vuelta.

Los procedentes de la zona norteña han regresado a sus casas, y los otros llegados de zonas más remotas -personas con aspecto humilde y marginal que habían llegado con lo puesto-, pasaron la noche dormidos en la explanada de la mezquita principal de la ciudad o en diferentes jardines, y tras hacer desesperadamente el último intento, han regresado posteriormente por Castillejos, unos haciendo autostop y otros buscando un medio de transporte en el viaje de vuelta.

A medida que avanza la jornada, desciende el tamaño de las multitudes de migrantes, al tiempo que crece la presencia policial y de responsables de seguridad y de la administración central marroquí.

Los observadores subrayan que este repunte migratorio se produce en un momento de grave crisis socioeconómica que vive la zona de Castillejos y las localidades vecinas por el final abrupto del contrabando de mercancía en octubre de 2019 y el cierre desde marzo de 2020 de la frontera terrestre como medida preventiva contra la propagación del coronavirus.

Ahmed Biyuzan, activista local de Castillejos, ha señalado a Efe que las autoridades marroquíes dieron trabajo al menos a 300 personas de la zona que se dedicaban en el pasado al porteo de mercancía entre Ceuta y Castillejos, cifra simbólica ante las más de 15.000 personas damnificadas por el cierre de la frontera y la crisis sanitaria del coronavirus.

«Todos los días, varias personas se agrupan ante la alcaldía de Castillejos para reclamar trabajo», ha asegurado Biyuzan, y añadido que la situación se agravó también con el toque de queda nocturno impuesto en todo el país durante el mes de ayuno de ramadán, lo que afectó al menos a 800 personas que trabajan en los cafés y restaurantes de Castillejos.

La tensión de Ghali

Por su parte, el ministro de Derechos Humanos de Marruecos, Mustafá Ramid, ha asegurado que el Estado español sabía «que el precio de subestimar» a su país «era muy caro», tras decidir acoger en territorio español al secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, un «enemigo» de su pueblo.

«¿Qué esperaba España de Marruecos al acoger al líder de una banda que se levantó en armas contra ella?», ha cuestionado el ministro marroquí, para preguntar también «qué habría perdido España si hubiera consultado a Marruecos sobre la acogida de este individuo» y «por qué España no anunció la presencia en su suelo del individuo en cuestión con su verdadera identidad».

Sin embargo, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha asumido que lo ocurrido no es una mera crisis migratoria, y las fuentes de su Ejecutivo insisten en que no puede vincularse únicamente lo ocurrido con la presencia en el Estado del líder del Frente Polisario.

Por ello apuntan otros motivos, como el miedo que puede tener Marruecos a que haya un cambio de actitud sobre el Sahara Occidental por parte de la nueva administración estadounidense de Joe Biden o un aviso preventivo a Europa por la posición que puede mantener también ante este asunto.