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Bilbao Basket sigue un año más en la Liga ACB: bien está lo que bien acaba

La euforia final no debe esconder un año en el que entre las lesiones, el covid-19 y el mal acomodo en el club, hasta 21 jugadores han vestido de negro. Una campaña que fue un calvario hasta febrero y en el que quedó muy claro que los fichajes de verano son clave para vivir una campaña mejor o peor.

Después de un año de sufrimiento, el final ha sido alegre en Bilbao Basket. (Marisol RAMÍREZ / FOKU)

Bien está lo que bien acaba, y a eso se debe aferrar RETAbet Bilbao Basket –en su último año con la casa de apuestas como patrocinador nominal, a cuenta del cambio de legislación al respecto– después de haber esquivado su segundo descenso de la Liga ACB en el último partido. Los hombres de negro han conseguido en una semana lo que no han sido capaces en el resto de la campaña, como es ganar tres de sus cuatro últimos partidos, y por otro lado batir a dos equipos clasificados para los playoffs –San Pablo Burgos y Joventut– para poder salvar la temporada. Bien está lo que bien acaba, insistimos, y de ahí vino la ducha de la plantilla a su entrenador, Alex Mumbrú, una figura en al frente de Bilbao Basket que en todo momento ha mantenido la calma y que ha conseguido sacar adelante una empresa cuando más difícil parecía.

Cuando normalmente la salvación se cifra en 12 victorias en una Liga ACB de 18 equipos, Bilbao Basket ha conseguido 10 en una competición con 19, siendo uno de ellos Gipuzkoa Basket, rival al que han superado en las dos ocasiones. Es decir, que el formato competitivo no le ha venido mal al cuadro bilbaino, en un año maldito y sin escrúpulos para nadie y que para los dirigidos por Alex Mumbrú ha encontrado la salida en base a seguir con la huida hacia delante hacia algún lugar.

Después de ganar solo cuatro partidos en toda la primera vuelta y haberse arrepentido varias veces de haber tomado parte en la FIBA BCL –quedando eliminado en primera ronda, pero con viajes a Alemania, Italia y Turquía–, los hombres de negro han vivido toda la segunda vuelta como una carrera de obstáculos, en el que cada victoria del basket average ha vivido por otro lado un inesperado castigo de derrotas propias y triunfos ajenos a cada cuak más doloroso.

«La temporada para nosotros comenzó en febrero, después de la Copa», comentaba tras el partido del domingo Ondrej Balvin, un jugador clave en la salvación bilbaina y también en su debacle, ya que su lesión en la «Ventana FIBA» de enero y su proceso de coronavirus en este tramo final de la campaña ha sido un obstáculo insalvable para Bilbao Basket. Jugándose el físico, y con la ayuda del recién incorporado Leonardo Totè, solo entonces se ha podido tapar el agujero de la zona de Bilbao Basket.

Pero antes de llegar al último tramo de la campaña, hay que pasar en proceso. Bilbao Basket ha manejado hasta a 21 jugadores, incluyendo a los canteranos Del Val e Iñigo Betolaza, y un Kljajic cedido por Gran Canaria que no ha tenido un impacto muy destacado que digamos por Bilbo.

Si hace un año los fichajes de Bouteille, Kulboka y Rousselle –este cuajó a fuego lento–, más el poder mantener a Jaylon Brown y Ben Lammers fueron unos indiscutibles aciertos, este año la dirección técnica no ha atinado tan bien. De los que llegaron en verano, solo Ludde Hakanson, después de haber sufrido de lo lindo con la covid-19, que le dejó secuelas respiratorias, y haber pasado por más lesiones, ha completado el año entero, junto con su compañero de equipo en el Zielona Gora Zyskowski, un alero al que el poder físico de la Liga ACB le ha quedado muy grande. El gigante Felipe Dos Anjos, pese a haber tenido momentos interesantes, sus 2,18 metros no le han valido para asentarse en la élite, incapaz de aguantar los choques de los rivales, e incapaz de recuperar las ayudas defensivas saliendo de la zona. El «maltrato» deportivo al que lo sometieron Balcerowski y Costello en el 71-92 contra el Gran Canaria acabó ppr sentenciar al brasileño, propiciando el fichaje exprés de Totè.

«Lo que hemos vivido hasta febrero ha sido muy duro. No lo recordaba ni yo», insistía Balvin. Aaron Jones, Kingsley Moses, Alade Aminu, Ragimantas Miniotas –alternando los puestos de ala-pívot y pívot–  y finalmente, Goran Huskic, han sido los otros jugadores y «parches» que ha empleado Bilbao Basket en un año para olvidar. Jugadores que, bien por falta de adaptación, bien por falta de aptitudes, no han cuajado y han convertido al cuadro bilbaino en un equipo flojo en la zona sin Balvin.

En lo que se refiere a la línea exterior, los problemas de lesiones de Quentin Serron y la gravísima lesión de rodilla de Tomeu Rigo han dejado la capacidad defensiva bilbaina muy tocada. Así las cosas, Alex Mumbrú se ha visto a lo largo de la campaña obligado a «trampear» con zonas, usando a jugadores fuera de su sitio o más de lo esperado, como pueden ser los casos de Dos Anjos o Alex Reyes. De entre los fichajes llegados como parche, John Jenkins ha sido el más acertado, siendo el tirador estadounidense esencial para la remontada final.

Como reconocía el pívot checo, la plantilla definitiva de Bilbao Basket no se pudo conformar hasta el mes de febrero, cerrando la primera vuelta con un triunfo agónico ante Gipuzkoa Basket –un 81-80 afortunadísimo para los hombres de negro, ya que GBC, aparte de la grave lesión de Echenique, dispuso de tres tiros ganadores que no quisieron entrar– y una paliza sonrojante frente a Valencia Basket: 73-106, en el peor partido de la temporada de los vizcainos, junto con las dos derrotas ante Basket Zaragoza –105-76 y 73-96, respectivamente–, en un momento en el que Bilbao Basket no veía la luz.

Averages y lesiones

El regreso del parón de la Copa y la «Ventana FIBA» de febrero trajo el triunfo por 74-97 en Illunbe, seguido de un 86-84 agónico ante el Betis, dos rivales directos al que Bilbao Basket ganaba el average tras haber logrado ganarles en sus respectivos choques.

Durante meses, los averages favorables han sido la única tabla de salvación de los bilbainos: GBC, Betis, Obradoiro y potencialmente Fuenlabrada podían ser las «presas» de la recuperación vizcaina, mientras que Estudiantes se miraba casi con envidia, luego de que los del Ramiro arrancaran una victoria de las fauces de la derrota en Miribilla, con aquel palmeo de Víctor Arteaga para el 77-78, segundos después de que Zyskowski perdonara dos tiros libres. En el choque de vuelta el hoy «traidor» JJ Barea justificaba su fichaje decantando con su calidad el triunfo estudiantil después de que Bilbao Basket remontara una desventaja de 15 puntos.

Pero los averages se iban a descubrir inútiles con el tiempo. Después de ganar en Murcia en la prórroga, Bilbao Basket tuvo que enlazar varios descansos, uno de ellos obligado por un brote de covid-19 del Fuenlabrada, a la sazón rival directo de los de Mumbrú, y en ese ínterin Betis y Obradoiro escapaban de la quema, al tiempo que, para cuando llegó el choque ante el «Fuenla», los bilbainos ya estaban casi desahuciados, y el propio club madrileño, con el tercer entrenador del año, conseguía arrancar las victorias precisas para salvarse.

Nadie hubiera imaginado que Estudiantes iba a perder sus 10 últimos partidos. Y menos aún, cuando las lesiones y el covid-19 entraron arrasando en Miribilla, que los hombres de negro iban a poder encadenar victorias. Ioanis Athinaiou tuvo que llegar de urgencia después de que un problema en el Tendón de Aquiles frenara en seco a Rousselle, obligando en muchos momentos a Jaylon Brown a jugar de base puro, donde no luce igual, ni mucho menos.

Y por si faltaba algo, brote de coronavirus al canto, con Miniotas o Balvin afectados, entre otros. «Lucharemos hasta el final», se cansaba de repetir Alex Mumbrú. «No hay excusa que valga. Los hombres de negro siempre lucharon hasta el final, y nosotros también. Con seis o con doce, y sin excusas», arengaba ante la prensa Balvin, luego de su retorno.

Si la victoria ante el Fuenlabrada parecía una macabra manera de asegurar un average inservible, la victoria ante San Pablo Burgos fue el primer halo serio de esperanza, y la paliza sobre el Joventut puso sobre el tapete que los hombres de negro, después de un año jugando casi encadenados, al fin se desataron.

«Lo peor es no poder ayudar», añadía Rousselle pese al subidón de la alegría tras ganar a la Penya. «Prefiero aguantar con los compañeros en la cancha y desde fuera se hace imposible. La salvación es un regalo que nos hemos merecido», añadía el otro capitán de Bilbao Basket.

Si los capitanes de Bilbao Basket lamentaban durante el año que la pandemia impedía hacer «vida social» fuera del parqué –tales como cenar juntos, salir en grupo...– la victoria ante el Joventut rompió esas cadenas al fin.

Paciencia

En un año sin público, tener a cientos de personas esperando fuera del Bilbao Arena a sus jugadores fue la mejor noticia para los hombres de negro. Volver a sentirse arropados, volver a sentir un lejano eco de lo que diez años atrás se bautizó como «Efecto Miribilla».

Tener que echar mano de 21 jugadores, de los cuales siete llegaron con la temporada empezada, no habrá ayudado mucho a las arcas del cuadro bilbaino, que hay que recordar que todavía debe un buen dineral, especialmente a la Diputación de Bizkaia. Pero si se ha gastado para traer a pelotones de jugadores con tal de salvar al club del descenso, no se puede decir que no se ha cambiado de entrenador por falta de dinero.

Más bien, lo normal es que se ha mantenido a Alex Mumbrú porque no se ha visto ningún plan mejor en el horizonte. Carles Durán, entrenador del Joventut, fue destituido de forma prematura en la campaña del descenso de Bilbao Basket. El técnico badalonés sigue guardando cierto resquemor por quienes le dieron la patada, y tiene sus motivos. Por eso, en la rueda de prensa post partido, no anduvo con discursos de bienqueda. «No ma alegro por el club. Se portó muy mal conmigo. Pero sí por los aficionados».

Pero si aquello fue un error claro, parece que mantener a Alex Mumbrú ha sido un acierto. El badalonés ha sabido lidiar con aplomo una situaciín muy delicada, sabiendo alternar las broncas, los mensajes de ánimo y todo ello sin estridencias.

Si hace un año Mumbrú fue uno de los técnicos revelación mientras hubo temporada –aunque se pudo meter en la burbuja de Valencia con todas las de la ley, ya sin Bouteille–, este año ha confirmado la paciencia que la dirección deportiva de Bilbao Basket ha tenido que él. Rafa Pueyo y Pedja Savovic no le han retirado la confianza –la directiva que encabeza Isabel Iturbe jamás ha puesto a Mumbrú en tela de juicio– y ahí ha radicado en buena medida la remontada.

«Es importante para la ciudad y para Bizkaia estar en el mapa del deporte europeo», destacaba el director general Pedja Savovic. «Hemos echado mucho de menos a nuestra gente y es por nuestra gente por lo que hemos luchado por la permanencia», subrayaba Savovic, unas palabras que el propio alex Mumbrú hacía suyas en la celebración grupal, ya libre de toda presión y, por fin, salvados.

¿Y ahora qué?

Es de esperar que la próxima campaña empiece ya con público en las gradas, aunque sea parcialmente, y eso ayudará a Bilbao Basket en su decimoséptimo curso en la Liga ACB. Pero eso no bastará. Visto lo visto esta campaña, el trabajo veraniego de fichajes se antoja como el más delicado de todos, junto con el propio trabajo insitucional del club para solventar su deuda.

Hasta ocho jugadores –Hakanson, Reyes, Miniotas, Dos Anjos, Kulboka, Rousselle, Serron y Rigo– tienen contrato de cara a la próxima campaña y Alex Mumbrú también. Pero pilares como Ondrej Balvin, que en estos dos cursos en Bilbao ha demostrado ser un pívot fiable y de bastante más nivel que lo que Bilbao Basket ahora mismo puede ofrecer, John Jenkins y Jaylon Brown acaban contrato, así como unos Zyskowski y Athinaiou que seguramente no continúen.

Habrá que ver también qué pasa con Mumbrú, porque pese a todo, el buen final no le ha restado ningún cartel. El badalonés tiene contrato en Bilbo, que casi es su casa, pero los movimientos en las distintas sillas de la Liga ACB pudiera tener cierto rebote que afecte también el de los hombres de negro.

Sea como fuere, bien está lo que bien acaba, pero Bilbao Basket ahora debe pelear para que el año que viene pueda mentenerse en la Liga ACB, pero sin tener que sufrir tanto.

Zornotza, cerca de la LEB Oro

Mientras tanto, Zornotza ST se enfrentará este martes al FC Barcelona B en su pista de Larrea a las 19.00 en la ida de la semifinal de la LEB Plata con la intención de subir a LEB Oro y emular al equipo de fútbol del pueblo.

El punto de partida hacia el ascenso del Zornotza guarda además ciertas similitudes con el de su vecino futbolístico ya que, como el «Amore» en Badajoz, el equipo de Mikel Garitaonaindia parte a priori como víctima ante un Barça B que perdió la primera opción tras caer en la final de la LEB Plata con el Iraurgi de Azpeitia.

El equipo verde fue cuarto clasificado en la liga regular del Grupo Oeste y llegó a esta semifinal después de eliminar en octavos de final al CB Pardinyes Lleida, séptimo del Grupo Este, y en cuartos al Hestia Menorca, tercero en esa misma liga regular.

El filial barcelonista, por su parte, fue el campeón del Grupo Este y, tras caer con el Iraurgi en la final, entró directamente en los cuartos de final del playoff en los que eliminó al Gran Canaria B.

La vuelta de esta eliminatoria se jugará el próximo sábado a las 19.15 en Sant Joan Despí.