Una montaña rusa de emociones para acabar con depresión tras fallar en las finales
La temporada ha estado marcada por los altibajos. Tras un inicio dubitativo con Garitano, Marcelino alcanzó la gloria ganando la Supercopa y llegando hasta la segunda final de Copa. A partir de ahí, el equipo fue bajando su rendimiento y no pudo levantarse después de perder las finales.
El Athletic ha completado un curso muy intenso en el que le ha tocado vivir todo tipo de situaciones y emociones. Desde asistir con incredulidad a una derrota contra nueve jugadores ante un recién ascendido como el Cádiz en el estreno en San Mamés, a llorar de alegría superando en la tanda de penaltis al Betis con una solvencia impensable. Tampoco se pueden olvidar los partidos salvados por Garitano con su puesto en entredicho, el cúmulo de empates sonrojantes cosechado con Marcelino o las victorias de imprevisto frente a Atlético y Sevilla.
El punto álgido de la campaña han sido el triunfo en la Supercopa junto al bajón colectivo que supuso el desastroso papel en las finales de Copa y un cierre de campaña apático lejos de los puestos europeos. Será complicado repetir tantos contrastes y seguro que algunas heridas nunca cicatrizan.
La temporada arrancó con un ambiente cargado y con las miradas puestas sobre la labor de Garitano. La forma de terminar la campaña anterior al escaparse las opciones europeas en el tramo final y los positivos por coronavirus de varios jugadores al regresar en la pretemporada, abrieron una grieta en un sector de la afición que reclamaba cambios.
La directiva movió ficha contratando a Berenguer tras el fiasco en casa ante el Cádiz y después se produjo el esperpéntico episodio con el culebrón sobre Llorente. Los resultados y el juego no convencían, pero Garitano se mantuvo en el cargo ganando partidos estando contra las cuerdas. Ocurrió contra el Sevilla en el último suspiro y también ante el Huesca con un penalti de Kodro. Asimismo, ganó con una goleada al Betis con Villalibre y Vencedor de titulares.
La pandemia afectó también a las arcas del club y las cuentas fueron rechazadas en la Asamblea de compromisarios con una mayoría aplastante que dejó al descubierto el descontento con la gestión de la directiva. En esas fechas de navidades se disputó también el derbi contra la Real en San Mamés que acabó por sentenciar a Garitano. El Athletic perdió por 0-1 y, con la final vasca en el horizonte, desde la Junta presidida por Aitor Elizegi se tomó la decisión de cambiar de rumbo.
El técnico de Derio se despidió con una victoria contra el Elche. La dirección del club se equivocó en las formas, pero se decantó por traer a Marcelino a mitad de temporada. El entrenador asturiano había tenido sus más y sus menos con el Athletic en su etapa en el Racing o en el Villarreal. Sin embargo, se ganó pronto el respaldo de los aficionados tras estrenarse con una derrota contra el Barcelona y ganar contra todo pronóstico la Supercopa.
El técnico asturiano tuvo la fortuna de que el partido contra el Atlético se aplazó por la nieve y pudo preparar con más tiempo el torneo. Implantó su 1-4-4-2 y contó con el respaldo del vestuario con los Muniain y Raúl García a la cabeza. Otros veteranos como De Marcos y Balenziaga rindieron también por encima de lo esperado y con los goles de Villalibre y Williams alzaron el título. Las celebraciones con todo el equipo al son de la trompeta del de Gernika se han convertido en un icono rojiblanco.
La racha triunfal continuó en Liga con goleadas ante Getafe y Cádiz y superando eliminatorias de Copa con un carácter competitivo extraordinario. Se empezaron a pagar los esfuerzos con los empates en Liga, pero el equipo aguantó hasta certificar el pase a la segunda final consecutiva con un gol de Berenguer en la prórroga ante el Levante.
Con el subidón en el cuerpo, los rojiblancos ascendieron hasta el octavo puesto de la clasificación al ganar al Granada con otro tanto del navarro en el descuento. El Athletic se colocaba a cuatro puntos de la última plaza europea.
Las prestaciones del equipo empezaron a decaer a partir de perder contra el Atlético en el Wanda y se llegó a las finales sin volver a lograr una victoria. Se centró toda la atención en la primera final, como reconoció en sus análisis el propio técnico, y el conjunto rojiblanco se ofuscó y ofreció un rendimiento por debajo de su nivel. Un error de Yeray, que propició el penalti de Iñigo Martínez, echó por la borda todas las ilusiones y no hubo atisbo de reacción.
Marcelino intentó que los jugadores se resarcieran en el derbi en Liga, pero le salió mal la jugada al lesionarse varios titulares. El equipo estaba muy tocado anímicamente y el Barcelona ahondó en su orgullo endosándole una goleada en la segunda final. Los blaugrana se impusieron de una manera insultante a un grupo que estaba exhausto.
Futbolistas como Muniain o Yuri no han vuelto a jugar desde entonces y otros como Raúl García y Williams han estado muchos partidos en el banquillo. Los jóvenes como Morcillo, Sancet, Vencedor y Villalibre han tenido que tirar del carro en un tramo final de Liga que deparó las satisfacciones de ganar al campeón Atlético y al Sevilla. Sin los pesos pesados del equipo, el rendimiento fue mermando y los empates cedidos contra Valladolid y Osasuna cortaron de raíz la posibilidad de pelear por Europa. Con tres derrotas consecutivas y sin poder enlazar dos victorias durante toda la Liga, el equipo ha terminado pidiendo a gritos unas vacaciones para recuperar fuerzas y la autoestima.
La depresión en el vestuario y las secuelas de la temporada han quedado a relucir al conocerse que Iñigo Martínez ha renunciado a jugar la Eurocopa.
Falta de un goleador y centro del campo
El central de Ondarroa ha sido el jugador que mejor rendimiento ha ofrecido durante toda la temporada. La línea defensiva del equipo no ha alcanzado el nivel de las anteriores temporadas por los errores individuales que han costado muchos puntos y derrotas. El propio Iñigo Martínez y su compañero Yeray fueron protagonistas negativos en el gol de la Real en la final de Copa.
En el planto individual, los dos defensores antes citados junto con Berenguer, han sido los más regulares. Quizá unidos a veteranos como De Marcos y Balenziaga, que han sostenido al equipo en momentos puntuales, pero no les alcanza para ser decisivos.
Y es que el resto ha tenido demasiados altibajos. Unai Simón es uno de los ejemplos. Ha encadenado paradas extraordinarias con errores de bulto, mientras otros como Muniain, Raúl García o Williams han aparecido con cuentagotas. A Capa y a Yuri les han perjudicado las lesiones y a los jóvenes todavía les falta para encontrar la regularidad. Los Vencedor, Sancet, Morcillo y Villalibre han dispuesto de oportunidades, pero también han tenido momentos de instrascendencia. Otros como Lekue e Ibai tampoco han podido aportar demasiado.
El principal problema que arrastra el equipo sigue siendo la falta de un goleador. Raúl García ha vuelto a ser el que más tantos ha marcado con 10 goles, sumando 5 en Liga, 3 en Copa y 2 en la Supercopa. Berenguer ha sido el máximo goleador en Liga con 8 tantos, al que hay que añadir el conseguido en Copa.
Williams, que a pesar de todo ha participado en todos los partidos de Liga, se ha quedado en 8 goles. Ha marcado 6 en Liga, uno en Copa y otro en la Supercopa. Le sigue Villalibre con 6 goles, 4 en Liga y uno en Copa y en la Supercopa. Por detrás suyo ha quedado Muniain con 5 goles en Liga. El capitán completó un tramo extraordinario en el que realizó ocho asistencias, pero se ha ido diluyendo por los problemas físicos.
Lo curioso es que si se le suman a Williams las siete asistencias de gol realizadas esta temporada, ambos ponen en evidencia que en una campaña gris, siguen siendo los más determinantes en el juego de ataque. Sin embargo, les falta una mayor regularidad sostenida en el tiempo.
Por último destacan los tres goles marcados por Unai López. Es el único medio centro que lo ha conseguido y ahí está otra de las carencias del equipo. Dani García y Vencedor pocas veces pisan área y Vesga no termina de culminar las acciones. Ninguna pareja se ha consolidado en la medular y el equipo se atasca cuando los rivales se encierran atrás. Asimismo, cuando el contrario ha puesto un centrocampista más, el Athletic ha sufrido mucho para controlar el juego con el esquema de Marcelino.