«Las trans abrimos las avenidas de las marchas del orgullo gay»
La activista sevillana, hoy al frente de la Federación Plataforma Trans, lleva toda una vida ligada a la lucha por los derechos de las personas trans. Reivindica el necesario cambio legislativo y la unidad de luchas con el movimiento feminista.
Mar Cambrollé viene a Euskal Herria de la mano de Alternatiba para hablarnos de ‘Insumisión, Disidencia, Resistencia’, al calor del 28 de junio vindicativo, y del bloqueo gubernamental de la imprescindible Ley Trans que terminará de despatologizar y castigar a una parte de la población, la transexual, que soporta un 85% de paro y una esperanza de vida terriblemente menguada. Con 63 espléndidos años, esta sevillana conjura la misoginia y la crueldad del mundo cada vez que respira. Ya por teléfono me advierte entre risas que ella es muy transborroka. No hay duda.
La suya es la memoria de la lucha trans y por la libertad desde el inicio, décadas...
Quiero hablar de momentos importantes en el movimiento trans en el Estado Español, y la propia experiencia de mi vida me da la facultad de contar lo vivido, no lo leído. Estuve en aquella primera manifestación del 77 en Barcelona, como un ‘mariconcillo’ siendo yo una mujer. Porque el mundo, cuando yo gritaba que era una niña, me respondía: tú eres un maricón. Tantas veces me lo respondió, que lo encarné, lo interioricé. Aún así me dije: si tengo que ser un maricón, seré un maricón revolucionario.
Esa manifestación del 26 de junio del 77 en las Ramblas, con todas las trans delante. Una efeméride a nivel internacional. Ustedes derogaron la Ley de Peligrosidad Social a taconazos…
Las fuerzas del orden público cargaron con mucha brutalidad. Botes de humo, porras, sillas por arriba, sillas por abajo, gente corriendo… Y yo, lo que nunca podré olvidar es la foto que todo el mundo hemos visto, la foto de Colita con todas las mujeres trans en la pancarta. Yo no me explicaba cómo esas mujeres no se movían de la pancarta, a pesar de recibir tantos golpes de la policía.
La explicación se la encontré muchos años más tarde. No era afán de protagonismo, no era afán de copar una manifestación que no habían convocado ellas sino el movimiento gay, pero eran ellas las que no tenían nada que perder.
Esas mujeres estaban allí porque día sí día también eran apartadas, eran golpeadas. Esas mujeres tuvieron que sufrir no solamente un régimen dictatorial inmisericorde, sino además la expulsión, el desarraigo familiar, no poder estudiar, un mercado laboral cerrado a cal y canto. Como única forma de subsistir, el espectáculo y la prostitución, y muchas veces para poder calmar tanto dolor, las drogas. Y como no, esos amores falsos que olían la presa hambrienta de amor y que se acercaban a tu lado para vivir a costa tuya.
Hábleme de cómo fueron organizando el movimiento trans...
Yo fui fundadora en 1978 del Movimiento Homosexual Acción Revolucionaria, y junto a los demás colectivos convocamos la segunda manifestación entorno al 28 de junio. Nuestras reivindicaciones se centraban en tres puntos: abolición de la Ley de Peligrosidad Social, amnistía sexual, porque es verdad que los presos políticos estaba en la calle pero nosotras continuábamos en las cárceles por el único delito de amar o de ser diferentes, y una tercera reivindicación que era la libre utilización del propio cuerpo, lo que hoy llamamos autodeterminación. A muchos se les ha olvidado pero a mí no porque me duele en el alma. De todas las reivindicaciones con que nació el movimiento por la libertad sexual, todas se han cumplido menos la libre utilización del propio cuerpo.
Han pasado 42 de democracia, 42 años de una Constitución, y las personas trans estamos fuera del paraguas de la Constitución. Y hemos demostrado ser siempre resiliencia y al mismo tiempo resistencia. Sí es verdad que nosotras en el 79 no estábamos organizadas, teníamos que comer, teníamos que pagar una pensión, no teníamos el estatus laboral de los gays. No estábamos organizadas, pero nunca nos faltó la valentía para poner una bandera de libertad y de visibilidad en cualquier esquina donde se paraba una mujer trans. Nosotras abrimos las grandes avenidas por donde hoy circulan las marchas del orgullo gay. Sin embargo, en el relato político hemos pasado a un segundo plano, porque no hemos sido académicas, porque no fuimos organizadas…
Nosotras no nos hemos escondido detrás de un matrimonio ni de una apariencia, salimos a las calles con nuestras cuerpas a sufrir la discriminación y la represión más dura de la dictadura y también de la democracia. La policía nos ha violado a nosotras las mujeres trans cuando nos detenían en plena democracia. Hemos salido a la calle con miedo, mirando a la policía, sintiéndonos asesinas por el único delito de ser quienes somos.
Andalucía es pionera en derechos trans y, como ningún gobierno nos regala nada, por muy socialista que sea. Cuénteme...
En 1999, Andalucía fue la primera comunidad autónoma en asumir desde la sanidad pública las intervenciones de reasignación de sexo para las personas trans. Soportamos un debate horroroso, todo el mundo decía: y por qué a estos maricas les cortan el pito gratis mientras tenemos que pagar por la salud buco-dental…
En 2014, en Andalucía tuvimos la ley más avanzada de Europa, y no fue regalada. Nos la tuvimos que pelear con el PSOE por dos temas en los que no estábamos dispuestas a negociar. Nos pedían que renunciásemos a los menores y a la despatologización. Nos segregaban del resto de la población mandándonos a la Unidad de Trastorno de la Identidad, yo siempre digo que aquello era la antesala del Doctor Menguele.
Yo denuncié sus práxis ante la Fiscalía y conseguí que dejaran de preguntarnos las cosas que nos preguntaban. Para hormonarte te preguntaban si tu madre y tu padre tenían sexo y cuántas veces a la semana. Pero bueno, ¿usted cree que yo estoy debajo de la cama de mi madre? También te preguntaban: ¿Has pensado en asesinar a algún miembro de su familia?, ¿Y en violar a alguien por la calle? ¡Y usted! Como no querían ceder, dije: mañana me van a encontrar encadenada al parlamento (andaluz) y de ahí no me mueven.
Me apoyaron todas las fuerzas políticas a la izquierda del PSOE y todos los movimientos sociales. No pasaron ni 24 horas cuando me llamaron: Mar, vente, vamos a negociar, vamos a atender a los menores y vamos a cambiar el modelo de atención. Al PSOE, muchos de los derechos hay que arrancárselos y este año no deberíamos dejar que acudan a las manifestaciones del 28 de junio.
El movimiento feminista y el movimiento trans tienen que ir unidos, tenemos el mismo enemigo
El avance trans de los últimos años, desde las catacumbas a la posibilidad social, está siendo emocionantísimo, a pesar del doloroso e incomprensible bloqueo de la Ley Trans...
Estamos en otros tiempos, pasamos de la foto en blanco y negro, pasamos de las expulsiones de los hogares, pasamos de no poder estudiar, y el colectivo trans ha conseguido una trans-revolución. Aparecen por un lado las asociaciones de familias de menores trans, que dan la vuelta a la tortilla: de tener familias que te echaban de tu casa a tener familias que te apoyan, que te aman y que te acompañan. Y por otro lado, de personas trans que no podíamos más que subsistir a personas trans que tenemos capacidad de teorizar y hacer un análisis de nuestra propia discriminación y determinar cuáles son las soluciones que necesitamos. Y en este camino, compañeras y compañeros, necesitamos aliadas y aliados. No queremos de nuevo paternalismo y que nos sigan tratando como a personas dudosas: el aliado no va nunca encima tuya ni delante tuya, como mucho, al lado tuya.
Muchas de las cosas que han pasado en el Estado español con las personas trans han sucedido porque no han sido negociadas por nosotras. Por eso tenemos una ley de 2007 que nació con fecha de caducidad. Hemos pasado del cuerpo equivocado a decir: equivocada está su mirada, mi cuerpo es perfecto. La disforia es una enfermedad que nos quiere imponer la sociedad para que no amemos nuestros cuerpos bellos y diversos.
Y lo que nos parece inverosímil es que en fuerzas políticas que han soportado grandes presiones ante avances como pudo ser el matrimonio igualitario, contra el que se manifestaron más de un millón y medio de personas, ahora, cuatro mujeres que no llenan un taxi tengan paralizada la Ley Trans. Cuatro pelagartas escondidas, para colmo, detrás de la bandera del feminismo, algo tan grande como es el feminismo para luchar contra todas las opresiones.
El movimiento trans ha aportado muchísimo al feminismo y a la sociedad, por ejemplo la desgenitalización. Los hombres no son opresores porque tengan una polla, son opresores porque han aprendido a ser unos cabrones. Ese concepto biologicista, esencialista, caduco y obsoleto que cualquier sistema de opresión utiliza para mantenerse. Utilizaron la naturaleza y la ciencia para decir que las mujeres eran inferiores a los hombres, y ahora estas cuatro la utilizan contra nosotras.
Todas somos mujeres auténticas y todas somos biológicas, y la biología nos demuestra además que se niega a no ser diversa. Ese discurso manido, ñoño, de que las mujeres trans no somos sujetos del feminismo: ¡si nos matan como a vosotras! El movimiento feminista y el movimiento trans tienen que ir unidos, tenemos el mismo enemigo.
Hemos pasado del cuerpo equivocado a decir: equivocada está su mirada, mi cuerpo es perfecto
Y, por último, ¿qué le diría a la niña Mar, además de que tienen una calle en Sevilla?
A la niña Mar le agradezco de verdad que haya sabido reinventarse y resistir todos los golpes, todas las palizas que me dio mi padre, para convertir en sonrisas lo que era tristeza. Y le digo también que las mujeres trans ahora estamos en las universidades.