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El hartazgo social reactiva las protestas en el aniversario de la explosión de Beirut

Decenas de personas han resultado heridas durante las manifestaciones celebradas en Líbano con motivo del primer aniversario de las explosiones que se produjeron en el puerto de Beirut, que dejaron más de 200 fallecidos y profundizaron aún más en la crisis política y económica del país.

Manifestantes en las protestas de este miércoles en Beirutl. (HUM/AFP)

La Policía libanesa ha empleado gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar las protestas en el primer aniversario de las explosiones del puerto de Beirut que dejaron más de 200 muertos. Si bien las autoridades han negado el uso de balas de goma, se han encontrado este tipo de proyectiles en los escenarios de las protestas que se han producido principalmente en las inmediaciones del Parlamento, en el centro de Beirut.

Centenares de manifestantes se han trasladado desde el puerto de Beirut para continuar con las protestas en la céntrica Plaza de los Mártires, cuyas calles aledañas estaban siendo escenario de choques cada vez más violentos con la Policía.

De acuerdo con la Cruz Roja Libanesa, al menos 45 personas han sido atendidas por heridas de diversa consideración solo en el centro de la ciudad. Nueve de ellas han tenido que ser hospitalizadas.

Las autoridades han pedido a los manifestantes que «abandonen inmediatamente» los lugares en los que se están produciendo los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que han alertado de que «utilizarán todos los medios legales y adecuados» contra aquellos que se manifiesten de manera violenta.

A lo largo del miércoles se han venido celebrando actos de recuerdo por las víctimas de las explosiones del puerto de Beirut, así como protestas contra la clase política, incapaz todavía de formar gobierno tras más de dos años, en varios puntos de la capital libanesa, así como en otras ciudades tanto del país, como europeas, son los casos de París, Oslo, o Ginebra, por ejemplo.

Líbano conmemora este miércoles el primer aniversario de las explosiones registradas el 4 de agosto de 2020 en el puerto de la capital,que dejaron más de 200 muertos, sin que las investigaciones hayan esclarecido por ahora las causas ni se haya condenado a los responsables, en medio de un creciente resentimiento de los familiares de las víctimas.

Las explosiones estuvieron causadas por cerca de 2.750 toneladas de nitrato de amonio almacenadas en el puerto, principal punto de entrada de bienes y ayuda humanitaria, según las primeras pesquisas, si bien el juez que encabeza la investigación, Tarek Bitar, no ha descartado otras opciones.

El suceso provocó una oleada de protestas por lo que la población percibe como un reflejo de la mala gestión, la corrupción y la injerencia del sistema de político sectario en los asuntos del Estado, lo que derivó en la caída del Ejecutivo de Hasan Diab, quien permanece en funciones por las diferencias políticas para la formación del nuevo Gobierno.

Esta situación, que llevó al primer ministro encargado Saad Hariri a dimitir en julio y a la elección de Nayib Mikati como nuevo primer ministro designado, es reflejo del bloqueo sufrido por las investigaciones, marcadas por las dificultades para citar a declarar a altos cargos del aparato político y de seguridad libanés.

La crisis lleva arrastrándose años y las explosiones hundieron aún más al país, que sufre una inflación del 120%, cortes de electricidad, escasez de combustible, medicinas, agua y alimentos.

La población vive sumida en la pobreza y el hartazgo por la corrupción. Según Acción contra el Hambre (ACH), la mitad de la población de Líbano vive bajo el umbral de la pobreza.

La organización señala que los daños en las infraestructuras que provocaron las explosiones en el puerto dejaron viviendas y negocios total o parcialmente destruidos, incluyendo bienes, suministros y equipos, lo que se ha traducido en un aumento del desempleo y de la inseguridad alimentaria para miles de personas.

La caída del PIB se estima en un 40% según datos del Banco Mundial.

«Un año después de la explosión de Beirut, la situación es catastrófica para la población libanesa, las personas refugiadas y las migrantes. El nivel de pobreza aumenta, lo que supone una presión adicional para las familias traumatizadas por la explosión», lamenta la directora de Acción contra el Hambre en el Líbano, Suzanne Takkenberg.

Las familias se han visto obligadas a adoptar medidas como reducir el tamaño y el número de las comidas diarias, restringir el consumo de algunos alimentos entre las personas mayores o pedir préstamos.