Johnson sigue haciendo amigos en Escocia tras rechazar una invitación de Sturgeon para reunirse
Boris Johnson visita hoy y mañana Escocia. La premier escocesa ha invitado al dirigente británico a reunirse para discutir la estrategia a seguir frente a la pandemia. Sin embargo, Johnson ha rechazado la oferta asegurando no tener tiempo.
El primer ministro británico Boris Johnson no parece muy preocupado por su imagen en Escocia. Es el político peor valorado al norte de la isla, tanto que el partido conservador, en la campaña de las elecciones del pasado mayo, decidió a última hora que el premier no participase en la campaña del candidato Douglas Ross.
Para ello utilizaron el argumento de la pandemia y las recomendaciones de limitar la movilidad, a pesar de que pocas semanas antes el propio Johnson visitó Escocia tratando de frenar el auge independentista. Pero lo dicho, el dirigente británico no parece alertado por lo que proyecta entre la población escocesa.
De hecho, este viaje tiene un claro componente de lucha de poderes. Glasgow acogerá en noviembre la cumbre climática de la ONU y los ejecutivos de Edimburgo y Londres llevan meses discutiendo a quién le compete la organziación del evento. Johnson ha acudido a marcar terreno visitando la turbina de Levenmouth.
La premier escocesa Nicola Sturgeon le invitó a reunirse en Bute House, en la capital escocesa, para debatir sobre los próximos pasos a dar frente a la pandemia provocada por el covid-19. Johnson ha asegurado «no tener tiempo» y que «pronto» convocará a la líder escocesa junto a los dirigentes de Gales y el norte de Irlanda.
Sturgeon no ha entrado al trapo y se ha limitado a señalar que es «un poco extraño, que tengamos un primer ministro de visita en Escocia que hable mucho sobre la necesidad, a pesar de nuestras diferencias políticas, para que trabajemos juntos para superar el covid-19, pero no aprovechamos la oportunidad cuando estamos en Escocia para cooperar y trabajar juntos».
Sin embargo, los medios y las redes sociales no han sido tan correctos, recuperando de la hemeroteca las palabras de Johnson que se filtraron a finales de 2020 en las que señaló que la devolución de poderes a Escocia en 1998 «ha sido un desastre al norte de la frontera» y que fue «el mayor error de Tony Blair». También hay quien acusa a Johnson de, en privado, desear la independencia de Escocia por ser un obstáculo para la gobernanza del Partido Conservador en el Gobierno británico. A pesar de que sus actuaciones, en muchos casos, parecen ir en esa línea, no hay pruebas de que esa afirmación haya salido de su boca, que no acostumbra a filtrar.
La visita de Johnson a Escocia llega también apenas tres días después de que uno de sus ministros, Michael Gove, asegurase en una entrevista a ‘Sunday Mail’ que el bloqueo de Londres a un nuevo referéndum de independencia «no es indefinido».
Sea cual sea el camino que tome el Gobierno escocés hacia esa segunda consulta, parece que el unionismo representado por Johnson no ha aprendido de la principal crítica que recibió en la campaña de 2014: proyectar miedo y olvidarse de seducir a la ciudadanía independentista escocesa que, según una encuesta de YouGov se siente «muy ignorada» por Londres. Tanto que el 66% de los que votarían ‘Sí’ en un supuesto segundo referéndum presentan este argumento como la principal razón para la independencia.