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El obispo de Baiona adopta la fe negacionista en un comunicado sobre la crisis sanitaria

Cuando la covid-19 se ha cobrado ya la vida de 4,4 millones de personas, el obispo de Baiona se pregunta si «la tasa de mortalidad es particularmente preocupante». Ante las críticas recibidas por su carta, repleta de tesis de inspiración negacionista, dice ahora que quiere propiciar el debate.

Un acto ante la catedral de Baiona para pedir que se pudieran celebrar misas, durante el confinamiento. (NAIZ)

El comunicado sobre la crisis sanitaria que firma el obispo de Baiona y Lescar, monseñor Marc Aillet, se puede consultar en la web diocesana.

El obispo asegura que a la hora de escribir sobre la pandemia no pretende «ni dictar la conducta ni tomar posición de manera dogmática, en favor o en contra de la vacuna».

Monseñor Aillet explica a los feligreses que la opinión que desgrana en su carta es fruto de un trabajo de introspección llevado a cabo de la mano de la «academia diocesana de la vida».

Ese organismo se ha manifestado en el pasado en contra de cuestiones como la investigación con células madre, la legislación sobre la eutanasia, o el matrimonio entre parejas del mismo sexo.

La entidad cuenta con una página web propia y formalmente independiente de la de la diócesis.

El Gobierno impone, los medios ocultan

Dice el obispo de Baiona y Lescar que el trabajo de investigación que ha realizado apoyándose «en la academia diocesana por la vida» le ha permitido «descubrir toda una masa de información sobre la epidemia mundial que impacta sobre la población desde hace dos años y sobre los medios preconizados para su erradicación, que no son puestos al servicio del conocimiento de la opinión pública por los grandes medios de comunicación».

A partir de ahí, con una cadena de preguntas que deja sin respuesta el prelado difunde «urbi et orbi» todo un catecismo negacionista, aderezado con críticas a la toma de deciones de las autoridades sanitarias.

«Nos dicen que la vacunación es el único medio, en la situación actual, para parar la epidemia y alcanzar la inmunidad colectiva, pero, ¿no existen otros tratamientos eficaces y mecanismos de prevención capaces de reforzar nuestras defensas inmunitarias naturales?», se pregunta Aillet. 

El prelado podría, pero no lo hace, responder a su pregunta con las estadísticas ya disponibles, corroboradas por estudios científicos, que no dejan lugar a dudas sobre la eficacia de las vacunas para prevenir las formas más graves de la enfermedad y sobretodo evitar los fallecimientos.

Ello lleva, sin ir más lejos, al ISPLN a afirmar en su último informe epidemiológico que sin vacunas, la quinta ola hubiera multiplicado por 5 los ingresos y por 9 las muertes

Para evitar al obispo actos de fe: este el mecanismo empleado medir la eficacia de las vacunas, sin tener que hacer apostasía del hecho totalmente cierto de que las vacunas no han servido para acabar -todo lo rápido que quisiéramos- con la pandemia, por más que muchos gobernantes vendieran esa enésima promesa incumplida, antes de aparecer la variante Delta.

80% de primovacunados en su diócesis

Cuando ya hay cerca de un 80% de primovacunados en Pirineos Atlánticos, es decir en su diócesis, el obispo pone por escrito la «tardía» duda de si esos compuestos son «vacunas propiamente dichas o tratamientos genéticos en fase de experimentación».

A partir de ahí se explaya hablando de permisos provisionales, ensayos clínicos, efectos no deseados, falta de seguridad o insuficiente información de los médicos a los pacientes.

Por resumir. A estas alturas de su escrito, el obispo ya ha cuestionado: al Gobierno, a los medios de comunicación y al cuerpo médico.

Aillet asegura, no obstante, que él no cuestiona el progreso innegable que supusieron las vacunas -habla de la de Tétanos- pero se pregunta si «el riesgo de morir es comparable» en el caso de la covid19.

Cuando el balance provisional de la pandemia deja 4,4 millones de muertos en todo el planeta, al obispo Aillet le asaltan dudas del tipo: «¿la tasa de mortalidad es particularmente preocupante? o ¿el número de contagios hace crecer exponencialmentte los contagios?».

Y, aunque no declare abiertamene su falta de fe en las vacunas contra la covid-19 aclara de facto su posición al preguntarse: ¿si la vacuna no protege, porque los vacunados deberían ser admitidos en algunos lugares a los que no pueden acceder los no vacunados?

Puerta falsa para entrar a un debate legítimo

Abre así el obispo, aunque por una puerta falsa, un debate, del que participa legítimamente sectores diversos de la sociedad, sobre las derivadas en forma de limitación de derechos que acompaña esa generalización del pase sanitario o la propia vacunación obligatoria (a ciertos sectores profesionales).

Pase general y obligación vacunal son dos Rubicón que el Gobierno de Emmanuel Macron decía hasta bien poco que nunca cruzaría. Lo ha hecho, perseverando en una política de decretos que no es inocua en clave democrática.

En el «comunicado sobre la crisis sanitaria» que emana de la diócesis se cuestiona el pasaporte sanitario y la vacunación obligatoria -en contra de ambas medidas algo menos de 2.000 personas han recorrido esta tarde las calles de Baiona, en el séptimo sábado consecutivo de protestas- en base al principio de que «decisiones que se presentan como decisivas para la seguridad pública puedan abordarse desde la conciencia».

Esto es la «libre elección», que defiende Marc Aillet a lo largo de su comunicación. Pero que el obispo no aplica en cuestiones como el fin de vida o los modelos de familia.

El obispo expresa sus temores ante «presiones o discriminaciones» hacia personas que no quieran vacunarse, algunas de la cuales le han trasmitido su preocupación y angustia.

¿Argumentos-shock para provocar debate?

Tras toda una colección de muestras de desconfianza, dudas, preguntas, y muy poco aporte científico susceptible de «ayudar a discernir» a sus feligreses, el obispo Marc Aillet finaliza su «comunicado sobre la crisis sanitaria» solicitando a los creyentes católicos que «recen por las autoridades públicas adopten decisiones justas y buenas» para salir de la crisis sanitaria.

Aunque lleva fecha de 23 de julio, el comunicado ocupa un lugar destacado en la web de la dióceses, y su contenido cobra una dimensión especial, a puertas de la «rentrée». No cabe olvidar que la palabra del obispo es de gran valor para los centros educativos católicos, con miles de alumnos en Ipar Euskal Herria.

¿Un texto para generar debate? Ante las críticas a que dió lugar la carta, el obispo de justificaba en un excrito posterior, publicado cara a la festividad del 15 de agosto.

«Con la carta del 23 de julio mi objetivo era invitar a que no cedamos a la división y a que no juzguemos o marginemos a quienes no piensan como nosotros; por medio de preguntas qu algunas personas se plantean legítimamente a un a riesgo de ser descalificadas, mi intención era favorecer un debate sereno y respetuoso».