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La pionera ley sobre la paridad de Islandia reduce la brecha salarial

La entrada en vigor de una vanguardista ley sobre igualdad salarial entre mujeres y hombres acerca a Islandia a la paridad de ingresos, aunque su implementación está llevando más tiempo de lo previsto.

Vista del centro de la ciudad de Reikiavik, la capital de Islandia. (Odd ANDERSEN/AFP)

La legislación, que se aplica desde el 1 de enero de 2018 a las empresas con más de 25 personas en plantilla, invierte la carga de la prueba: ya no les corresponde a las empleadas, o a los empleados, probar una discriminación salarial por razones de género, sino a los empleadores demostrar que, si hay diferencias salariales, no es por razones de sexo.

«No me beneficié de ello hasta que no pasaron unos meses desde que empecé a trabajar aquí», explica a AFP Thórunn Hilda Jónasdóttir, una organizadora de eventos de 43 años. Desde hace cinco años trabaja en la Universidad de Reikiavik.

Ahora, la institución está siendo examinada por el proceso de certificación creado por la ley, considerada como la más progresista del mundo. «Al hacer este estudio, vieron que mi sueldo no era el correcto; por eso me aumentaron 25.000 coronas (unos 165 euros) al mes», comenta.

Aunque la nueva normativa no lo ha resuelto todo en esta isla de 370.000 habitantes, el primer balance es globalmente positivo.

«Eso demuestra que poniendo la carga de la prueba en los empleadores, y obligándoles a examinar los datos, empezamos a progresar», señala Margrét Vilborg Bjarnadóttir, profesora de Estadística de la Universidad de Maryland (EEUU) y creadora del programa de equidad salarial.

Las empresas están obligadas a elaborar un plan de igualdad para una auditoría realizada por un organismo independiente certificado. Éste determina la forma en que se calcula el valor del trabajo en función de criterios objetivos como la antigüedad, la formación, la experiencia, el valor añadido, dificultad...

Si su plan es correcto, la empresa obtiene un certificado válido tres por años. Si no lo es, puede ser multada con hasta 50.000 coronas diarias (330 euros), aunque hasta ahora ninguna lo ha sido.

Líder en el mundo

En Euskal Herria, con motivo de la conmemoración el pasado 18 de setiembre del Día Internacional de la Igualdad Salarial establecido por Naciones Unidas, Emakunde publicó un estudio que recogía que, con datos de 2018, la brecha salarial era de un 22,6% (7.213 euros) en la CAV y de un 23,2% (6.849 euros) en Nafarroa.

Días después, la vicelehendakari y consejera de Trabajo y Empleo de Lakua, Idoia Mendia, indicó que en 2019 la brecha se situaba en la CAV en un 19,5%, frente al 24,4% de 2016.

Islandia, líder desde hace 12 años de la clasificación de paridad del Foro Económico Mundial (WEF), vio cómo la diferencia salarial bruta hombre-mujer cayó a su nivel histórico más bajo (12,6%) en 2020, contra el 15% de 2017.

Pero, aunque las diferencias se estuvieran reduciendo ya en los últimos años, «claramente, la ley ha tenido su efecto», puntualiza, en declaraciones a AFP, la primera ministra, Katrín Jakobsdóttir, que ha hecho de los derechos de las mujeres uno de los ejes principales de su política.

Jakobsdóttir aplicó la ley, pero el texto fue adoptado bajo el precedente Gobierno de derechas, dirigido por un hombre, Bjarni Benediktsson, que vuelve a presentarse a las legislativas de este sábado, a las que también se postula la actual primera ministra, decidida a obtener un segundo mandato.

Para del 31 de diciembre de 2021, al menos 1.180 empresas, que suman 147.000 empleadas y empleados, deberían haber aplicado la reforma. No obstante, se les ha otorgado un plazo suplementario de 12 meses. Hasta ahora, solo 320 han obtenido el certificado de conformidad válido por tres años.

«El problema es que los mecanismos de certificación no estaban listos cuando la ley fue adoptada», señala Brynhildur Heidar Omarsdóttir, secretaria general de la Asociación para los Derechos de las Mujeres. Pero el texto «ha cambiado enormemente la cultura en los lugares de trabajo», añade.

Historia del feminismo

Islandia ocupa un lugar singular en la historia del feminismo. Fue el segundo Estado en elegir a una mujer jefa de Estado –Vigdís Finnbogadóttir en 1980– y también fue escenario, cinco años antes, de una inédita huelga de mujeres, lanzada el 24 de octubre de 1975 para mejorar sus salarios y condiciones de trabajo.

Tras esta manifestación, el principio de igualdad salarial fue inscrito en la ley islandesa al año siguiente. Y en 2017 esa fecha fue elegida para convocar la Huelga Mundial de las Mujeres.