Lemoiz, Garoña, fracking... y ahora eléctricas
El apagón y cacerolada convocados para este viernes en Euskal Herria contra la subida de la luz entroncan con las luchas populares que lograron paralizar Lemoiz, cerrar Garoña y detener el fracking.
La política energética se traslada hasta los hogares en forma de «recibo de la luz» (o del gas), por lo que es fácil notar en la cuenta corriente el impacto de los cambios en las tarifas. Pero, además, la ciudadanía también tiene en cuenta cómo se produce la energía y a quién beneficia el mercado actual.
Al analizar estas cuestiones en Euskal Herria, podemos empezar hablando de la transición energética que se quiere seguir en la lucha contra el cambio climático, un tema de actualidad, o del movimiento antinuclear que surgió en los años 70 en respuesta al plan diseñado por la dictadura franquista para llenar la costa vasca –incluidas las orillas del Ebro– de reactores atómicos.
Aquel movimiento ecologista y pacifista consiguió que el pensamiento antinuclear fuera hegemónico y logró que las autoridades desecharan varios de los proyectos: las centrales de Deba, EA/Ispaster y Tutera no se construyeron; la de Lemoiz, que centró las movilizaciones, no llegó a ponerse en funcionamiento, y solo la de Garoña, ubicada en la orilla burgalesa del Ebro, se mantuvo en marcha desde 1971.
Durante aquellos años se realizaron innumerables acciones de protesta, desde manifestaciones –en la del 14 de julio de 1977 se reunieron en Bilbo entre 150.000 y 200.000 personas, según recogió la prensa– hasta sabotajes, pasando por boicots, impago de recibos de Iberduero (antecesora de Iberdrola) y apagones como el que se ha convocado para el próximo 8 de octubre. También ETA actuó directamente contra los promotores de la central de Lemoiz.
Los debates sobre las «energías limpias» o sobre la «soberanía energética» se han prolongado hasta nuestros días. Debates que impregnaron todos los ámbitos, como refleja la obra ‘Lemoiz gelditu’ que aparece al pie de este párrafo y cuyo origen está en los ‘Herrikoi Topaketak’ que, organizados por los Comités Antinucleares de Euskadi y la Comisión de Defensa de una Costa Vasca No Nuclear, tuvieron lugar en la Feria de Muestras de Bilbo los días 8 y 9 de noviembre de 1980.
Los pintores Vicente Ameztoy, José Luis Zumeta y Carlos Zabala ‘Arrastalu’ realizaron en directo este gran mural que, 40 años después, fue cedido por el movimiento antinuclear al Museo de Bellas Artes de Bilbo, donde permaneció expuesto desde noviembre de 2020 hasta el pasado junio.
Otro hito alcanzado tras casi 40 años es el de la paralización de la central de Garoña en 2012, ahora en fase de desmantelamiento.
Un reto más actual en el que este movimiento, que se ha ido transformando con el paso del tiempo, ha logrado extender sus convicciones entre amplias capas sociales ha llevado a la paralización de los proyectos de explotación del gas natural por fracking.
El debate sigue abierto, incluso en torno a qué tipos de proyectos hacen que las energías renovables (eólica, hidroeléctrica...) sean al mismo tiempo «sostenibles».