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La izquierda independentista dice a las víctimas que su dolor no debió haberse producido

Tras resaltar que una paz justa y duradera necesita reconocer todas las víctimas, se dirige específicamente a las de ETA y, en tono autocrítico, concluye: «Debíamos haber logrado llegar antes a Aiete». Así lo han verbalizado Arnaldo Otegi y Arkaitz Rodríguez este lunes.

Arkaitz Rodriguez y Arnaldo Otegi, en Aiete. (Jon URBE/FOKU)

«Hoy queremos hacer una mención específica a las víctimas causadas por la violencia de ETA. Queremos transmitirles nuestro pesar y dolor por el sufrimiento padecido. Sentimos su dolor, y desde ese sentimiento sincero afirmamos que el mismo nunca debió haberse producido, a nadie puede satisfacer que todo aquello sucediera, ni que se hubiera prolongado tanto en el tiempo. Debíamos haber logrado llegar antes a Aiete». Es parte de la declaración leída este lunes por Arnaldo Otegi, en castellano, y Arkaitz Rodríguez, en euskara, en nombre de la izquierda independentista vasca, en la que se remarca que «transitar hacia una paz justa y duradera necesita del reconocimiento y reparación de todas, absolutamente todas las víctimas. No nos olvidamos de ninguna de ellas».

El coordinador general de EH Bildu y el secretario general de Sortu han hecho pública esta declaración solemne en el marco del décimo aniversario de la Conferencia de Aiete y el final de la lucha armada de ETA, y precisamente han elegido para ello el palacio donostiarra.

Además de la alusión a las víctimas, la declaración recoge otros aspectos como la puesta en valor de los compromisos adquiridos, la apuesta por las vías exclusivamente democráticas, la cuestión de los presos y el irresuelto conflicto político.

Transcurridos diez años ya desde que ETA anunciase el fin de su violencia, la izquierda independentista constata «el cumplimiento íntegro de dicho compromiso. El fin de su actividad –insiste– ha sido total y completa».

Entiende que se debe poner en valor «la unanimidad con que ETA tomó sus decisiones, lo que ha evitado a posteriori problemas graves como los que se han producido en otros procesos de similares características», en clara alusión a la actividad de disidencias armadas, y añade que «aquellos que apostaron de manera decidida, valiente y arriesgada por la vías exclusivamente pacíficas han cosechado un éxito rotundo e incontestable».

En todo caso, «el éxito corresponde, qué duda cabe, al conjunto del pueblo vasco», añade la declaración.

Sobre la apuesta realizada en su día por parte del independentismo de izquierdas, el texto responde a quienes sembraron dudas y afirma que «no había trampa, no se trataba de ningún cálculo táctico. El tiempo transcurrido pone de manifiesto el inequívoco carácter estratégico de la decisión adoptada», que responde a «profundas convicciones éticas y políticas» y es «inamovible y para siempre».

La referencia a la cuestión de las víctimas la acompaña con una mirada al futuro, una vez constatado que «el pasado no tiene remedio» y que nada de lo que digan «puede deshacer el daño causado». Los independentistas de izquierdas se muestras convencidos de que «es posible aliviarlo desde el respeto, la consideración y la memoria. Queremos decirles de corazón –remarca la declaración– que sentimos enormemente su sufrimiento y nos comprometemos a tratar de mitigarlo en la medida de nuestras posibilidades. Siempre nos encontraran dispuestos a ello».

Presos, «reto ineludible para todos»

En el terreno de las consecuencias del conflicto, el texto se detiene en la cuestión de los presos: «Es un reto ineludible para todos, que pasa necesariamente por poner fin a la política penitenciaria de excepción y por darle una solución integral. Queremos reivindicar el papel activo, decidido y decisivo de los presos en la superación de la estrategia armada y su definitivo compromiso con las vías pacíficas y democráticas. Sin ellos y ellas no hubiera sido posible».

Ya en el terreno de las causas del conflicto, la izquierda independentista se reafirma en «la defensa del diálogo, la negociación y el acuerdo como método más eficaz y democrático para dirimir y solucionar las diferencias políticas».

Existe, en su opinión, una asignatura pendiente crucial, pues «resulta imperativa la resolución democrática de este problema nacional. Somos un pueblo, una nación, que como tal debe de ser respetada y reconocida. El respeto a nuestra identidad nacional es el primer y necesario paso para construir un futuro diferente en el que las decisiones correspondan a la ciudadanía de nuestro pueblo».