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Lección de Vitruvio a Foster

Con motivo de las celebraciones en torno a las Jornadas Europeas del Patrimonio, en las que tiene una singular relevancia la arquitectura, se aborda el polémico proyecto del Museo de Bellas Artes de Bilbo como contraposición a la tradición arquitectónica y a la legislación que la regula.

Proyecto de Foster para el museo bilbaino. (MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBO)

A Sir Norman Foster, misiva desde la cultura clásica. Hace ya siglos, un antecesor suyo, el arquitecto romano Marco Vitruvio Pollione (c80 aC-c20 aC), de la época del emperador Augusto estableció su tratado ‘De Architectura’. Un colosal compendio en diez libros de todo el saber arquitectónico desde la Antigüedad con los principios teóricos reguladores que constituyeron la pauta seguida por los grandes tratadistas y arquitectos del renacimiento, Alberti, Serlio, Vignola y Palladio. Estas disposiciones compositivas siguen siendo válidas en la actualidad, entre ellas la exigible armonía arquitectónica entre las partes y el todo.

Contemporáneamente, el Dr. arquitecto y profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Donostia Unai Fernández de Betoño, en su tesis ‘El factor escala. Práctica y poética del tamaño’, analiza y actualiza con rotundo rigor los principios vitruvianos aplicados a la composición arquitectónica.

Parte de los problemas que crea la alometría arquitectónica, el estudio de las relaciones entre el crecimiento y la estructura formal y lo contempla desde el aspecto de la escala. El arquitecto vasco, con docto razonamiento, establece tres relaciones cuantitativas, los conceptos de escala, proporción y tamaño, que no son sinónimos en la arquitectura:

El tamaño es la dimensión de algo. Un concepto concreto, objetivo e independiente, ya que no conlleva comparación subjetiva alguna (largura, anchura y altura).

La proporción es la correspondencia o razón entre diferentes partes de una misma cosa, o entre las partes de una cosa y el todo de la misma. Un concepto que compara los diferentes tamaños de los componentes, o los de estos y su conjunto.

La escala es la correspondencia entre el tamaño de, al menos, dos cosas diferentes; es decir, entre el tamaño de una cosa y su entorno. Se trata de una noción que compara cosas distintas, contextualizándolas para hacerlas inteligibles y mensurables. La percepción del entorno es, por consiguiente, la que otorga escala a la obra arquitectónica.

Así, proclama: la escala jerarquiza a la arquitectura, definiendo no solo la relación entre las partes y el todo, sino vinculando además esa conexión con el entorno, haciendo así que un edificio sea inteligible, ponderable. La escala no es más que una visión humana del tamaño. El modo como nos relacionamos explícita o poéticamente con la arquitectura.

Foster, lea y escuche

El proyecto de Ampliación y Reforma del Museo de Bellas Artes de Bilbo de Norman Foster&Partners y LM Uriarte Arkitektura S.L.P. ignora estos parámetros y prescinde de la jerarquía arquitectónica del edificio por su orden compositivo, formal y textura existente desde su inauguración en 1945, que le ha otorgado la categoría, de monumento histórico-artístico (1962) posteriormente de bien cultural (1990), con el máximo reconocimiento, que se reafirma en la Ley 6/2019, de Patrimonio Cultural Vasco catalogado de ‘protección especial’.

De modo insólito, se propone no una ampliación sino una yuxtaposición con un gigantesco paralepípedo que prescinde de la coherencia, la armonía y destroza la serenidad de su arquitectura y se impone por encima del edificio con unos descomunales vuelos laterales hacia el parque y el espacio Arriaga. Asimismo, también se sobrepone a las leyes que protegen al museo y al parque, catalogado como Conjunto de Conservación Integral. Lo que se pretende en todas las leyes de patrimonio cultural se califica como ‘añadidos degradantes’.

Es incomprensible que desprecie unas tradicionales normas compositivas de la cultura arquitectónica respetadas históricamente. Pero es aborrecible que unos políticos y funcionarios con responsabilidades, legos en la materia y carentes de sensibilidad, engañados por un fraudulento informe externo comprado a tres mercenarios mercantiles, queden cegados por una obsesión megalomaniática y admitan tantas ilegalidades.

Ante esta agresividad, no podíamos permanecer, como el desprestigiado Colegio de Arquitectos, en silencio cómplice. 72 arquitectos hemos suscrito un manifiesto en defensa del museo al que se han adherido enseñanza, licenciados en Bellas Artes, artistas más otros profesionales para denunciar, paralizar y olvidar esta amenaza y exigir la integridad del Museo de Bellas Artes de Bilbo. ¿Foster, do you understand?