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El cuento de la princesita triste

‘SPENCER’
GB-EEUU-Chile-Alemania. 2021. 117’. Dtor.: Pablo Larraín. Guion: Steven Knight. Prod.: Juan De Dios Larraín, Pablo Larraín, Maren Ade, Paul Webster, Jonas Dornbach y Janine Jackowski. Int.: Kristen Stewart, Timothy Spall, Sean Harris, Sally Hawkins, Stella Gonet.

Pablo Larraín, de la mano de Kristen Stewart en Venecia. (NAIZ)

Fue la película sorpresa en Donostia, y antes foco de atención de la prensa gráfica desplazada a Venecia. La expectación era máxima para ver a Kristen Stewart en la piel de Diana Frances Spencer, a sabiendas de que no iba a ser un biopic cualquiera, bajo la dirección del chileno Pablo Larraín y el guion del británico Steven Knight.

Entre ambos han construido una historia de la historia, que no deja de ser el cuento de la princesita triste, en su versión de chica plebeya que no encaja en la realeza y prefiere renunciar a sus aspiraciones a la corona. El drama interior que vive la protagonista es descrito como el de una mujer encerrada en una jaula de oro y observada por millones de ojos, incapaz de resistir tanta presión ambiental.

Larraín vuelve a ser el gran diseñador de personajes femeninos, gracias a su talento para captar la psicología de cada mujer concreta, y aquí contaba con un modelo real de gran complejidad. Y acierta mucho más de pleno que con su otro biopic, debido a que Natalie Portman no logró ser tan convincente como Jacqueline Kennedy en ‘Jackie’ (2016), como Kristen Stewart lo es con respecto a Diana en ‘Spencer’ (2021).

No es solo una cuestión del acierto en el vestuario, sino de un trabajo gestual de gran calado, que capta cada mínima expresión de la protagonista, según con quien se relacione. Pues los Windsor la intimidan, y es realmente ella cuando juega con sus hijos o comparte impresiones con el servicio, al que se muestra mucho más cercana.

Kristen Stewart encarna a una Diana triste como la neblina, la lluvia y el frío ambiente de la campiña inglesa. La nostalgia y la languidez visibles en su rostro son el resultado de una fatídica estancia en Sandringham, en Norfolk, durante las Navidades en las que decide romper con su  familia política.

Su estado nervioso queda reflejado en su desorden alimenticio, porque se muestra inapetente en medio de una legión de cocineros dispuestos a preparar lujosos banquetes a cada instante del día. Pero es que además se siente vigilada, y el encargado de tenerla bajo un estricto control es el Mayor Alistair Gregory (Timothy Spall).