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Nafarroa ya no es capaz de rastrear y pide reducir encuentros navideños

Nafarroa no confía su suerte a la extensión del pase sanitario. Prefiere dejarlo como está, pero incidiendo en que, donde sí es necesario, se sea riguroso en el control. La consejera Santos Indurain «recomienda» máximos de diez personas en citas navideñas y no mezclar unidades de convivencia. 

Vacunación de un menor en Tutera, en el primer día de campaña. (Gobe

La CAV y Nafarroa vuelven a tomar caminos diferentes para tratar de controlar la sexta ola. Lakua confía en la extensión del pase a toda la hostelería, polideportivos, etc. La consejera navarra, Santos Indurain, apeló ayer a la concienciación ciudadana, esta vez a través de recomendaciones como que en Navidad no se sienten a la mesa más de diez personas de dos unidades de convivencia como máximo. 

De este modo, el pasaporte sigue sin extenderse a los pequeños establecimientos de hostelería, si bien Indurain pidió a los hosteleros ser más estrictos en el control y no descarta del todo la opción.

Que en una y otra parte se busquen soluciones distintas, en primer lugar evidencia que nadie tiene claro qué hacer o cómo salir de esta nueva ola.

Con tasas de vacunación en la población diana de más del 90%, como las que hay en Hego Euskal Herria, la extensión de los pases seguramente tenga un potencial limitado. Parece, por tanto, más razonable lo que plantea Indurain de recurrir a fórmulas que ya funcionaron y añadir restricciones (aún por concretar) para cabalgatas, olentzeros y otras aglomeraciones típicas de la navidad. 

Nafarroa quiere conseguir esto con la implicación ciudadana, mediante «recomendaciones» y actitud cívica. Esta línea de acción implica que debe existir por parte de la ciudadanía confianza en que las medidas funcionarán. La autoridad sanitaria necesita, por tanto, credibilidad.

En las últimas semanas, bien en testimonios en prensa, redes o por propia experiencia personal, ha sido evidente que el sistema de rastreo estaba colapsado. Hay retrasos de varios días para confirmar un positivo con PCR, lo que acarrea lagunas de seguridad y genera enfado.

Un dato aparecido ayer en el informe semanal del Ispln confirmó lo que era evidente: el virus se ha escapado al control de los rastreadores. 

Según indica el Ispln, los contagios de origen desconocido supusieron el 54% de los registrados la pasada semana. Es decir, los rastreadores no pudieron identificar siquiera el origen de uno de cada dos casos. Para contextualizar el dato, basta ir a picos pasados, como el de noviembre de 2020. Entonces, se daba con el origen de entre el 74% y el 77% de los casos. La trazabilidad de contagios, de hecho, era un punto fuerte de Nafarroa. 

Más allá del efecto de contención que tiene un buen rastreo, la comunicación entre los rastreadores, los positivos y sus contactos constituye el principal punto de encuentro entre quienes se esfuerzan por controlar el virus y los ciudadanos. 

Generar, por imprevisión, un desafecto en ese momento crítico –en el que la gente o está nerviosa o tiene miedo– es un error. Más aún, cuando la estrategia es convencer a la ciudadanía de que asuma restricciones voluntarios. Lo mínimo a demandar por parte del ciudadano es reciprocidad en cuanto al esfuerzo solicitado. De otra forma, la credibilidad se ve dañada.

Por lo demás, sí que hay que reconocer que Osasunbidea se ha puesto las pilas y Nafarroa es   donde más terceras dosis se han inoculado en el Estado. Difundir este punto fuerte –como se hizo ayer al titular la nota de prensa con la bajada de contagios en mayores de 75 años por efecto de las terceras dosis (un 13%)– sí que ayuda en esa reimplicación ciudadana en el control epidémico, que resulta ineludible.

Atendiendo a las habituales ondas estacionales de virus respiratorios, el momento crítico no ha llegado. No solo por los contagiados en días precedentes, sino porque las olas de gripe, de VRS, etc. no bajan hasta después de las navidades. 

De habitual, el hospital no se destensiona hasta febrero, cuando la socialización desciende y se entra en una fase del año más rutinaria, días en los que mayoritariamente uno va del trabajo a casa y de casa al trabajo, sin que haga falta que alguien se lo diga o se lo recomiende.